La tradicional ceremonia propone una conexión entre los Juegos de la Antigüedad, nacidos en Olimpia en el año 776 a.C., y los Juegos de la Modernidad. «Dios del sol y del ideal de la luz, enviaste tus rayos y encendiste la llama sagrada para la ciudad hospitalaria de París», exclamó Miná poco antes de encender la antorcha.
Tras una danza de la coreógrafa Artemis Ignatiu, Mina entregó la llama al primer portador, el griego Stéfanos Duskos, medalla de oro en remo en los Juegos de Tokio 2020, quien la condujo hasta el monumento a Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos. Ahí, la antorcha olímpica fue entregada a la segunda portadora, la nadadora francesa Laure Manaudou (tres medallas olímpicas en los Juegos de Atenas 2004, incluida una de oro en 400 metros estilo libre).
El acto había comenzado con el izado de las banderas olímpica, francesa y griega, seguido de sendos discursos del alcalde de Olimpia y los presidentes de los comités olímpicos internacional, galo y heleno. El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, señaló que los Juegos son un símbolo de paz y de la unidad internacional «en estos tiempos difíciles que están llenos de guerras y conflictos».
También para el presidente del Comité Olímpico Griego, Spyros Kapralos, el objetivo de las competiciones de este año es «difundir la visión de paz y el respeto llamando a las naciones que implementen la tregua olímpica». En la Antigüedad, todas las guerras entre las diferentes ciudades griegas se detenían durante los Juegos para que todos pudieran participar.
Durante diez días, el fuego olímpico hará su periplo por Grecia, que concluirá el 26 de abril en el estadio Panatinaico en Atenas, sede de los primeros Juegos contemporáneos de 1896. Al día siguiente, la antorcha partirá hacia Marsella (Francia) en el histórico velero de tres mástiles 'Belem' desde el puerto El Pireo de la capital griega.
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