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En 1990 el director americano David Lynch (1946 ), se alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes con la película "Corazón salvaje" (Wild at Heart), adaptación de la novela homónima del poeta, novelista, guionista y biógrafo Barry Gifford (1946). Resulta sorprendente, a priori, que Lynch adaptase en casi un tiempo récord una novela que había aparecido ese mismo año. Sin embargo, una vez que se ha tenido la oportunidad de leer la novela -casi un guión pues está prácticamente en su totalidad dialogada y sometida a la influencia de "En el camino" de Kerouac del que Gifford es biógrafo- se entiende a la perfección las posibilidades que se abrían para Lynch y su particular universo.

Adaptación de Lynch
En cuanto a la adaptación, Lynch se permite un par de modificaciones para mantener la tensión dramática, pero consigue captar y mostrar tanto los paisajes -levemente apuntados en la novela- como la desolación que representan éstos y los personajes protagonistas.

El argumento de la novela es sencillo: Sailor, tras cumplir dos años de condena por asesinato en defensa propia, sale de la cárcel. Fuera le espera Lula, una jovencita de buena familia que desafiando al poder materno -su padre está muerto- huye con Sailor en busca de la felicidad en un viaje por carreteras secundarias desde Carolina del Norte hasta Big Tuna -Texas- pasando por Nueva Orleans. Se alojan en hoteles baratos y se alimentan en restaurantes de tercera y estaciones de servicio mientras van poniéndose al día de sus vidas. Tras ellos irá Jonnhy Ferragut, un detective privado enviado por la madre de Lula y que es escritor en sus ratos libres. En la obra de Lynch el detective pasa a ser un mafioso enviado por la madre para eliminar a Sailor ya que éste ha sido testigo del asesinato del padre de Lula ordenado por su madre. Dejo el final de la obra sin desvelar para que el lector pueda disfrutar de la intriga.

Lo que me interesa destacar es la desolación de la que hacen gala los personajes protagonistas pues los secundarios no son más que comparsas. Sailor y Lula emprenden una huída hacía adelante, para huir de su pasado, a través de unos paisajes más desolados aún y con los que se establece una identificación ofreciendo una coherencia poética total.

Por otra parte, si nos fijamos en los diálogos de los personajes -casi en el 90 por ciento de la obra- éstos se centran en evocaciones del pasado, sobre todo en su infancia y en sus seres queridos, mientras que, paradójicamente, no hay ningún plan de futuro como cabría esperar en alguien que quiere iniciar una nueva vida. Este hecho, unido al desenlace final, parece intentar ilustrar la imposibilidad de la felicidad de lo personajes, de un ineludible destino de fatalidad. Es como si los personajes ya supiesen que navegan en el vacío y que están condenados a la infelicidad, sin esperanza alguna.

Sin intentar forzar la interpretación, me gustaría llamar la atención sobre un hecho relativo a la forma de la novela. El libro de Gifford está divido en 47 pequeños capítulos. Cada uno lleva un título. Pues bien, a excepción de los últimos 5 capítulos y de los iniciales, las frases finales de cada episodio -o al menos las más importantes- coinciden con el título del capítulo. Es decir cada apartado se cierra en si mismo, cada capítulo es circular como una rueda que va alejando paso a paso a los protagonistas de su felicidad.

Si Gifford nos narra el vacío existencial, Lynch nos muestra ese mismo vacío en imágenes.