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FICHA. Soy Pamela Pons Sáez (Menorca-Barcelona-Madrid). Nací en Maó el 27 de septiembre de 1982. Estudié Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y, finalmente, me trasladé a Madrid para cursar un máster en Producción de Televisión. Me dedico vocacionalmente a la escritura y, desde hace un par de años, concretamente, a la escritura audiovisual.

C omo guionista: ¿de dónde le salen las ideas?
Como guionista y como escritora las ideas muchas veces surgen del conflicto. Tanto si intentas pensar una idea como si ésta surge de manera espontánea. Suele suceder en el momento en que contrapones dos conceptos que no deberían cuadrar. Es lo que en guión se entiende como "pez fuera del agua". Sería algo así como imaginar a un hombre rico y refinado que se ve obligado a vivir en una barriada gitana. Aunque, por su puesto, también en el día a día y sobretodo en la personalidad de la gente que nos rodea se encuentra un mundo infinito de nuevas ideas.

¿Existen pautas universales a la hora de escribir un guión de ficción?
Por supuesto. La escritura es un proceso metódico, y mucho más en guión. El número de páginas, el número de secuencias, la estructura del guión (punto de arranque, punto de giro del segundo acto y clímax). Además, sobretodo en televisión, debes estructurar el guión en función de localizaciones y actores. Así, el protagonista debe aparecer en más secuencias que un actor secundario, y la mayor parte de la trama debe suceder en los decorados del plató. Muy probablemente imagines una secuencia de atardecer en la playa, y tengas que acabar cambiándola por una que transcurra por la mañana en la piscina. Al final, son cuestiones presupuestarias. Y en último lugar, un guión es en realidad una herramienta de trabajo que utilizarán en dirección, producción, iluminación, decoración, vestuario, etcétera. Y por tanto, está lleno de anotaciones y concreciones, todo en un estilo claro y directo que pueda entenderse en una primera lectura sin problemas.

Háblenos de su proyecto personal: "Els quatre caixers de l'Apocal·lipsi".
Hace más de dos años que escribí las primeras líneas de este proyecto sobre cuatro jinetes menorquines y algo paletos que deben exterminar a toda la Humanidad. Hasta entonces sólo había intentado sacar trabajos adelante en grandes ciudades, donde la competencia es voraz. Me apetecía escribir algo para Menorca. Es cierto que fuera de la Isla pierde el sentido y la gracia, pero tiene mucha más personalidad. Tomé la sabia decisión de buscar un director de teatro lo suficientemente temerario como para querer llevarla a cabo. Una vez obtuve el "sí quiero" de Manel Navarro ya no hubo vuelta atrás. Ha sido un trabajo sobre todo desolador, porque la he escrito sola desde Madrid, sin poder tomarle el pulso a los actores. Sin embargo, y gracias al trabajo del grupo de teatro, la obra ha resultado ser muy divertida y amena.

¿Un guionista debe disponer de otro trabajo para sobrevivir?
Los guionistas consagrados, no. Se puede vivir siendo guionista, y además bastante bien. El problema es el de todos los sectores: los jóvenes lo tenemos muy complicado en todos lados. Nadie te contrata para trabajar en una serie como guionista si no has trabajado antes o no tienes a nadie que te lleve de la mano. Entonces, las posibilidades parecen reducirse a conseguir unas prácticas de guión, como becario. Sin embargo, no conozco a nadie que empezando como becario haya conseguido un contrato como guionista. La verdad es que cuando se acaba tu período de becario y se ven obligados a contratarte, te ponen de patitas en la calle y buscan otro becario para tu puesto. En cine el panorama no es mucho más alentador… Con buenos contactos, mucho ímpetu y un buen trabajo puedes llegar a colocar un guión para una "peli", pero no se te pagará en relación a la calidad de tu trabajo sino a la de tu experiencia como guionista que, continúa siendo escasa porque no existen las oportunidades. Yo, concretamente, trabajo como freelance con pequeños contratos con productoras independientes y aparte ocupo un puesto de creativa en Stage.

