El giro estilístico en la carrera musical de Siscu Casasnovas comenzó a forjarse en los años de pandemia, en los que recupero canciones de la anterior etapa pero con un toque electrónico .

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Entre la primera versión y la última de la canción de Moix «Conduint de nit» han pasado 16 años. Ambas se pueden escuchar en Spotify y otras plataformas: la más antigua (2008) como parte de un concierto en Ciutadella; la segunda, en el disco que acaba de publicar hace unas semanas. Escuchadas de nuevo las dos, la esencia de letra perdura, pero el estilo gira. Lo que antes era rock, ahora es música electrónica.

La buena noticia es que el proyecto musical de Siscu Casasnovas (Ciutadella, 1978) está de vuelta. Tras editar su último disco (como banda) en 2008 («Els dos sols») y haber continuado en solitario en 2012 como SiscuSmoix con «Resultats immediats», ahora fusiona ambos perfiles para continuar con el nombre del primero y una nueva apuesta que ha aterrizado en las plataformas digitales bajo el título de «Enantiodromia II».

Un término que bebe del griego y cuya traducción más común, atendiendo a la etimología, viene a ser algo así como ‘correr en sentido contrario’. Sin embargo, se trata de un término que según Moix abarca un concepto mucho más amplio. En resumen, a su juicio tiene que ver con que «los intereses que tienes ahora probablemente no van a ser los mismo de dentro de unos años, porque cambias y hay que ir adaptándose a las nuevas situaciones que te pone la vida».

En definitiva, un concepto que sirve para explicar cómo ha reformulado su proyecto musical. El formato de banda, con compañeros de los que dice haber aprendido mucho, queda aparcado para una nueva aventura más solitaria. Algunas de las canciones que quedaron en el tintero en la anterior etapa de Moix han renacido ahora, junto a nuevas composiciones, en un proyecto en el que la electrónica toma el mando. Un género con el que años atrás ya había experimentado, pero que recobró fuerza gracias al tiempo libre de la pandemia.

Nuevos tiempos, nuevas fórmulas. Instalado en Mallorca, donde trabaja como profesor, la música volvió a recobrar protagonismo en la trayectoria de este artista, licenciado en Bellas Artes, quien la última vez que apareció en estas páginas fue en 2017 con motivo de una exposición en la galería Retxa. «Siempre he tenido un pie en la música y otro en la pintura. Soy consciente de que quien mucho abarca, poco aprieta, pero bueno, yo así soy feliz», resume Moix, quien ya habla de un probable parón musical para acabar unos cuadros.

Lo importante, defiende, es ponerle «mucho amor a lo que haces y dedicar muchas horas». El resultado con este nuevo experimento musical, continúa, es que «he aprendido mucho y me lo he pasado muy bien». Y es que con esto el artista menorquín no busca «ni dinero ni fama». De hecho, ni siquiera se plantea la posibilidad de dar conciertos. «He estado tocando mucho y durante muchos años, sé lo que es hacer bolos, de aquí para allá, cargado como una mula. Ahora hago música porque me gusta y ya está», concluye.

Sonidos, matices y auriculares

La música que escucha el artista menorquín poco tiene que ver con la que ahora graba. Tras dar sus primeros pasos en la década los 90 influenciado por el grunge, el rock fue su estilo predilecto durante muchos años y ahora ha encontrado refugio en la electrónica. Una escucha a su canción «Dolços disset» es más que suficiente para entender el nuevo rumbo que ha cogido su carrera. Una apuesta que pasa por «utilizar sonidos y buscar matices», para lo que aconseja escuchar su música «con auriculares para percibir mucha más información».