Palistas. Ismael Fuentes y Gael Fernández han aprovechado el parón para entrenar en el CN Villacarlos - Gemma Andreu

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Esta es la historia de trece adolescentes que han elegido un camino muy distinto al del resto. Unas líneas que sirven de homenaje y quizás de aliento para que no dejen de trabajar para conseguir sus sueños. Una charla corta pero intensa en la que ni por un momento el lector se puede imaginar del esfuerzo titánico que llevan a cabo estos trece muchachos a los que la vida les ha abierto una puerta privilegiada, tan selecta que a pesar de que ellos cumplan con su parte del trato no hay nada ni nadie que les garantice el éxito o llegar a ser profesionales. Por si a caso, siempre les queda el 'plan B' de los estudios.

Giorgio Pontiggia, Arcay Nicobara, Frank Estrada, Max Turner, Óscar Mesquida, Paula Comella, Rubén Sánchez, Sara Soler, Sergio Martos, Esther Bermejo, Rubén Coll, Gael Fernández e Ismael Fuentes son los protagonistas de esta historia y son los trece menorquines que esta temporada están en el centro de tecnificación de las Islas Baleares. Un número que se mantiene con respeto a los últimos años pero al que también le afecta los severos recortes del Govern Balear.

"Es una gran oportunidad para entrenar y competir a un nivel mucho más exigente de lo que tendríamos en Menorca y de intentar llegar a vivir del deporte que practicamos", comenta el tenista Óscar Mesquida, de 16 años y que lleva tres en el centro, una opinión que comparte la mayoría y que completa el nadador Frank Estrada, de 17 años y que cumple su segunda temporada en el programa: "Nos permite incrementar los entrenamientos sin olvidar los estudios".

Sus edades están comprendidas entre los 14 y los 22 años, pero todos tienen claro que son unos privilegiados y que la oportunidad que tienen entre las manos no se la ofrecen a cualquiera. "Nunca me hubiese imaginado estar en la Escuela Balear pero ahora quiero aprovechar esta experiencia al máximo", comenta Ismael Fuentes, que esta temporada ha sido la primera en la que está en el centro. A sus 16 años, las buenas cualidades que demostró con la piragua en el CN Villacarlos le abrieron esta posibilidad. Una aventura que antes que él tomó su compañera de club, Gael Fernández, de 16 años también y que lleva dos cursos en Palma. "Al principio se me hizo raro porque llegué con 15 años y fue como si me independizara, fue duro pero luego conocí a gente muy encantadora que está en mi misma situación y eso ayuda", comenta la joven.

La idea de este programa es clara, ofrecer a los deportistas de las islas todo lo necesario para poder estudiar y llevar una preparación deportiva similar a la de élite. Los que no cursan estudios superiores se levantan sobre las 7 de la mañana, desayunan y van a clase de las 8 hasta las 10.45. Después comienzan los entrenamientos hasta las 13 horas, cuando tienen dos horas para comer antes de volver a las clases hasta las 17 horas. Tres horas más de entrenamiento sirven para concluir una jornada en la que entonces empieza su tiempo libre en el que deben cenar y cumplir con las tareas escolares. Los mayores entrenan únicamente por la tarde.

Gael revela que "cada día tengo que hacer unos 40 kilómetros de carretera para ir y volver de entrenar, llego a la residencia a las 20.30. No se me hace duro porque no me lo tomo como una obligación, sino que disfruto con el piragüismo". "La Escuela Balear es una rutina pero de las buenas ya que te permite desconectar de tu día a día en Menorca, es como un desahogo. Sé que es una gran oportunidad para mí ya que me permite mejorar mi condición física y la técnica y cuando vuelvo a Menorca y juego con mis antiguos compañeros lo noto", admite Arcay Nicobara, que el viernes cumplió los 18 años y está en su segundo curso en el centro entrenando rugby. Comparte deporte con él el menorquín Max Turner, que todavía está en edad cadete, y que actualmente está lesionado.

