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Hace 20 años Nevermind lo cambió todo. Un tema, "Smells like teen spirit", cautivó los corazones rebeldes de millones de adolescentes y no tan adolescentes, cambiando la industria musical para siempre. Cuesta olvidar ese nivel de estremecimiento, esa pasión desmesurada por el álbum del aparentemente inocente bebé en la piscina. En los surcos de aquel vinilo se encontraba la semilla perfecta para la negación de todo. Hartos del metal, cansados de la decadencia sleazy y ávidos de puñetazos directos a la cara, los Nirvana supusieron una bocanada de aire novedoso y purificador. Un disco. Una colección de clásicos por siempre. Una sociedad incomprendida. El inicio de una década que daría mucho que hablar.

Obviando estúpidas etiquetas como el grunge, que nada tenía o tuvo que ver con Nirvana, ni con Alice in Chains y otros contemporáneos seattleanos, Nevermind fue el golpe perfecto de la mano del mago Butch Vig. Un golpe que nadie esperaba, pues el primer disco de la banda, Bleach (1989), había pasado bastante desapercibido (craso error). El bombazo que supuso la edición de Nevermind es todavía analizado, pues la banda desbancó de las listas de éxitos hasta el mismísimo Michael Jackson. Por otro lado, supuso el inicio del final de Kurt Cobain, que jamás supo aceptar su nueva realidad, ya que en el fondo siempre fue un chico tímido, acomplejado y con problemas personales. Como todos sabemos, más tarde se quitó de en medio, convirtiendo una historia increíble en leyenda.

Sin embargo no hay duda de que el trío de Seattle, influenciado por bandas tan dispares como Pixies, REM o Sonic Youth, hizo un gran favor a la humanidad, demostrando que la música podía ser suave, pop e intensamente rockera a la vez. Cuantas veces no habremos enloquecido con "Territorial Pissings", cuando en el fondo la melodía no deja de ser pop reventado a guitarrazos. Sublime.

Nirvana
Título: Nevermind
Año: 1991
Sello: DGC Records
Producción: Butch Vig

Cuando analizas obras de esta categoría, te viene a la mente ese hecho tan olvidado que son los discos sin un solo tema de relleno. Nevermind tiene de eso y mucho más. Si quieres rabia y locura te aferras a "Stay Away" o "Breed", mientras que si lo que quieres es que tu corazoncito se acongoje, "Something in the Way" y "Come as you are" son perfectas. Pero claro, no nos podemos olvidar de la sinuosa "In Bloom", de la pegadiza "Lithium", de la comercial "Polly", del punk de "Drain you", de la pixiana "Lounge Act" y de la intensa "On a Plain". Es un disco 10 y el que niegue a la banda es que está negando un momento importantísimo de la historia de la música rock. Así de simple.

Por supuesto que los Nirvana siguieron escupiendo discazos después de Nevermind, pero el efecto nunca llegó a ser el mismo. Son igual de recomendables el indispensable In Utero (1993), Incesticide (1992) y ese bello y emotivo MTV Unplugged in New York (1994).

Este es mi pequeño y humilde homenaje a un disco que nunca perderá validez, que ha envejecido de manera excelsa y que no hubiera sido posible sin la sutilidad de Krist Novoselic (bajo) y el archiconocido Dave Grohl (batería). Tres hombres, tres diferentes identidades que marcaron, como ya he dicho, un antes y un después. No lo digo yo, lo dice la historia y esa es, a veces, inamovible.

¿Quién dijo que no se podía hacer con canciones de dos acordes?

Disculpen mi ausencia durante semanas, pero un nuevo road trip me tuvo perdido por tierras americanas.

¡Feliz domingo!