¿Cine o televisión?
La "tele", sin duda. Tal vez en España todavía no hayamos sabido sacarle todo el jugo a las series, pero Estados Unidos y el Reino Unido han dado lecciones magistrales. Las series tienen más recorrido y más personajes, evolucionan más y pueden contar más cosas. "Lost", "The Wire", "Mad Men", "Los Soprano"… Los grandes del cine se mueren por hacer "tele". No hay más que ver a Steven Spielberg.

¿Cómo valora la relación entre el cine e Internet?
Internet tiene relación con todo, y el cine no iba a ser menos. Todo acaba en la red. Me parece una maravilla poder ver mis películas favoritas por Internet, sin tener que ir al cine, siempre abarrotado de gente donde hay mil ruidos molestando y el aire acondicionado está demasiado fuerte. Aunque creo que todavía tienen que proliferar más los formatos realizados exclusivamente para la red.

¿Sus personajes se inspiran en la gente que tiene más cerca?
Mis personajes pueden inspirarse en alguien conocido, alguien que he visto en un reportaje de "Callejeros" o incluso en una patata del cesto de la verdura. La cuestión es que, me guste o no, todos llevan una parte de mí, de algo que he sentido, he deseado o he temido.

¿Ha llegado a obsesionarse con alguno de ellos?
No. Cada personaje tiene su sitio. Eso sí, me hacen muchísima compañía. A través de ellos explico cosas que me daría vergüenza o miedo admitir.

¿Cuál es su trabajo en Stage?
Cumplo con las funciones de diseñadora gráfica y de copy. Preparo tanto una publicidad para un periódico como una cuña para una radio.

Su película fetiche.
Sé que no es una película de culto, ni una gran obra maestra, pero me tiene bastante pillada "Troya", una historia en la que el "prota" mata al bueno. Tiene todos los ingredientes de la tragedia clásica pero su lenguaje es sencillo y contemporáneo. No obstante, es una película que si no la ves, tampoco te estás perdiendo nada. La que sí considero un peliculón que nadie debería perderse es "Los puentes de Madison", tanto por la historia, como por el tratamiento y la interpretación. Es una obra intensa y conmovedora.

¿Con quien le gustaría trabajar?
En mi corta experiencia he aprendido que los mejores no siempre son con los que mejor se trabaja. Con quien quiero seguir trabajando muchos años más es con Emma Bertrán, mi compañera actual de escritura, mi amiga, mi crítica y mi mentora… Una chica que seguro que llegará muy lejos.

Recientemente de regreso a Madrid. ¿Tiene síndrome postvacacional?
Indudable e inevitablemente. Pero mejor llamémosle por su nombre: depresión postvacacional. Después de 11 años fuera de la Isla, Menorca se ha convertido en una especie de sueño, y coger el avión para venir a casa se parece cada vez más a coger un trasbordador que te lleva a otro planeta. Sobretodo desde que se ha convertido en sinónimo de "vacaciones".

Ya ha experimentado aquello de: "De Madrid al cielo".
No, la verdad. Desconozco completamente esa sensación. Desde que llegué hace cuatro años no he hecho más que partirme los cuernos.

"A Cor Obert" acaba aquí. Gracias por sus respuestas. Un sueño.
¿Sueños? Hago la colección: ganar un Premio Planeta; escribir una "peli" de éxito; construirme una casa completamente sostenible; tener 2.000 churumbeles; que Merkel abandone la política; que me crezcan las tetas; abandonar el diseño gráfico definitivamente; que le pongan mi nombre a una calle; que la gente se comprometa más con las cuestiones sociales… Pero el sueño que más me representa de todos es el de la jubilación: sueño con tener un buen retiro y dedicar los muchos años que me queden a escribir, escribir y escribir…