Paula Comella está cumpliendo su segundo año en el programa pero tiene claras sus intenciones. "Es una buena experiencia porque más allá del deporte nos requiere un esfuerzo en todos los sentidos. Es duro pero como me encanta el tenis lo hago con mucho gusto", advierte y señala que "lo mejor es que puedes compaginar estudios y deporte y además entre los menorquines nos cuidamos mucho".

La mayoría de los trece vive en la residencia Reina Sofía, en Cala Nova, donde confirman que los menorquines, además de llevarse bien con el resto de deportistas, también hacen muy buena piña entre ellos y se arropan en los momentos complicados.

Entre las historias individuales que hablan de éxito y de fracaso, destaca hoy en día especialmente la del tenista de 18 años Sergio Martos. El de Ciutadella, que es el más veterano en el programa ya que lleva cinco años, está en el último curso del programa. "Entrar en la EBE ha sido un sacrificio muy grande, me marché con 13 años renunciando a muchas cosas y aquí hay poco tiempo libre pero sin duda estoy muy satisfecho, no me arrepiento", comenta el joven, que añade que "lo mejor de los cinco años que he pasado aquí es que este verano he ganado mis primeros cinco puntos ATP, lo que me ha animado mucho para seguir trabajando". Esta gran victoria le ha animado para afrontar su último curso de bachillerato, "me centraré en acabar bien los estudios y aprobar la selectividad". ¿Luego? "El próximo año me lo tomaré sabático de estudios y viajaré por torneos para ver cómo me va. Si no saliese bien lo del tenis me gustaría estudiar la carrera de INEF".
Otra que está en su último año es la jugadora de voleibol Esther Bermejo. A punto de cumplir los 18, la de Ciutadella lleva tres años en el programa, aunque su principal característica es que ella formó parte del primer proyecto de voleibol del EBE. "Yo entré en la primera promoción de volei que se hizo y solamente éramos cuatro, ahora somos 12 entrenando. Es una pena que sea mi último año porque creo que es una experiencia muy buena aunque sea muy dura", explica la jugadora que considera que ha experimentado una evolución no solo deportiva sino también como persona. La ciutadellenca, que juega en el Cide, en Primera Nacional, espera "seguir creciendo y llegar al máximo como jugadora" aunque no olvida el mencionado 'plan b': "El año que viene quiero estudiar una carrera, Derecho siempre me ha gustado, y me permitiría poder seguir jugando".

Una meta distinta
A pesar de su juventud, el hecho de haber dejado el hogar a una edad muy pronta les ha hecho madurar y ver el día a día de una forma distinta a los jóvenes que son como ellos. El exigente ritmo de vida que llevan en el centro les obliga a dar lo mejor de sí mismos tanto en el deporte como en las aulas. El programa permite obtener el bachillerato en dos o tres años. Esa es la meta académica, luego cada uno persigue su propio objetivo.

Para Estrada es llegar al Europeo que se disputará este verano y para ello debo mejorar un poco mi marca en mi especialidad, la prueba de los 200 metros estilos". El de Fuentes, "como ahora estamos en pretemporada y todavía no me han dicho cuál va a ser solamente pienso en mejorar la técnica y la forma física para llegar al inicio de la mejor forma posible".

Arcay Nicobara, que se está abriendo paso en un deporte minoritario y que poco a poco va ganando adeptos y practicantes en España como es el rugby, piensa que "cuando estás fuera de Menorca te ven otros equipos y tienes la opción de progresar y, quién sabe, llegar a poder vivir de tu deporte".

Ninguno de ellos se arrepiente de la importante decisión que tomó en su momento y asegura que de repetirse la pregunta, mantendrían la respuesta, pero los malos momentos también aparecen de vez en cuando. "A veces no tienes un buen día, no te salen las cosas o simplemente estás más cansado y ves que estás lejos de la familia, te sientes solo pero la verdad es que nos cuidamos mucho entre los menorquines, somos como una familia". Eso, en el fondo, es lo mejor.