ÉXITO. El ciclista menorquín, que fue sexto en Londres y logró el diploma olímpico, en la Villa Olímpica - A.T.

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Acaba de llegar a Palma y todavía anda deshaciendo paquetes. Con voz gastada y agotado, pero feliz por el desenlace de su primera aparición olímpica, Albert Torres confiesa que ha vivido unos días inolvidables. El ciclista de Ciutadella, diploma en Londres luego de acabar en la sexta plaza en la prueba de persecución por equipos, afirma que ha cumplido "el gran objetivo que tenía de pequeño" y, ambicioso como pocos, ya ha puesto el contador a cero para los Juegos de Río de Janeiro: "Ojalá cambie el programa olímpico y recuperen pruebas que se me dan muy bien".

Todavía no ha encajado lo que ha logrado, por más que se detenga a pensarlo. Torres se estrenaba en una competición de tal tamaño y contribuyó a que la cuarteta española oteara las medallas. El corredor menorquín tiene claro que subir al podio era una utopía, por lo que desliza de primeras que los esfuerzos se centraron desde el inicio en lograr diploma: "El balance es positivo porque hemos logrado el objetivo. Las medallas estaban muy caras y pensar en ellas no era realista. No dependía de nosotros, sino de que hubiéramos hecho una gran marca y de que el resto fallara", explica Albert Torres.

El de Ciutadella abunda en que en unos Juegos Olímpicos "el nivel es muy alto" y asegura que la entrada en escena de Eloy Teruel en el tramo final de la competición "nos permitió ir más rápido y bajar de los cuatro minutos, que era otro de los objetivos". No en vano, hicieron añicos el record de España. Pero más allá de su estelar irrupción por la Olimpiada, Albert Torres no olvidará jamás su estancia en la Villa Olímpica, el gran centro de operaciones de los deportistas:

"Cualquier momento que vives allí es espectacular. El objetivo que tenía de pequeño era participar en unos Juegos y lo he conseguido. Estás en la villa y te encuentras a deportistas de todo el mundo a los que habitualmente ves por televisión. Eso te impacta. Luego llegas al velódromo y ves la euforia de la gente y cómo anima, sobre todo a los británicos. Ha sido espectacular". El ciclista menorquín también se congratula de haber contado con el apoyo de su familia y afirma estar "contento por ellos porque hayan podido vivir de cerca el evento deportivo internacional más importante. Conseguimos un pase de día para la Villa Olímpica y pudieron ver el ambiente que se crea allí, que es increíble".

A pesar de que ahora el objetivo de Albert Torres es descansar y pasar unos días en Menorca, lo cierto es que no le quita ojo a su futuro. Al margen de preparar la temporada de ruta, el ciutadellenc ya planea lo que podrían ser sus segundos Juegos, los de Brasil 2016. Allí es muy probable que se recuperen las pruebas de Madison, puntuación y scratch, que mejoran el perfil de Torres: "Si el programa cambia me podría plantear centrarme en esas pruebas. Creo que si España sigue trabajando con gente joven los resultados pueden mejorar". Cuestionado por la cuota menorquina en los Juegos, que ha batido cualquier registro pretérito, el ciclista impone que "espero que en Río de Janeiro haya todavía más. Menorca ha demostrado que es una Isla con potencial".