alegría. Benito Reynés y Paco Olmos se fundieron en un abrazo al término del partido tras conseguir el objetivo del ascenso - Javier

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Cuando persigues un sueño y éste se hace realidad son muchas las sensaciones que uno siente y no puede explicar con palabras. La expresión se refleja de forma clara en las lágrimas que florecen en los rostros de la gente, en los abrazos, en los saltos de alegría. Un estado de euforia desatada que se hizo patente a falta de un minuto para el final del partido. Fue el pasaje onírico soñado por cualquier apasionado del ViveMenorca. Los cimientos del Pavelló Menorca empezaron a temblar ante el bote de las 5.000 almas que poblaron las gradas del recinto menorquín. Decenas de globos insertados en el techo se dejaron caer sobre una pista invadida por la euforia de toda la familia del ViveMenorca Bàsquet.

Benito Reynés, presidente de la entidad, era un hombre muy feliz "lo había pedido a los Reyes Magos y a más gente. Al final ha valido la pena todo. Un diez para la afición y los jugadores. Hemos demostrado ser una gran plantilla a pesar de las críticas que habíamos recibido cuando el equipo iba mal". Añadió que "conseguir el ascenso en un año es muy difícil. Supimos aguantar bien la presión de hacer cambios, somos un gran equipo". Y dio un serio aviso "que se prepare la ACB, ahora tenemos que colaborar todos porque el día 15 se acaba el plazo para inscribir el equipo en la máxima categoría. Me siento muy feliz, hemos hecho las cosas bien. No se puede pedir más, un diez a todos", apuntó un emocionado Benito Reynés,