Estos días se pasean por Madrid los catorce enviados del COI para estudiar y evaluar, otra vez, la candidatura de la capital del reino a las Olimpiadas del 2020, es decir dentro de siete años, casi nada.
El ínclito Gallardón ya lo intentó cuando era alcalde gastándose un potosí de dinero público para festejos y excesos, que ahora podrían ser muy necesarios para cuestiones más prioritarias, pero esta gente no aprende, la alcaldesa elegida a dedo, la señora Botella, continúa con el proyecto de aquel que tuvo a bien nombrarla.
Que no nos vengan con la zarandaja de que las Olimpiadas son rentables. No es cierto, en el mejor de los casos se recupera el dinero invertido y poco más. Cierto que da proyección y publicidad a una ciudad pero no siempre se rentabiliza como toca. En el 92 tuvimos las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, y mientras los focos iluminaban tanta parafernalia la tasa de desempleo era del 20.3%, pasando en el año 93 al 23% (ahora estamos en el 26% largo). Circo teníamos, pan no tanto.
Pero ellos continúan empeñados en sus sueños megalómanos pagados con el dinero de todos y se tiran de cabeza por enésima vez a por las Olimpiadas, supongo que argumentarán que los deportistas se podrán ir a echar unas partiditas de póker para relajarse en el futuro Eurovegas. Como les mola estar en la foto e inaugurar cosas, aunque sean aeropuertos sin aviones o estadios que se caen a trozos por falta de uso.
Dicen que la baza que venderán es la de que las instalaciones ya está acabadas y no hace falta mucha inversión… pero se ha publicado que lo que debería ser el estadio olímpico de la Peineta está a medias y es un gran lodazal, que el centro acuático es un esqueleto de hierros y cemento, y que la famosa Caja Mágica además de infrautilizada presenta boquetes en su estructura, vaya panorama.
Supongo que tampoco ayuda el cartelito de las chanclas de colores para promocionar el evento, parece más propio del anuncio de una discoteca de playa con chiringuito para los refinados chicos de Gandía Shore, que de un acontecimiento deportivo de tanta envergadura.
Nosotros, queridos lectores, podríamos contribuir a conseguir las Olimpiadas donando el pabellón del Menorca Basket, igual que lo trajeron se lo pueden llevar modulo a modulo, nos ahorramos mantenerlo y sobre todo verlo cada día, porque el dolor lo tenemos igual, pero no hace falta recrearse en él.
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