Mientras que Miami acogía el quinto Gran Premio de Fórmula 1 de la presente temporada, la Fórmula 4 española daba su pistoletazo de salida en el legendario trazado de Spa-Francorchamps (Bélgica). Para aquellos no familiarizados con la F4 española, cabe decir que se trata de una categoría de carácter nacional inmediatamente inferior a la Fórmula 3, al igual que la F4 emiratí, británica o italiana. Junto a esta última, la española es la mejor valorada por su competividad e igualdad entre equipos y pilotos.
Para la ocasión, el mecánico Víctor Gomila (2000) fue el encargado de poner el acento menorquín en Spa en su puesto de primer mecánico para la escudería Tecnicar Motorsport Solutions. Mientras que en el box contiguo trabajaba el equipo de Eric Gené, hijo del piloto Jordi Gené y sobrino de Marc Gené, ex piloto de Fórmula 1 y embajador de Ferrari, Gomila se encargaba única y exclusivamente del monoplaza del australiano Griffin Peebles.
«Coincidió que justo uno de los primeros mecánicos se había ido y como no había nadie, pues me eligieron a mí. El equipo es nuevo y al haber tanta gente nueva, muchos somos novatos. El haber hecho el máster en Campos ayuda porque es de lo mejor que hay», explica Gomila sobre su incorporación al equipo valenciano.
La relación entre Campos Racing y Tecnicar, equipo residente en el circuito de Cheste, es tan estrecha que el propio Peebles forma parte de la Campos Academy. Por tanto, la relación con el resto de miembros del garaje también es bastante similar: «Al director de nuestro máster le suelen llegar ofertas de equipos que necesitan gente. Él nos las reenvía a los alumnos y nosotros echamos el currículum», aclara Gomila.
Y es que Víctor se ha tenido que buscar la vida para llegar hasta Tecnicar: «Al acabar el bachillerato científico me fui a estudiar el Grado Superior en Automoción a Barcelona. Yo ya iba un poco con la idea de trabajar en esto de las carreras, así que preparé la solicitud de admisión para el máster en Ingeniería y Mecánica de Competición de Campos», relata el joven llucmaçaner.
Sin embargo, no se trata de un trámite sencillo, ya que este proceso de admisión «es muy selectivo»: «Cuando me hicieron la entrevista, me dijeron que ya habían hablado con 68 personas antes que yo», relata Víctor Gomila.
Finalmente, tuvo «suerte» y se hizo con una de las tan solo veinte plazas disponibles. «Tuve suerte, les gusté y me aceptaron», cuenta orgulloso, ya que la reputación del máster de Campos le abría muchas puertas en el mundo del automovilismo de forma automática. Por lo tanto, se trata de una oportunidad excepcional.
Experiencia única
Con el grueso del curso prácticamente acabado, a Gomila tan solo le queda entregar y presentar la defensa del Trabajo Final de Máster en septiembre. No obstante, antes aún le queda disfrutar de las prácticas de Campos en la Fórmula 3, en las cuales le tocará visitar de nuevo Spa a finales de julio, pero esta vez coincidiendo con el calendario de Fórmula 1.
Para Gomila no es un problema repetir estancia, ya que como buen amante del automovilismo reconoce que Spa es su circuito favorito. El poder haber visto de cerca Eau Rouge, la mítica curva de alta velocidad del trazado belga, ha sido «increíble». «Hasta que no la ves en directo, no te haces una idea de lo que realmente es. Esa sensación de tener Eau Rouge frente a tus ojos, ver cómo suben los coches a toda velocidad… no hay nada parecido», reconoce.
Sin embargo, Spa no es el circuito ideal para los monoplazas de F4, que si normalmente oscilan entre el minuto y medio y los dos minutos por vuelta en cualquier otra pista, en Spa necesitan dos minutos para recorrer sus siete kilómetros de distancia. Gomila hace alusión al «marketing» para entender su inclusión en el calendario de F4: «Sirve para darle más visibilidad al campeonato y a los pilotos también les hace ilusión», destaca. De hecho, si el gasto para una escudería de F4 en un fin de semana normal es de entre 20.000 y 30.000 euros, toda la logística que acarrea Spa eleva ese techo hasta los 50.000 euros.
En cuanto a la experiencia vivida durante el fin de semana, el mecánico natural de Llucmaçanes resalta que el equipo empezó a trabajar junto «a principios de abril»: «Tan solo conocía a dos miembros más que estaban estudiando conmigo. De hecho, uno de ellos es mi compañero de piso. Pero bueno, poco a poco vas conociendo a la gente y su manera de trabajar», señala.
La prioridad, apunta, «era no romper los coches»: «Hubiera estado bien puntuar, pero estas carreras son totalmente alocadas. Si coincide que ese día el piloto está inspirado y te hace un carrerón… Al final son chavales de entre 14 y 16 años, que ya cuentan con mucha presión encima», comenta.
Los tests oficiales previos, las dos sesiones de entrenamientos libres, las dos de clasificación y las tres carreras que conforman el evento suponen un alto nivel de estrés que Gomila y sus compañeros superaron con creces: «Una parada te mata. No lo recuperas ni con cinco o seis safety cars. Esta categoría no es como la F1, en que las paradas tienen que ser de dos segundos. En un pit stop normal en F4 sueles tardar entre uno y dos minutos. Si se han entrenado bien, puedes llegar a hacerlo en 40 segundos», detalla.
Y a todo eso hay que sumarle que se trataba de un fin de semana cargado de lluvia, por lo que la incertidumbre era mayor. Pese a ello, «todo salió bien» a nivel personal para Gomila: «Hay muchas cosas que mejorar, eso está claro. Pero mi prioridad era que el coche saliera a pista, no romper nada… En este mundo, si empiezas haciendo caso a lo que te dicen y tu forma de trabajar gusta, vas a salir adelante seguro», subraya.
En lo que respecta al futuro, Gomila de momento se centra en seguir con su trabajo como primer mecánico en Tecnicar, con el que vuelve al ruedo el inminente 27 de mayo en Motorland (Aragón). Se trata de la segunda prueba de las siete que conforman el calendario de este año. Además, añade que va a estar en la estructura de la escudería «todo el año» y, muy probablemente, también «la próxima campaña».
Mientras que su objetivo a corto plazo es «mejorar y seguir aprendiendo», confiesa que le gustaría «llegar a la Fórmula 1», aunque tampoco es algo que le quite el sueño: «Me gustaría, pero a la vez no porque hay diez mecánicos por coche y solo te encargas de una parte muy específica. Lo chulo de verdad es encargarte de un coche y prepararlo tú, como estoy haciendo ahora».
Es por ello que está abierto a todas las disciplinas automovilísticas, desde la Fórmula 2 hasta la WEC (World Endurance Championship) y las 24 Horas, pasando por los rallies, los GTs (Gran Turismo) o incluso los karts.
Lo que sí que tiene claro es que quiere «aprovechar este tiempo» para mejorar su inglés porque sabe que va a acabar en el extranjero. «Cuanto más subes de nivel, más difícil es seguir en España», concluye Víctor Gomila, el representante menorquín en la Fórmula 4 española.
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