09/08/11 0:00
Eran las cuatro de la mañana cuando aquél tímido personaje de comienzos del relato empezó a mirarme de forma diferente, se revolvía entre los surcos que habían dejado las palabras y desde el fondo de su arco superciliar me lanzaba sus vivos ojos con una fijeza escalofriante.
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