alegría. Benito Reynés y Paco Olmos se fundieron en un abrazo al término del partido tras conseguir el objetivo del ascenso - Javier
Cuando persigues un sueño y éste se hace realidad son muchas las sensaciones que uno siente y no puede explicar con palabras. La expresión se refleja de forma clara en las lágrimas que florecen en los rostros de la gente, en los abrazos, en los saltos de alegría. Un estado de euforia desatada que se hizo patente a falta de un minuto para el final del partido. Fue el pasaje onírico soñado por cualquier apasionado del ViveMenorca. Los cimientos del Pavelló Menorca empezaron a temblar ante el bote de las 5.000 almas que poblaron las gradas del recinto menorquín. Decenas de globos insertados en el techo se dejaron caer sobre una pista invadida por la euforia de toda la familia del ViveMenorca Bàsquet.
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