Reynés. El jugador mallorquín, que en la imagen se lleva la pelota ante Axel, acabó el partido lesionado en un hombro - Javier

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Qué sería de las victorias si no vinieran sazonadas con algo de sufrimiento y épica. Épica en minúscula, claro, porque el Sporting Mahonés aguantó el chaparrón final de ocasiones del Sabadell, con una parada de Eloy, !grande, cancerbero¡, para el recuerdo y que vale salvación y media. Marcaron Raül Capó y Guiem, el más listo de la clase. Pero estuvieron a la altura todos. Libo y Moyano se entienden de lujo en la media y cuando uno falla el otro cierra. Son pequeños detalles que te aseguran la categoría. Aunque todavía se tenga que luchar por evitar la plaza de promoción. 2-1, sufrimiento épico y ovación merecida.
Arrancó el partido en un ambiente frío y helado, pero donde el público respondió. El Sporting Mahonés le regaló un gol en los primeros minutos a la parroquia. Raül Capó enganchó un córner botado por Iray, desde la izquierda, a los siete minutos. Ya había avisado antes el central catalán con un centro que no supo resolver. No hizo falta una tercera ocasión para adelantar a los mahoneses en el marcador.

Respondió el Sabadell casi al instante con un centro de Juvenal que bajó Álex para que Áxel rematara a gol. No subió el tanto, el linier decretó fuera de juego para asombro de los catalanes. El línea tuvo algunas decisiones un tanto extrañas.

El Sabadell justificó lo que avisaba Joan Esteva en la previa. Su particular arma eran las jugadas a balón parado. Eloy unas veces y otras la fortuna, se encargaban de repeler el peligro, como en un remate solo de Agustín que se perdió por alto. El Sporting tuvo en Guiem, a los 32 minutos, la ocasión ideal para subir el 2-0 pero De Navas le acertó la intención. Poco más hubo hasta el descanso.

Tras la reanudación, el Sporting recuperó parte del control del balón, sin llegar a crear ninguna ocasión clara de gol. Y como sucede en las peores películas, el Sabadell aprovechó un balón suelto para que Álex, tras dejar a dos locales por el camino, cruzara con gran maestría.

Ahí estuvo la clave. El Sporting Mahonés nunca dio por bueno el empate y de una contra nació el 2-1. Ismael soltó un zapatazo desde la frontal y el rechace lo aprovechó Guiem, que atento con la caña de Spinning, pescó el rebote y alegró la noche al público y aseguró que el club mahonés no bajará, por lo menos no sin pelear.

De ahí al final el árbitro expulsó a Fullana, por hablar con roja directa, y a Jeroni, por dos amarillas de libro. Se sufrió en Bintaufa, pero el equipo se cerró, se encomendó a San Eloy y a San Pelotazo, y lo que pudo ser tragedia fue felicidad absoluta.