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El escritor Félix de Azúa firmó el pasado 26 de enero en el diario "El País" un delicioso artículo sobre "La Codorniz" a propósito de una exposición sobre la historia de esta añorada revista satírica que se exhibe en el Museo de la Ciudad de Madrid. Azúa no oculta su dosis de nostalgia al rememorar los beneficios terapéuticos que deparó esta popular publicación humorística entre varias generaciones de españoles, desde quienes vivieron los años más oscuros del franquismo a quienes descubrieron la audacia y el prestigio de tan ingenioso producto periodístico en los años de la transición y la restauración de la democracia.

Recuerda Azúa en su escrito que en "La Codorniz" colaboró un grupo de reconocidos escritores, periodistas y dibujantes, entre ellos Miguel Mihura, Tono, Herreros, Álvaro de Laiglesia, Gila, El Roto, Manolo Summers, Mingote, Chumy Chúmez, Carlos Luis Álvarez -Cándido-, Forges, Máximo, Dátile y Rosa Montero. Desde 1941 y hasta 1978 "la revista más audaz para el lector más inteligente" -como así rezaba su lema desde 1951- narró e ilustró la vida española en una clave humorística que mereció unánimes aplausos entre la ciudadanía.

"La Cordoniz", como tantas otras publicaciones que batallaban por hacer realidad la apertura social y política en un régimen plagado de severos controles y situaciones absurdas, no se libró de los rigores de la dictadura. Se le incoaron diversos expedientes administrativos y en 1973 sufrió un cierre de cuatro meses por orden gubernativa. "La Codorniz", sin embargo, no se amedrentó ni aflojó su espíritu crítico. El inteligente humor desplegado durante sus casi cuatro décadas de existencia fue un arma eficacísima para combatir la insoportable cerrazón ideológica imperante.

Félix de Azúa no oculta su dosis de nostalgia al rememorar
los beneficios terapéuticos que deparó esta popular 
publicación humorística entre varias generaciones de españoles,
desde quienes vivieron los años más oscuros del franquismo
a quienes descubrieron la audacia y el prestigio
de tan ingenioso producto periodístico


Disfruté con la lectura del artículo de Félix de Azúa; y disfruté porque casualmente hacía escasas semanas que mi hija me había regalado un antiguo ejemplar de "La Codorniz" que pudo adquirir en una librería de viejo de Barcelona. El número en cuestión es el fechado el 16 de agosto de 1964, época en que su precio de cabecera era de 6 pesetas. En ese ejemplar se insertaban la mayoría de secciones habituales de la revista, entre ellas las "Noticias de penúltima hora" que aportaba Noel Clarasó, "La cárcel de papel", "La comisaría de papel", "Nada con sifón" y "Galería de dibujantes".

Una muestra del vivaz estilo narrativo que definía el conjunto de la publicación se halla por ejemplo en el apartado "Crítica de la vida". Así, al comentar en el referido número la existencia de unos semáforos ocultos por unos árboles, se cuenta lo que sigue: "En la calle de Almagro y en el Paseo de la Castellana, en Madrid, existen varios semáforos ocultos entre las hojas de los arboles. Quizá algún ignorante crea que su ocultación se deba a la timidez de los mismos, basándose en que cada minuto o minuto y medio se ponen colorados. A esos ignorantes nosotros debemos decirles que si los semáforos se ponen colorados de vez en cuando no es por timidez, sino para detener la circulación rodada para que crucen los peatones, y viceversa". El redactor finalizaba su escrito con una lógica aplastante: "La solución más sencilla, y también la más económica, sería la de podar esas ramas que ocultan la visibilidad del semáforo al automovilista. Y como todo el mundo sabe lo que quiere decir la palabra podar, tampoco es necesario que, con este motivo, entremos en detalles. Pues mientras se espera a la caída de la hoja, pueden ocurrir muchas desgracias".

También eran muy leídas las comparecencias que se registraban en "La comisaría de papel". A título de ejemplo, uno de los comparecientes fue "el llamado titular del teléfono 228-39-25", que en el diario "Ya", de Madrid, correspondiente al 5-7-64, inserta el anuncio siguiente: "Ocasión.- En Madrid bien comunicado con Barcelona, solar industrial 30 x 60, seis alturas, próximo Metro. Directamente. Teléfono 228-39-25". Y, ¿qué tiene ese "solar industrial" para estar "bien comunicado con Barcelona"? ¿Algún servicio particular de cohetes espaciales...?", acababa preguntándose el comisario de papel.

El estrés todavía no se había inventado y leer las páginas de "La Codorniz" era un saludable ejercicio para mantener la mente despierta. Pese a los años transcurridos, debería constituirse una plataforma ciudadana para reivindicar la resurrección de la revista. España la necesita. Para recuperar un humor inteligente, para levantar el ánimo de un país cada día más depresivo por culpa de la crisis económica que todo lo invade. Hoy sus redactores y dibujantes se pondrían las botas. Se las pondrían sin duda para brindar sus peculiares y chispeantes versiones sobre la sumisión de los gobernantes europeos a las órdenes que dicta Angela Merkel, quien ejerce de hecho como gran presidenta de la Unión Europea; sobre las crecientes descalificaciones de que son objeto las agencias de calificación financiera; sobre las ruedas de prensa sin admisión de preguntas (y el pertinente y estúpido acatamiento por parte de los periodistas); sobre el inagotable filón de la corrupción política; sobre los valores de la España limpia; sobre el inamovible salario mínimo vigente; sobre la paradoja de ver como se llenan los estadios del Real Madrid y Barcelona pese a la crisis que no cesa; sobre la asombrosa capacidad de resistencia, en fin, de cuantos ciudadanos han iniciado la subida de una cuesta de enero que en principio se prolongará hasta el próximo 31 de diciembre del año en curso. Y así mil temas más.

Y si no es factible la vuelta de "La Codorniz", al menos habría que reclamar que la exposición abierta en el Museo de la Ciudad de Madrid desfilara posteriormente por otras muchas ciudades españolas. Para hacer efectivo el mutuo homenaje entre tan entrañable revista y sus fieles lectores. Que así sea.

P.S.- Visto lo visto y lo muchísimo que queda por ver, escuchar y leer, ¿para cuándo la edición de un semanario humorístico en Menorca?