Durante la época estival nos visitan muchas personas y una de las características comunes es llevar colgada al cuello una cámara fotográfica. Las vemos de todas las características y de todo los precios pero sus usuarios siempre formulan la misma pregunta: ¿Me puede sacar una foto? Estas personas van acompañadas de su pareja o de un amigo y quieren inmortalizar una escena en la que se incluyan ambos al objeto de dejar testimonio de haber paseado por aquel lugar. Resulta curioso pensar en qué acabarán estas imágenes, si solo serán el recuerdo de unas vacaciones plasmadas en un álbum fotográfico o quedarán olvidadas en el disco duro del ordenador que el día menos pensado sufrirá los efectos de un borrado inoportuno. La suerte de estas fotografías comúnmente no es la misma que la de un aficionado que busca un rincón, una luz, un detalle, una curiosidad y cuyo objetivo cambia radicalmente con la del fotógrafo vacacional.
Si observamos con que características está utilizando un aparato de alta tecnología, como son las cámaras fotográficas actuales, puede ser totalmente paradójico. Cámaras cuyo precio en el mercado es superior a 1.500 euros pueden estar trabajando con la opción "Automático". Es una pena despreciar las posibilidades de estos instrumentos que para su utilización correcta necesitan un detallado estudio de su manual de instrucciones, muchas veces demasiado sencillo y en otras escrito con un lenguaje no inteligible para cualquier profano.
¿Realmente estas cámaras son distintas a las que se utilizaban hace una década? Son exactamente iguales, la única diferencia reside en que las antiguas precisaban de una colaboración del usuario y las actuales las programa la firma comercial correspondiente según su santo y seña. No cabe la menor duda, que en muchas circunstancias la opción automática puede ser una eventual solución pero el resultado final es el de la propia firma y no el del autor del disparo.
Es imprescindible aprender a manejar lo que vamos a utilizar. En algunos comercios se preocupan de ofrecer clases prácticas al comprador para que no se vea frustrado ante tal cantidad de registros. Desde hace cinco años en las clases impartidas en el Ateneu de Maó procuro que los alumnos hallen soluciones que faciliten, al presionar el disparador, la consecución de imágenes que previamente han estudiado teniendo en cuenta las posibilidades que la luz, el enfoque, etcétera les aporta.
Si olvidamos el "BBT" ("Bodas, Bautizos, Turismo") y nos centramos en la fotografía artística rechazaremos toda opción que pueda dominar nuestra capacidad. La creatividad de una persona pasa por plasmar la idea en un negativo y luego positivarlo para poderlo exhibir en cualquier lugar. ¿Realmente con las cámaras digitales utilizamos negativos? Mi respuesta es afirmativa. La inmediatez con la que queremos ver el resultado final conlleva problemas, la gama de color es dura y los contrastes intensos. Es preferible usar el sistema RAW, equivalente al negativo digital, y manipular la imagen con el mismo estilo que llevábamos a cabo hace 50 años en la Casa de la Cultura. Cabe pensar que a lo largo de este tiempo las cosas siguen igual pero con métodos diferentes. Quiero animar a cuantos sean amantes de la fotografía a que no se conformen con lo que ofrece el fabricante y que sean ellos mismos los que impulsen su creatividad.
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