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Seguramente alguna vez os habréis preguntado: ¿Por qué en el mundo hay gente de color "negro" y gente de color "blanco"?
Hace ya muchos años, antes de que existieran los humanos, en la Tierra había una especie muy rara que se caracterizaba por su aspecto físico. Era translúcida, es decir, no tenía colores, era transparente. Su forma era muy parecida a la de un hombre y su inteligencia también. Esta especie no tenía nombre simplemente le decían "los translúcidos".
Se fue expandiendo muy rápidamente por todo el mundo, tanto en las zonas cálidas como en las frías.
En las tierras frías, los translúcidos, se quejaban a los dioses del frío que hacía y lo mal que se lo pasaban. En cambio en las tierras cálidas, la especie rara, se quejaba del sol que hacía y el calor que tenían.
Un día los dioses tuvieron una reunión en el Olimpo para tratar el tema de los translúcidos y llegar a una conclusión.
-Hay que pensar alguna solución para los translúcidos-dijo Júpiter.
-Yo creo que lo mejor es matarlos a todos-propuso Hades, dios del inframundo.
-¡Oh no! -gritó Venus. Sin ellos nos aburriríamos mucho, al fin y al cabo somos nosotros quienes los controlamos.
-Yo estoy de acuerdo con Venus-dijo Mercurio. Creo que es una especie muy original y asombrosa.
Los dioses estuvieron hablando un buen rato del tema pero no llegaron a ningún acuerdo. Los dos únicos que querían ayudar a los translúcidos eran Venus y Mercurio, así que estuvieron los dos charlando un ratito a solas.
-Hermosa Venus tengo una idea ¿Quieres que te la cuente?
-Sí -afirmó Venus.
-Mira, creo que lo que podemos hacer es ir a visitar a los translúcidos y explicarles que nosotros dos solos no podemos ayudarlos. Necesitaríamos la ayuda del dios Júpiter, dios del cielo, para ayudarlos pero como él se ha negado no podemos hacer nada. Se tendrán que aguantar y luchar para sobrevivir.
-De acuerdo. Tú irás a las tierras cálidas y yo a las frías -dijo Venus.
Los dos dioses bajaron del Olimpo y cada uno se dirigió a su destino.
Cuando Mercurio llegó a África, el continente donde estaban la mayoría de las tierras cálidas, se encontró a una translúcida que apenas pudo ver y le dijo:
-Hola, mi nombre es Mercurio y soy un dios. ¿Sabes hablar?
-¡Pues claro! Mi inteligencia es igual o superior que la tuya. -afirmó ella.
-¿Tienes nombre?-le preguntó Mercurio acercándose mucho a ella.
-Sí, me llamo Tania. ¿Por qué has venido aquí?
-He venido para decirte que los dioses no podremos hacer que no tengáis tanta calor y sol.
-¿Y por qué no nos podéis ayudar?-preguntó Tania.
-Porque sin la colaboración del dios más poderoso del Olimpo, Júpiter, es imposible.
-Lo entiendo, tendremos que luchar mucho. Yo ya se lo diré a los otros translúcidos de África -afirmó Tania con cara de pena.
-Lo siento mucho Tania. ¿Sabes que aunque no te vea te encuentro guapa y muy simpática?-le dijo Mercurio para cambiar de tema.
-¡Oh! No me digas que casualidad yo también te encuentro muy atractivo y colorado.
Los dos estuvieron bastante rato hablando hasta que se enamoraron e hicieron el amor.
Tania se quedó embarazada.
Mientras tanto en las tierras frías la diosa Venus estuvo hablando con Aetos, un joven translúcido procedente de Escandinavia. Ocurrió lo mismo que en las tierras cálidas, Venus y Aetos se enamoraron completamente y curiosamente Venus también se quedó embarazada.
Al cabo de unos meses nacieron los dos bebés.
Pasó algo muy impresionante. El bebé de Tania no nació translúcido, como se esperaba, sino de color, negro como la tierra de la selva.
Éste fue el primer humano negro que existió en el mundo y a partir de él nacieron muchísimos más. Seguramente la mezcla de ADN de un dios y de un translúcido y las fuertes temperaturas de África fue lo que creó esta nueva raza desconocida.
Lo mismo le pasó a Venus. De su tripa no salió un bebé transparente sino un niño de color de piel blanca como la nieve. El ADN de Venus más el de Aetos y las bajas y frías temperaturas de las tierras frías fue lo que creo el primer humano blanco. A partir de éste nacieron muchos más hasta el día de hoy.