Francisco Uría pronunciará una conferencia en el Claustre del Carme.

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Francisco Uría participa este viernes, a las 20 horas, en el ciclo de  conferencias sobre la Antigüedad clásica, organizado por la Fundació Rubió, con «Julio César, el arte de la política» y acompañado por el catedrático de Historia e Instituciones Económicas Juan Hernández Andreu, que se celebrará en la Sala d’Audiències del Claustre del Carme, en Maó.

¿Qué tiene un personaje histórico como Julio César para que su legado nos interese más de 2000 años después?

—La realidad es que no solo es Julio César, la verdad es que todo lo que tiene que ver con el mundo romano mantiene un atractivo y todos los años se publican libros que se venden por millones de ejemplares. Hay algo que todo lo que tiene que ver con Roma y la evolución de Roma que nos sigue atrayendo. Además, los personajes individuales son tremendamente atractivos es una época en la que todavía la política es muy individual y los personajes sobresalen mucho.

Usted asegura que fue el primer político moderno.

—Tiene una combinación de rasgos que le hace particularmente interesante y mi humilde contribución a la reflexión sobre el personaje es que algunos de ellos son sorprendentemente modernos. Hay una faceta de Julio César como conquistador, como fue Alejandro Magno u otros a lo largo de la historia, que es la más conocida, pero yo creo que cada vez va ganando más peso el análisis de Julio César como político que anticipa además rasgos de la política moderna.

César fue un dictador, ¿no?

—Nada en Roma podemos calificarlo de plenamente democrático bajo los estándares actuales, pero lo cierto es que es verdad que Julio César acaba materialmente con la República romana, aunque lo cierto es que formalmente no fue así, no fue el primer emperador de Roma, si no que fue Augusto, su sucesor. Pero la realidad es que en el momento que César se autonombra dictador perpetuo, pues evidentemente aunque la palabra no tiene las mismas connotaciones en Roma que en nuestros días, pero evidentemente solo tenía un significado.

¿En qué se distinguió?

—Lo primero es que cuando comparamos con otros personajes de la Antigüedad, el primer dato diferente y es un dato singular de Roma, como antes lo fue de Grecia, es que los romanos votaban, no votaban todos, votaban los varones, los que eran ciudadanos, etc., pero los romanos votaban, había elecciones y como tal había campañas electorales y aquellos que no eran muy poderosos ni muy conocidos necesitaban conseguir dinero para hacer sus campañas. Hay una primera cosa relevante de César y es que necesita conseguir dinero, necesita pedir dinero prestado para financiar sus campañas electorales que básicamente estaban basadas en ser conocido, popular, hacer juegos, etc., es el primer rasgo como político para el que la financiación electoral es relevante, esto ya de por sí es una pieza moderna.    Segundo, necesita ser conocido y hacerse popular pero de una determinada manera, en este sentido surge una preocupación que es tremendamente moderna que es la preocupación por el relato, por cómo se le percibe en Roma. Llega al extremo que cuando va a las Galias tiene que escribir la crónica de la guerra de las Galias como un relato en el que le explica a los romanos porqué está ahí, qué está haciendo, que les está protegiendo de los bárbaros del Norte que les amenazan su seguridad, etc. Esta preocupación por el relato no lo vemos, por ejemplo en Alejandro Magno, su preocupación era conquistar.

Ciertamente, algo muy actual.

—Luego hay otras cosas menores, que también forman parte de la figura, es la preocupación estética. Julio César está muy preocupado por su aspecto, de hecho su manera de llevar las vestiduras romanas, la toga, era singular, él trataba de diferenciarse, de construir una marca personal a partir de su aspecto, esto es muy moderno. Por ejemplo, los senadores mayores le criticaban porque los jóvenes le imitaban llevando la toga de distinta manera a como era habitual, con unos colores que tampoco eran frecuentes. A través de la comunicación, es fácil imaginarle haciendo tuits contando a los romanos en tiempo real lo que estaba haciendo en campaña, y en la moda hoy en día le podría aproximar a lo que es un influencer, ser una persona a la que se imitaba en la manera que él vestía. Todo eso lo pones junto y emerge un personaje que es más moderno que otros de su época.

¿Cómo lo hizo sin periódicos, sin televisión, sin redes sociales?

—La transmisión de las ideas era básicamente oral, su crónica de la guerra de las Galias, donde está prácticamente diez años, ocho de ellos en guerra, son informes anuales para mandarlo al Senado romano, pero luego eso se divulga, los partidarios de César lo leen en público y esta es la manera de difundir. César no espera terminar la campaña militar diez años después y luego publicar un libro con sus memorias, cada año está contándolo porque quiere seguir siendo visible en Roma, que se sepa que está haciendo, etc.