Así es como Borja Hermoso, redactor de El País Semanal y autor de «La conversación infinita», entiende que debe ser una entrevista. En su caso, ha realizado muchísimas y muy interesantes a personajes de lo más variopinto a lo largo de su dilatada trayectoria, como son el filósofo alemán Jürgen Habermas o el crítico franco-anglo-estadounidense George Steiner.
Pese a no existir «un vademécum para entrevistar», Hermoso considera que sí existe «una guía de cómo no hacer una entrevista», recordando una de las primeras «importantes» que realizó en su período de prácticas como periodista en el extinto «Diario 16». «Aún estaba resacoso de la noche anterior y a las 10 de la mañana me dicen que tengo que entrevistar a Joseph Brodsky, escritor ruso ganador del Premio Nobel. Fue la apertura de la sección de Cultura y a mi jefe le encantó, pero para mí es un ejemplo de cómo no se debe hacer y preparar una entrevista», recalca entre risas.
Un libro de ideas
Su nueva novela recoge algunas de aquellas entrevistas a personas que aportan «ideas poderosas», no solo en el contenido, sino en «la forma de expresarlas». «Pone Borja Hermoso en la portada porque no puede haber 28 autores. Que hay que saber preguntar, conducir la entrevista… Sí, por supuesto, pero para eso me pagan. Además, me gusta hacer mi trabajo», asegura con total rotundidad.
Por tanto, aquellos que asistan este viernes a la presentación del libro a las 20 horas en la Biblioteca Rubió del Claustre del Carme de Maó, descubrirán un nuevo «libro de pensamiento y de literatura, pero sobre todo de ideas». «A partir de esas ideas, la gente puede pensar con más lucidez, pero de forma práctica. A pesar de que aparecen muchos filósofos, no es un libro de filosofía. La mayor parte de los entrevistados sueltan ideas que podemos aplicar de forma práctica en nuestra vida», explica Hermoso.
En una época en la que escuchar a los demás cuesta más que de costumbre, el periodista busca perfeccionar el arte de la escucha. «Mientras el otro nos habla, estamos más preocupados de qué vamos a decir cuando acabe de hablar el otro que de escucharle. Esto deja de ser conversación. En vez de ser un partido de tenis, se convierte en un partido de frontón: la pelota golpea todo el rato la pared y te vuelve a ti», opina el escritor madrileño, a la vez que se reafirma en que la conversación es «argumentar, decir y escuchar para decir».
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