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De Melilla a Barcelona, de Barcelona a Menorca, Ponferrada, Eivissa, Palma y de nuevo, Menorca donde echó raíces en Ciutadella después de haberse convertido en el primer jugador foráneo que aterrizaba en Sant Antoni en 1969 procedente del amateur del FC Barcelona. Es Francisco Serrano Pozo (Melilla, 1949), norteafricano de nacimiento, badalonés de sentimiento y ciutadellenc de corazón, cocinero antes que fraile y, como buen profesional que fue, un apasionado del bien llamado deporte rey que disfrutó mucho más como jugador que como entrenador.

Serrano abandonó los banquillos definitivamente hace un lustro en el mismo At.Ciutadella que le trajo a la Isla tras haber ocupado los del Alaior, CD Isleño, Sporting Mahonés y CE Ferreries, entre otros. No siente añoranza, por ahora, de los vestuarios, el césped o los jugadores, "aunque un futbolista profesional nunca olvida este deporte", afirma.

Defensa lateral zurdo de largo recorrido, muy difícil de superar, que ganó en cualidades técnicas a medida que avanzaba su carrera, Serrano recuerda sus primeros años en Melilla, de donde es originaria su familia, "como una etapa muy feliz porque Melilla era y es una ciudad muy bonita en la que se vive bien. En aquella etapa estaba llena de militares, pero todos mis recuerdos son muy gratos porque siempre estaba con el balón en los pies, hasta dormía con él". Su padre, funcionario del Gobierno Militar, decidió pedir traslado a Barcelona cuando Paco apenas contaba seis años y la familia se instaló en Badalona.

¿Ahí empezó su contacto con el fútbol federado?
Sí, empecé jugando en la calle rompiéndome muchísimos pares de zapatos, y mi primer equipo fue el de los Salesianos de Badalona. Luego pasé por la Peña Remedios juvenil hasta que un día el entrenador me dijo si quería ir a probar al Barça.

Le dijo que sí, claro?
Por supuesto. Fui y nada más acabar el entreno me dijeron que me fichaban y el señor Boter, del Barça, vino a Badalona para que firmara. Al domingo siguiente ya jugué el primer partido. Estuve un año en el juvenil A y dos más en al Amateur, con Rodri y Flotats como entrenadores. Fue una experiencia inolvidable que me marcó para siempre.

¿Qué recuerda de su paso por el Barcelona?
Todo lo que hice fue positivo. Jugamos y ganamos dos torneos internacionales en Francia, compartí camilla con Paco Gallego, aquél central del primer equipo porque tuve una lesión muscular y me atendía Ángel Mur, el mismo masajista de los profesionales. Todo en el Barça es grande. En aquella época estaban Rexach, Mora, Sadurní, Pujol ...

¿Cómo aceptó su salida del club azulgrana?, ¿fue una decepción?
No lo fue porque entonces ya teníamos asumido que era muy, muy difícil llegar al primer equipo y nos preparábamos para ser profesionales y llegar a Primera pero sabíamos que tenía que ser en otro equipo, no en el Barça. Pero yo sigo siendo culé y nunca olvido aquellos años. Hoy sigo en la Asociación de jugadores veteranos del Barça.

Del Barça al Atlètic de Ciutadella tras un intento del Badalona...
Sí, el Badalona me quiso fichar cuando acabé la temporada con el Barça pero, como yo era de Badalona, la propuesta económica era muy baja. No acepté y en Can Barça me dijeron que había un equipo en Menorca interesado, el At. Ciutadella. Apenas tenía 20 años y me fui para la Isla.

¿Qué le pareció a su llegada?
Tenía un compañero aquí, Arriaza, y al llegar un amigo suyo me dijo que firmara por el Menorca pero yo ya me había comprometido con el Atlètic. La anécdota que recuerdo fue que la señora de la pensión me dijo que iba a un pueblo muy trabajador, que a las 9 de la noche ya no había nadie en la calle pero a las 6 de la mañana ya estaba la gente trabajando. Y es verdad, así era Ciutadella.

¿Recuerda el debut?
Sí, fue contra el Mestalla. La directiva me quiso ver jugar un sábado por la tarde y me firmó en seguida. Fui el primero de los jugadores foráneos de aquella época que vino al Atlètic. Jugué una buena temporada, luego hice la mili aquí, me rompí el menisco pero los entrenadores me dijeron que hiciera un esfuerzo para jugar y lo hice yendo cada sábado a Barcelona para que me dieran masaje y poder jugar los partidos. En el último caí roto en el campo porque ya no podía más.

¿Y no le renovaron?
No, el presidente de entonces dijo que ya no podría jugar más al fútbol, pero el entrenador, -cerezo, que sí me quería, me llevó a la Ponferradina y allí estuve un año. La parte económica no funcionó y regresé a Menorca.. Leoncio Marqués, a quien estoy muy agradecido, me propuso volver a fichar con el Atlètic y me dio trabajo en su empresa, y me quedé.

