Si hay una animal por el que los menorquines sienten una especial predilección, ese es sin duda el caballo. Ello se debe en gran parte a que es uno de los grandes protagonistas de las celebraciones populares. Se puede decir que Menorca es una fiesta durante todo el verano con un calendario que se abre con las fiestas de Sant Joan en Ciutadella (23 de junio) y que cierra la temporada con las de la urbanización turística de Cala en Porter, en Alaior, en septiembre. Entre medias, prácticamente cada semana alguno de los municipios o localidades se sumerge en una celebración que gira, principalmente, en torno al caballo y que alcanza uno de sus momentos álgidos con los Jaleos en las céntricas plazas, donde los equinos saltan animados por los asistentes al ritmo de la jota «El postillón de la Rioja».
Mención aparte merecen las fiestas la de Sant Joan. Su tradición se remonta siglos atrás y aplican unos protocolos diferentes a los del resto de los pueblos. Además es la que más gente reúne, con multitud de personas que se desplazan desde fuera para disfrutar de un acontecimiento que se convierte en todo un espectáculo. Quien pretenda adentrase más a fondo en esa tradición puede hacerlo con una visita al Museo Municipal de la ciudad, en Can Saura, que dedica dos de sus salas temáticas a las fiestas de Sant Joan.
Dicen del caballo menorquín que es noble, de buen carácter y fácil de entrenar. Fue reconocido como raza en 1988 por la Jefatura de Cría Caballar del Ministerio de Defensa. Actualmente, su libro genealógico y su programa de conservación y mejora oficiales se encuentran gestionados por la Asociación de Criadores y Propietarios de Caballos de Raza Menorquina. Tras el paréntesis provocado por la pandemia, este año ha regresado al calendario la feria de la que es protagonista desde hace un cuarto de siglo y que acoge el Concurso Morfológico de Caballos de Raza Menorquina. Una fiesta que se suele celebrar durante el mes de mayo en el Recinto Ferial de Es Mercadal.
23 y 24 de junio. Su tradición se remonta siglos atrás y aplican unos protocolos diferentes a los del resto de los pueblos. Además es la que más gente reúne, con multitud de personas que se desplazan desde fuera para disfrutar de un acontecimiento que se convierte en todo un espectáculo.
Es Mercadal: Sant Martí
15 y 16 de julio. Si las de Sant Joan, las más mediáticas de la Isla, son las primeras del calendario, hay que tener en cuenta que la temporada alta no comienza hasta casi un mes después, mediado el mes de julio. Es por eso que las fiestas de Es Mercadal tienen un sabor muy especial.
Fornells: Sant Antoni
22 y 23 de julio. La fiesta continúa en el mismo municipio a la semana siguiente. Si bien la mayoría de las celebraciones siguen un patrón protocolario muy parecido, las de Sant Martí cuentan con un atractivo especial al ser de las pocas que se festejan al borde del mar.
Es Castell: Sant Jaume
24 y 25 de julio. La cuarta es sin duda la semana grande de las fiestas menorquinas en el mes de julio, ya que prácticamente se solapan las de Fornells con las de Sant Jaume. Mientras que en algunos municipios prefieren hacer coincidir las celebraciones con el fin de semana, en Es Castell son más partidarios de ser fieles a la fecha exacta.
Es Migjorn: Sant Cristòfol
29 y 30 de julio. Una buena manera de acercarse a las fiestas menorquinas es hacerlo a través de los pequeños formatos. Muy concurridas, aunque lejos de las concentraciones de gente de otros municipios más grandes, las de Es Migjorn Gran son perfectas para acercarse a los protocolos festivos.
Llucmaçanes: Sant Gaietà
5 y 6 de agosto. Hay municipios en los que la celebración se extiende más allá del patrón o patrona municipal. Ese es el caso de Maó, donde algunos de sus núcleos urbanos, como el Llucmaçanes, también hacen girar sus fiestas en torno al mundo del caballo y los caixers.
Alaior: Sant Llorenç
12 y 13 de agosto. Tras un intenso mes de fiestas patronales, cuando en el calendario llega el tiempo de las perseidas, o lágrimas de San Lorenzo, es el turno de Alaior. Celebración de protocolo tradicional pero con un atractivo especial, las corregudes de Es Cós del 15 de agosto.
Sant Climent
19 y 20 de agosto. Otro núcleo urbano mahonés que cuenta con fiestas propias, siempre durante el tercer fin de semana de agosto. En este caso, la nota de color llega a través de la pluja d’aigua para cerrar el programa de fiestas de una manera refrescante.
Ferreries: Sant Bartomeu
23, 24 y 25 de agosto. Otra buena ocasión para descubrir la esencia de la celebración popular desde las pequeñas distancias. Unas fiestas que reproducen los protocolos más tradicionales pero con elementos que le dan un toque de distinción.Y es que además del tradicional Jaleo de caballos, estos ceden el protagonismo en la jornada final a los asnos con una interpretación más humorística de la fiesta.
Sant Lluís
26 y 27 de agosto. La cuarta también es tradicionalmente la semana grande de las fiestas menorquinas en agosto. Finalizadas las de Ferreries, dos días después el desfile de caballos y jinetes se traslada a la otra punta de la Isla. En este caso, el toque diferente llega con el tradicional desfile de carrozas.
Maó: Mare de Déu de Gràcia
7, 8, y 9 de septiembre. Junto a las de Ciutadella, las de Maó conforman las dos grandes fiestas populares menorquinas. Los mahoneses celebran en la Plaça Constitució el que sin duda es uno de los Jaleos más espectaculares y animados del verano. Entre sus actos también figuran las carreras en el Cós de Gràcia.
Es Mercadal y El Toro: Sant Nicolau
16 y 17 de septiembre. Las de Maó ponen el broche a las celebraciones populares del verano, pero no son las últimas del calendario. La cima de Menorca, El Toro, acoge otro de los jaleos más espectaculares del estío, con al menos un jinete representando a cada uno de los municipios de la Isla.
Cala en Porter
16 y 17 de septiembre. Y tres meses después de que con el Dia des Be en Ciutadella comenzara la temporada de fiestas, esta llega a su fin en la urbanización turística de Alaior. Y lo hacen con la única celebración en la que los caballos pisan la arena de la playa.