Dicho movimiento, que se materializó hace algunas semanas, está permitiendo a nuestro joven protagonista vivir con dedicación exclusiva por este deporte de evasión y contacto surgido en el británico Rugby School durante el siglo XIX.
«Empecé a jugar a los 17 años, poco antes de que estallara la pandemia de la covid», evoca Tristán sobre sus inicios en la materia. «Un amigo me propuso ir a probar, me gustó y me quedé», sigue explicando, en lo que significó su incursión en el Menorca RC, estancia que prolongó hasta el año previo.
«Me incorporé a El Toro en diciembre de 2024. Conocíamos a gente del club, me hicieron una prueba, les convencí y fiché; lo cierto es que estoy muy a gusto en el club y en Mallorca», abunda Tristán, que reconoce que su presencia en la vecina isla mayor responde en exclusiva a su dedicación y amor «por el rugby».
Su rutina semanal incluye seis días de entrenamiento, «tres días entreno con mi equipo, y otros tres por mi cuenta», enumera, y ya ha acumulado semanas suficientes en el club ‘calvianer’ como para advertir ciertas diferencias en parangón al proyecto que conoció e integró en Menorca.
«Las principales diferencias se aprecian en el número de gente que hay en un club y en otro, y también en las instalaciones. Aquí, en El Toro, son mejores. De hecho, el problema que existe en Menorca con el campo es tremendo. Además, El Toro compite en dos categorías, la verdad es que es un club con una dimensión mayor», detalla el rugbier menorquín. Tristán, que insiste en «vivir bien» en Mallorca, si bien matiza que «en ningún sitio se está como en Menorca», tiene por más próximo y estimulante horizonte un posible debut en División de Honor B con el conjunto mallorquín.
«A ver si puedo debutar, desde que me rompí la pierna, jugando en Menorca, no he tenido un partido oficial. Si se dan las condiciones, no lo descarto», indica Tristán, cuya reflexión no carece de sentido, puesto que la posición que ocupa, primera línea, «propicia muchas lesiones, siempre falta gente, por lo que opciones puedo tener», observa.
«El rugby es lo único que haría sin cobrar, lo único que me mola de verdad, aunque me gustan todos los deportes en general. Con anterioridad hice fútbol, soy del Athletic Club –el peso del influjo materno–, pero actualmente, solo rugby. ¿Vivir de esto? Como jugador lo veo complicado, pero este es un deporte que está creciendo mucho y todavía soy muy joven, por lo que tengo cierto margen para que algún día llegue esa posibilidad», termina Tristán Torrent Uriarte, un menorquín que ha convertido su pasión por el rugby en su modo de vida.
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