Un año más, la población se llenó de visitantes para celebrar Sant Cristòfol con los vecinos de Es Migjorn Gran | Kika Triay

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Haciendo gala de su pasado, Es Migjorn Gran, población fundada a finales del siglo XVIII durante la segunda dominación inglesa, tiró ayer de la conocida puntualidad británica para dar inicio a sus fiestas de Sant Cristòfol des ses Corregudes. Eran las cinco de la tarde cuando la gente congregada en el Pla de l'Església pudo escuchar con júbilo el repicar de las campanas y los cohetes que daban inicio a las esperadas fiestas, que arrancaron con el tradicional pasacalles al son de la Banda de Música des Migjorn, dirigida por Isaac Mascaró.

Poco antes de las seis de la tarde, la fabiolera Adriana Moll recogió a la caixera fadrina, Âgueda Sales, en su domicilio para, tal y como marca el protocolo, después dirigirse al Ayuntamiento, donde les esperaba la corporación municipal. Fue allí donde, tras recibir el permiso para iniciar el replec por parte de la primera teniente de alcalde, Ana Britt Sánchez Tuomala, sonó el esperado primer toc de fabiol cuando pasaban dos minutos de la seis de la tarde. Tras la entrega de la bandera de la mano de la regidora más joven, Mar Ameller, a la caixera fadrina, que brindó al público los primeros bots al son de las conocidas notas de «El gato montés», comenzó el replec.

Poco a poco todo iba cogiendo un tono más festivo, mientras Es Migjorn se iba llenando de visitantes, y no solo menorquines, también muchos turistas, más que en otras ocasiones, según apuntaron algunos lugareños.

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Pasadas las 19 horas, el caixer batle, Pere Moll, recibió el bastón de mando y la medalla de Sant Cristòfol después de que Anna Britt, en nombre de todo el Consistiera, le dedicara unas palabras: «Espero que disfrutes de la fiesta como siempre has hecho y que hagas disfrutar a los demás».

Acto seguido, tras pasar a buscar al caixer capellà, Joan Tutzó, inició un recorrido por todo el pueblo que les condujo de nuevo al antiguo Consistorio. Una vez allí, ya a pie, la comitiva de fiestas y autoridades, acompañada por la banda, se dirigieron a la iglesia para celebrar las solemnes completes, un momento de reflexión y recogimiento en honor a Sant Cristòfol.

Tras la tradicional beguda en el Ayuntamiento para reponer fuerzas, la qualcada retomó la actividad para participar en la parte más espectacular de la fiesta, el Jaleo que comenzó en Sa Plaça cuando el reloj marcaba las 21.35 horas. Un momento en el que aún seguía llegando mucha gente para disfrutar de Sant Cristòfol.

La fiesta transcurrió sin incidentes destacables, tal y como informó la Creu Roja. Al cierre de la edición de tan solo habían tenido que asistir a siete personas por heridas muy leves, la mayoría de ellas por pisotones de caballo.