Imagen de la gala de inauguración el julio pasado en Ciutadella, un acto que este año se traslada al Teatre Principal de Maó | Josep Bagur Gomila

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Si ir al cine es una cosa que habitualmente apetece, este año las ganas de disfrutar del séptimo arte son aún mayores. La crisis provocada por la pandemia ha azotado a la cultura en general, pero en el caso de Menorca se ha cebado con el mundo de las películas. Pero ello no ha impedido que, como ya sucediera el año pasado, el Festival Internacional de Cine de Menorca (Ficme) cumpla este verano de nuevo con su compromiso de animar la agenda cultural con su programación, algo que viene haciendo desde hace seis años.

El festival levanta la noche de este martes el telón en el Teatre Principal de Maó, donde se celebrará una gala especial que estará presentada por el polifacético José Corbacho, un completo hombre de cine: actor, director, guionista y humorista. Una cita con un atractivo menú: la proyección del corto documental «Incendios, más allá del teatro», estreno balear de la obra de Álex García; y el pase de «La voz humana», el cortometraje dirigido por Pedro Almodóvar con Tilda Swinton como protagonista, y que ya pasó por el Festival de Venecia.

Con motivo precisamente de esta obra estaba previsto que asistiera a la gala el hermano del director manchego, el productor Agustín Almodóvar, quien finalmente ha anunciado que no podrá desplazarse a la Isla. Si organizar un festival es un trabajo complicado y laborioso ya de por sí, hacerlo en tiempos de pandemia lo dificulta aún más, destacaba este lunes la directora de la muestra menorquina, Inés Garrell.

Ello ha obligado a recomponer un programa que se mantiene sólido, pero que por las circunstancias actuales se está resintiendo a última hora en el apartado de invitados. «Esa está siendo al final la parte más complicada de mantener», reconoce la directora del Ficme.

Un festival que se ha visto obligado a reajustarse a través de dar un mayor protagonismo este año al papel de los cortometrajes, que copan prácticamente toda la programación. Cabe señalar en ese sentido que los cortos, con sus certámenes internacional y balear, son desde hace años una de las banderas del festival.

En una Isla en la que durante el último año y medio ha habido muy poca actividad cinematográfica, con la mayor parte del tiempo las salas comerciales cerradas, «que se celebre un festival de cine es casi un milagro», confiesa Garrell.

«Como todos los festivales que se están celebrando este año, se están haciendo con prudencia y miedo», continúa la directora al hablar de lo que supone poner en pie una muestra «en la que trabajas durante todo el año para luego jugártelo todo en cinco días». En los tiempos que corren no se atreve a decir que el proyecto siga creciendo, «no sé hasta qué punto se puede crecer», confiesa, pero lo más importante es que «está afianzado». Para dar pasos más ambiciosos de cara al futuro    y «situar Menorca en el sector audiovisual hacen falta muchos más recursos», opina.

Así, desde hoy y hasta el próximo sábado, Menorca podrá disfrutar de cinco intensas jornadas alrededor del mundo del cine, una buena dosis de proyecciones  que vienen a asentar el camino de la recuperación del séptimo arte en la Isla, iniciado el pasado 2 de julio con la reapertura de las salas Ocimax de Maó. El sábado, a partir de las 20 horas en el patio del mirador de Sant Francesc de Maó, tendrá lugar la gala de clausura con la entrega de premios, cita que pondrá el broche a otra semana de cine estival.