Aún sin haber podido tomar una ducha tras su salida la mañana de este viernes de la cueva de Motril (Granada) en la que ha vivido todo este tiempo, Flamini ha ofrecido una conferencia de prensa de una hora junto al presidente de la Federación Andaluza de Espeleología, Francisco Hoyos, y el espeleólogo coordinador de la asistencia que le ha cuidado en la sombra, David Reyes. A veces aturdida y siempre sonriente, Flamini ha comparecido, sin gafas de sol, durante más de una hora para relatar este desafío personal, ya convertido en récord mundial, que le ha regalado momentos «difíciles y muy bonitos» durante más de dieciséis meses a 70 metros de profundidad en los que nunca encontró la forma de averiguar el paso de los días.
Sin conocer aún lo ocurrido en el mundo durante este tiempo -«Estoy anclada en el 21 de noviembre de 2021», fecha en la que entró-, esta deportista de élite asegura que nunca pensó en abandonar -«De hecho, no quería salir»- y mantiene que conocía antes de entrar los riesgos, especialmente psicológicos, a los que se enfrentaba, pero nada de los que dejaron escrito los psicólogos le ha ocurrido a ella, salvo «alucinaciones auditivas porque estás en silencio y el cerebro se las inventa».
Sí ha necesitado que le repitan en alguna ocasión las preguntas de los periodistas por la pérdida de memoria a corto plazo que crean estas situaciones, que le servirán como entrenamiento de fortaleza mental para otros proyectos que tiene en mente relacionados con Mongolia. Su día a día en la cavidad, ubicada entre el término municipal de Gualchos y Motril, consistía en «leer, escribir, dibujar, tejer» y también disfrutar, porque sentía que estaba donde quería estar y que experimentaba lo que quería experimentar.
Afrontaba los días y sus necesidades «de forma natural» y guiándose por las sensaciones: «Tengo sed, bebo. Tengo hambre, como (...) Si tengo sueño, duermo, y si tengo insomnio me levanto y me pongo a leer», cuenta Beatriz, que ha llegado a leer 60 libros. Había un lugar de la cueva establecido como punto de intercambio en el que ella entregaba sus grabaciones, recibía comida y le retiraban la basura: «Cada cinco cacas me retiraban la basura. Como los dioses, yo dejaba mis ofrendas y ellos me daban comida», ha bromeado.
Flamini entró con 48 años a la cueva y ha salido con 50, pero no ha sido consciente de esos dos cumpleaños, por lo que no los celebró: «Empecé a tomar ciertas referencias de cuántos días podrían pasar, pero hubo un momento -cuando creía que llevaba 65-, que tuve que dejar de contar porque perdí la percepción temporal».
Tuvo alucinaciones auditivas al pasar mucho tiempo en silencio: «He respetado mucho el silencio de la cueva para no emitir contaminación acústica. Hablaba sobre todo cuando me grababa con la cámara. De vez en cuando se oían alaridos porque la cueva está llena de agujeros y cuando a alguien se le caía algo los escuchaba (gritar)». Pero quizá el momento más complicado fue una invasión de moscas: «Empezaron a poner larvas, no lo controlé y me vi envuelta en moscas», ha relatado esta deportista, cuya experiencia forma parte del proyecto «Timecave», en el que han estado involucrados espeleólogos, psicólogos y entrenadores físicos que han seguido de cerca su día a día pero sin contacto.
«El miedo paraliza, si te dejas arrastrar por él entras en pánico y cometes errores», ha explicado tras asegurar que desde el principio dejó claro que nada, ni siquiera la muerte de un familiar, debía romper la incomunicación con el exterior. Beatriz disponía en la cueva de un router que le permitía conectarse a internet a través de un ordenador «capado», sin fecha ni hora ni navegadores a los que acceder, para realizar «únicamente» los test que, a petición de los psicólogos involucrados en el reto, debía completar para posteriores estudios cognitivos.
Pero un fallo técnico en este aparato que le causaba malestar y dolores de cabeza por la emisión de ondas magnéticas y que impedía pulsar, fuera necesario, el botón de pánico ante cualquier emergencia, puso en riesgo su seguridad e integridad física, por lo que el equipo, siguiendo el protocolo de prevención de riesgos, decidió sacarla durante ocho días en los que, según ha asegurado a EFE la deportista, estuvo en todo momento aislada en una tienda base hasta que se solventó el problema y pudo regresar a la cueva. Aquello ocurrió, según el equipo, poco antes de que cumpliera 300 días en la cueva. Flamini ha querido aclarar esta circunstancia con posterioridad a la rueda de prensa, «extrañada» de que no le preguntaran por ello y convencida, ha dicho a EFE, de que se conocía.
8 comentarios
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"Aislada en una cueva pero con un router para la hinternete, y gente llevándose mi mierda cada 5 días", estas cosas no las puedo entender, igual me hago mayor. O estás aislada del mundo o no lo estás.
Una chorrada monumental.
Muy divertido no parece, pero por no ver salvame parece, excesivo.
Qué desperdicio total de vida. 500 días que nunca volverá a tener y ¿para qué? No puedo entender esto. Tantas personas gravemente enfermas que pagarían cualquier cantidad de dinero por tener otros 500 días de vida. La estupidez no tiene fin.
Y todos estos jovenzuelos y no tan jovenzuelos, que se van a Grandes Hermanos, islas paradisiacas, sin casi comer, y luego comen con las manos, pruebas de alto riesgo, aislados durante 2 meses, creo que esto deberia estar prohibido, estas cadenas televisivas, deberian cerrarlas a todas, y estis inocentes jovenes, se meten en estos realitys, todo para llegar a ser famosos y ganar dinero, pero no se dn cuenta que luego tendran tratornos psicologicos el resto de su vida, yo estuve 35 años encerrado en una oficina, que la comparo a una carcel de lujo, y tener que someterse a las ordenes de galifantes, que eran más chulos que Kico Matamoros, o sea que lo de esta señora, no me parece tan mal, tratandose de una deportista, preparadisima, y que ya tenia otras experiencias, y a una edad más veterana, su metodo, es el que aplicamos, cuando estuvimos encerados por culpa del Covid, yo organizaba unos horarios, por la mañana juegos de mesa, y pimpon y las 12 gimnasia, comer al mediodia, por las tardes ver series, y sobre las siete subir y bajar escaleras, si estabamos cansados tomar el sol en la terraza, mucha gente lo paso mal porque no tenia terraza, pero en las oficinas tampoco hay terrazas, y algunos compañeros que son pocos, pero estan endemoniados, hace 18 años que no he vuelto a ver a ninguno, y eso que yo salgo todos los dias, he tenido mucha suerte.
Manuel TorresNo estaba con Pablo su guitarra y su clencha. . Saludos
No le veo ningun merito.otra cosa seria hacer una funcion social o ayudar a alguien...esto de merito yo no lo entiendo por mucho que intenten relacionarlo con algo cientifico...mas que cientifico creo es psicologico y esta tardando en ir a un psiquiatra para que le ayude!
Estaría acompañada con los de VOX.