Punto más bajo. El equipo se encuentra en el peor momento de la temporada tras perder en Valencia

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Miguel Juan Urbano Maó
Malos tiempos para el Menorca Bàsquet que ha visto prolongar la interminable cuesta de enero con otras dos derrotas en febrero hasta elevar a ocho su rastro de partidos perdidos de forma consecutiva, su récord más negativo que le ha llevado a la situación actual atenuada mínimamente gracias a los resultados de todos sus rivales directos. Sólo el Cajasol ha firmado este año una racha tan perniciosa como la del equipo mahonés.

El estado de crisis galopante se ha instalado en las entrañas del Pavelló Menorca que la pasada semana vivió el cambio lógico de entrenador después que el presidente manifestara tras perder ante el Murcia: "hemos tocado fondo". Sin embargo la penosa imagen en Valencia certifica que más allá del aire nuevo al frente del vestuario, la regeneración del equipo en franco declive, pasa por la llegada de uno o dos nuevos jugadores que supondrá la marcha de otros. Reforzar la pintura era una prioridad que se ha demorado en demasía o las gestiones que se han realizado para acometerla no han podido fructificar por la disponibilidad de los jugadores pretendidos en función de su elevado coste.

La afición señaló al de Manresa como culpable tras la decepción ante el Murcia y Sintes tomó nota, aunque bien sabe el presidente por su larga experiencia, que el descontento de la masa social le salpica también a él y a sus ejecutivos si el equipo no reacciona con prontitud.

La llegada de Imbroda aporta experiencia pero con ella no basta para reconducir a un grupo anímicamente en paños menores. Podría decirse que todos los jugadores han reducido su aportación respecto al final de año con excepción de Vladimir Boisa y Jesús Fernández que no han empeorado pero tampoco han mejorado, y Jeter, que sigue produciendo puntos sin más. En especial la caída del único referente interior, Bud Eley, supone un socavón más a la tortuosa marcha del equipo. A Eley, probablemente, se le ha exprimido demasiado por mor de la nula aportación ofensiva de sus compañeros de posición y ya está pagando las consecuencias del desgaste en un hombre de 34 años. Tanto es así, que también entra en el punto de mira de posibles cambios junto a Vladi Boisa que sería el primero en salir si Weis que hoy llega a prueba, pasa el reconocimiento médico.

Faison, contagiado
Por fuera, Bazdaric acusa el esguince sufrido aunque no hay motivos para pensar que no recupere el excelente tono que tuvo hasta que se lo produjo frente al Bilbao hace un mes. Stojic vive su año más irregular y limita sus mejores actuaciones, normalmente, a los partidos de casa mientras que Faison es, hasta el momento, un fiasco sorprendente. Que un jugador exterior no meta ni una sola canasta en 15 lanzamientos durante tres partidos escapa a las peores expectativas.
Faison se ha contagiado del mal momento del equipo en lugar de ser él quien inyectara optimismo al llegar nuevo al vestuario. Guzmán, quizá eclipsado por Jeter, está muy lejos de ser el jugador determinante y efectivo de antaño y Marc Fernández carece de continuidad. Ivanov, definitivamente ubicado en el '4', es tan capaz de actuaciones brillantes como de omisiones lamentables.

Los despachos del Pavelló echan humo estos días. Imbroda hizo un diagnóstico claro nada más aterrizar en la Isla señalando al juego interior como insuficiente, y poniendo como punto de partida, la defensa. Sin embargo, tras su debut en Valencia, seguro que su análisis es mucho más crudo. El equipo no está, la defensa se ha desmoronado, el ataque es, con diferencia, el peor de toda la Liga (71,4 puntos por partido) y precisa una inyección en forma de fichajes aunque también resulte evidente que su rendimiento actual está muy por debajo del que puede ofrecer como demostró en una parte de la primera vuelta.