Pero sus mejores años estaban aún por llegar, ¿no?
Sí. El Atlètic bajo de categoría y yo, que acababa de casarme, fiché por el Ibiza un año, y luego dos con el At. Baleares, donde viví mi mejor etapa como futbolista profesional. Subimos a Segunda y jugué un año en esa categoría coincidiendo con el técnico Antonio Oviedo, que fue como un padre para mi. Fui el niño mimado de la afición, de la directiva y del entrenador. Cada semana la prensa me destacaba tanto la balear como la catalana. De los 28 a los 32 años fue mi mejor época. Recuerdo un partido ante el Espanyol en Sarrià y el diario Dicen escribió que yo había sido el mejor de los 23 jugadores. El Mallorca quiso ficharme si ascendía pero no lo hizo y volví a Menorca otra vez porque no renové por el Baleares, aunque el propio entrenador quería pagarme una parte de la ficha para que siguiera.

Le tocó el turno al Sporting Mahonés...
Sí, fichamos yo y Lete en 1978 pero al año siguiente se hizo el grupo balear de Tercera y no quisieron mejorarnos la ficha diciendo que el grupo sería más débil. Entonces volví al Atlètic y jugué un último año con Epi Medina, que había sido compañero mío, como entrenador.

¿Y en seguida, a entrenar?
Sí, el presidente del Atletic me pidió que entrenara al juvenil de División de Honor y disfruté muchísimo porque esa es la mejor categoría del fútbol español, de la que salen los mejores jugadores que luego son cuna de la Selección Española. Ganamos al Barça aquí y acabamos sextos.

El Alaior fue su estreno en Tercera...
Dejé el Atlètic juvenil al que cogió Galdona, que también hizo una gran temporada, y me fichó Tófol Vinent para el Alayor. Estuve tres temporadas. Las dos primeras fueron muy buenas. Me llevé a Los Pinos a los juveniles que habían acabado en el Atlètic e hice una buena plantilla mezclándolos con los veteranos del pueblo como Huescar, Gabi, Llambías...

¿Qué pasó el tercer año?
Acabaron destituyéndome por culpa de un señor que trabajaba en La Menorquina y le pidió al presidente que me echara porque decía que Franz no jugaba en su sitio. Yo dimití antes que empezara la Liga porque muchos jugadores, que trabajaban en esa empresa, no podían venir a entrenar en pretemporada y me lo veía venir, pero seguí. Este hombre me hizo la vida imposible. Fue aquella temporada en la que José María García le hizo aquella entrevista famosa al entonces alcalde, Antonio Pons Timoner.

Muchos clubes a partir de entonces, ¿no?
Sí, pasé por el Mercadal, Norteño, Isleño y Ferreries, también en Tercera, Sami, Sporting Mahonés y de nuevo Atlètic Regional, el último al que entrené hace unos cinco años. En el Ferreries fuimos líderes casi media Liga aunque no renové.

Usted reemplazó a Elías Noval en el Sporting, el año después del descenso a Tercera...
Sí, me lo pidió Gaspar Melsión en diciembre de 1993, aunque años atrás ya me había dicho que alguna vez tenía que entrenar al Sporting. Pero no me pareció ético porque Noval era el entrenador todavía y además yo dirigía al Sami.

¿Cómo lo resolvió?
Me dijeron que la rescisión de Noval estaba arreglada aunque siempre me quedó cierto remordimiento porque se produjo en unos días muy tristes para Elías porque había fallecido su madre. El futbol es un fastidio a veces. Y entonces el presidente del Sami dijo que me dejaba marchar si le encontraba otro técnico como yo. Se lo propuse a Epi Medina, que aceptó y acabé fichando por el Sporting con el que debuté la primera jornada de enero de 1994. En el equipo causó baja voluntaria Adriano, en desacuerdo con el cese de Noval pero no conmigo. Quedamos cuartos y no cobrábamos pero logré tranquilizar a los jugadores diciendo que éste era un club serio y al final si percibimos lo pactado.

Retirado hace cinco años, ¿no le tienta volver?
No, ya no quiero volver a entrenar. Mi mejor época en el fútbol fue la de jugador, en cambio como entrenador sufría mucho y no dormía bien porque siempre estaba pensando en como mejorar el equipo. La mejor etapa es cuando juegas, sobretodo cuando ganas. De entrenador se pasa mal.

¿Cuál es la principal cualidad que debe tener un entrenador?
La tranquilidad suficiente para leer el partido y saber tomar decisiones sobre la marcha según lo que vaya sucediendo.

¿Volverá a tener el fútbol menorquín el status social que tuvo en su época como jugador?
Es muy difícil porque la parte económica es fundamental para salir adelante con equipos competitivos que atraigan al aficionado. Además hay falta de mejores dirigentes y también hay demasiados deportes no como antes que prácticamente todos los niños jugaban al fútbol.

El fútbol es...
El fútbol es una pasión sobre todo para el que ha sido futbolista. No se olvida nunca pero cuando llevas tiempo sin ir al campo te amoldas y prefieres no ir para que no coja el gusanillo otra vez.