El Regal Barcelona se proclamó ayer campeón de la Copa del Rey tras darle un baño al Real Madrid (80-61), que no pudo con la defensa azulgrana y sólo aguantó su demoledor ritmo un cuarto. El buen hacer de Sergio Llull, el base mahonés que ha sido posiblemente, el mejor de su equipo en este torneo, no bastó para plantar cara a un Barça que se mostró muy superior.
Garbajosa puso la primera canasta de la final, a la que respondió Navarro con un triple. Las alternativas en el marcador se sucedían, con jugadas rápidas y vistosas.
Acabó el primer cuarto con 19-16 para el Barcelona, ligero dominador mientras que el Madrid iba un poco a remolque, con bajos porcentajes -cinco de quince en tiros de campo-.
Nada hacía prever que la casi igualdad del primer cuarto fuera un espejismo y que la final se decantaría en seguida, como así fue, en un segundo cuarto demoledor de los azulgranas.
Al Madrid le costaba Dios y ayuda anotar contra la pegajosa defensa catalana, mientras el Barça iba al aro como una fiera, con una determinación en las penetraciones que convertía en mantequilla la defensa madridista. Lorbek puso por primera vez al Barca diez arriba, 30-20 ante un Madrid que llevaba cinco puntos en siete minutos.
El Madrid no encontraba los huecos ni para tirar. Los pasos cometidos por sus pivots por no saber qué hacer con el balón eran una muestra de lo que les atornillaba el Barca. Mientras, los catalanes seguían con su acierto en ataque, llegando a quince arriba, 38-23, a falta de 42 segundos para irse al vestuario.
Al descanso el resultado era 40-25, y la sensación, que el ritmo del Barca iba a cerrar la final mucho antes de lo esperado. El Madrid había metido siete canastas en juego en 20 minutos; viviendo sólo de tiros libres es difícil ganar.
La vuelta del vestuario no cambió el tono: en dos minutos el Barca se puso veinte arriba, 45-25, obligando de nuevo a Messina a pedir tiempo muerto, que no sirvió de mucho: 51-27, veinticuatro arriba tras un triple de Navarro.
El Madrid hizo un triple cambio, apostando por los jóvenes Llull y Velikovic, que por lo menos dieron la cara. Hasta 28 llegó la ventaja del Barça. Un "alley-hoop" de Vázquez culminó la humillación, entre los olés del público, mayoritariamente antimadridista.
Al final del tercer cuarto, 64-37; había quien apostaba si el Barca doblaría al Madrid, cuyos jugadores daban cierta pena por el mal rato que estaban pasando. Unos triples del valiente Llull por lo menos conseguían que la diferencia no creciera y al final quedara en los 19 puntos (80-61).
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