La desafección de la política muestra síntomas preocupantes, la mitad de los electores no quiere saber nada sobre quién asume la vara de mando. En las tres últimas décadas el nivel de abstención ha pasado del 31,83 al 50,53 por ciento.
Como ocurre en el resto de municipios, las elecciones generales, de las que sale luego el Gobierno de España, concitan un mayor interés. No analizamos las elecciones europeas que, cuando son en convocatoria única, registran una paupérima participación.
La trayectoria de la política local de Ciutadella en estas tres largas décadas explica, o ayuda a explicar, el fenómeno. Ya en el 87 dimitió Antoni Orell (PSOE) dos meses después de haber ganado las elecciones sin que las explicaciones resultaran convincentes.
En los años 90 fue relevado el alcalde del PP Gabriel Allés Vázquez por Assumpta Vinent después de una crisis interna y la pérdida de confianza del partido por un episodio en el que reaparecieron los intereses urbanísticos sobre Macarella.
En las elecciones del 99 resultó elegido alcalde Pau Lluch (Independentes de Menorca), quien solo obtuvo dos concejales y el 8,67 por ciento de votos, suficientes con el apoyo la izquierda para apartar al PP, que había logrado el 37 por ciento. Sin embargo, fue un mandato tranquilo y positivo para el municipio.
En 2008 fue otra crisis en el seno del PP, justo un año después de haber iniciado el mandato que daba continuidad al de 2003 en el que aparecieron las presuntas irregularidades urbanísticas que investigó la Fiscalía Aticorrupción y el caso Citur, lo que provocó un vuelco a la izquierda.
Todos los concejales, salvo Antònia Gener, abandonaron la militancia del PP. Joan Triay (UPCM), el látigo de la presunta corrupción urbanística, propició entonces el cambio en una iniciativa regeneradora de la política municipal. Pilar Carbonero (PSOE) fue alcaldesa hasta 2011.
Volvió a ganar entonces la candidatura popular y cuatro años después el PSM, que logró su primera victoria en unas elecciones en 40 años. Parecía iniciarse una alternancia normal en el poder local, que, sin embargo, siempre aparece muy mediatizado por el elevado nivel abstencionista, que ahora ha resultado determinante.
Obviamos el primer mandato de la actual democracia con el alcalde Joan Sintes, que también estuvo salpicado de polémicas. En resumen, en la actual democracia cuatro alcaldes, incluido José María de Sintas, que dimitió, acabaron precipitadamente el mandato y solo tres fueron reelegidos, Antoni Orell, Llorenç Brondo y Joana Gomila.
2 comentarios
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Preocupa molt sa poca gent que va a votar SA prepotència de sa classe política que només valoran sa cadira
Y todo es debido a que estamos hartos del Sistema. El Sistema no funciona en este pais , demasiada corrupción,caciquismo en algunos municipios de esta isla,sobran dinosaurios que hace años están y no se van y nunca han hecho nada de provecho ni les importa la opinión del ciudadano, solo conservar el sillón.