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15 de enero, Santa Cruz de La Palma. El ViveMenorca defiende el liderato que ha alcanzado por segunda vez en su historia en la LEB después de enlazar seis victorias consecutivas que insinúan el demarraje definitivo para acomodarse en la primera plaza y utilizar el camino más corto que le devuelva directamente a la ACB como campeón de la Liga.

Cuando todo estaba a su favor, el colectivo de Paco Olmos desperdició aquel triunfo en el último cuarto frente al modesto equipo canario. Ese desenlace imprevisto en el que La Palma, con Arrocha, Orfila y Padgget como estiletes, volteó el marcador favorecido por la catarata de errores defensivos mahoneses, supuso el ingreso del equipo en su particular triángulo de las Bermudas hasta provocar la frustración del pasado miércoles.

Desde entonces hasta aquí, este ViveMenorca temido por todos ha ido decreciendo en su rendimiento hasta el desvarío en su última aparición en Maó ante el CAI en un partido lapidario porque puede haberle apartado prematuramente de la lucha por la primera plaza.

¿Qué ha pasado?, se pregunta la afición sin hallar una respuesta convincente, porque ni su mismo entrenador Paco Olmos, ahora señalado con el dedo como máximo responsable del grupo, encuentra las causas. Las notables prestaciones defensivas trabajadas enconadamente por el técnico han dejado de corresponderse en ataque donde el equipo se ha vulgarizado lamentablemente. Los rivales han analizado las carencias del candidato al ascenso y han conseguido sacarle los colores a partir de una defensa en zona irritante que ha neutralizado su arma letal hasta entonces, es decir, correr, correr y correr a partir del rebote defensivo, al ritmo del base, Diego Ciorciari.

La derrota en La Palma enlazó con la sufrida en Maó ante el Tenerife en una prórroga maldita que fue la consecuencia de un partido menor. De ahí al regalo envenenado de la disputa de la Copa en Melilla –nueva derrota–, regreso a la Liga con un partido pésimo en Girona frente a un rival que llevaba siete partidos perdidos consecutivos, y para culminar la caída, desastre en Maó ante el Zaragoza.

Este segmento negro de la Liga ha exhibido las carencias del grupo, que no ha podido hallar alternativas para superar los sistemas aprendidos de los otros equipos. En el 5 contra 5 el Menorca se revela ahora como un conjunto trabado cuyos tiradores son irregulares y, como consecuencia, nada fiables, sus bases no anotan desde el perímetro y tampoco generan canastas para los interiores. Con Turner bajo mínimos el único referente en la pintura es Caio Torres pese a que muchos puntos llegan con el tiro a media distancia.

Que el equipo tiene calidad y categoría para salir adelante es una obviedad. El problema es el pozo en el que se encuentra y la dimensión que ha alcanzado su problema porque los equipos que le preceden (La Laguna y Burgos) ya le han alcanzado y los que están por delante de él (Melilla y CAI) se le escapan.
Acabar primeros aparece hoy como un sueño irrealizable, y ser segundos como una ilusión muy poco probable. Ganar en Tarragona el domingo bajo presión máxima es una cuestión de obligado cumplimiento para iniciar sin pausas el reencuentro con su propia identidad.