Fue apenas la segunda victoria por más de un gol en los últimos 23 partidos, pero, sin recuperar las buenas sensaciones, sirvió para dejar atrás la incontestable derrota ante el Real Madrid en la final de la Supercopa de España (4-1). Ferran Torres, Kounde y Balde firmaron los tres goles en el regreso del Barça a Salamanca 25 años después. Álvaro Gómez había adelantado al Unionistas, equipo de Primera Federación y verdugo del Villarreal y digno competidor este jueves en el Estadio Reina Sofía.
Las carencias de la defensa del Barcelona y en particular de Jules Kounde ya se evidenciaron en el primer minuto: los locales recuperaron la pelota en el centro del campo y Rastrojo dejó solo a Losada ante Iñaki Peña con un pase a la espalda del defensa. Pero el atacante falló, perdonó una ocasión más que clara: su remate se fue acariciando el palo.
El Unionistas, tan paciente como vertical, espoleado por 6.000 aficionados, aguardaba en su campo y aprovechaba cualquier concesión catalana para castigar al contraataque con su velocidad. Hacía sufrir al Barça, incomodado sin saber imponer el control esperado por las diferencias existentes. Reaparecieron los reproches entre los futbolistas, mientras se acumulaban las pérdidas y los errores no forzados y la posesión (81% al descanso) se tornaba estéril.
En la primera media hora, el conjunto azulgrana solo se acercó al gol por obra de Marc Guiu, titular por primera vez: a los 21 minutos remató de forma acrobática y a bocajarro un buen centro de Joao Félix, pero Iván Martínez neutralizó su disparo con una intervención providencial, de portero de balonmano.
Con el paso de los minutos empezó a encerrar al Unionistas, dificultando su salida en transición: la portería quedaba muy lejos. Pero el Barcelona no sabía crear peligro. Y en ese contexto cayó el 1-0: Serrano recibió una pelota en el flanco izquierdo y centró sin oposición. Álvaro Gómez entró desde segunda línea aprovechando la falta de ayudas y la permisividad defensiva culé, endémica, y superó a Peña de volea, totalmente solo en el vértice del área pequeña.
El gol dio alas al Unionistas ante un rival totalmente descolocado atrás e incluso pudo llegar el 2-0: solo Peña, salvador, salvó el gol de Rastrojo. Desvió su remate a córner, pero el equipo local, temerario, pagó cara su ambición al filo del descanso: fue a buscar con tantas ganas el gol que se olvidó de protegerse y regaló el empate al cuadro de Xavi Hernández.
El Barcelona recuperó el balón y Joao Félix asistió a Ferran para que corriera solo desde el centro del campo hasta plantarse ante el arco rival y empatar el duelo con un disparo cruzado: el potrero tocó su disparo, pero no pudo evitar el 1-1. Lo mejor era el resultado para el conjunto azulgrana. Había sobrevivido.
En el descanso Xavi retiró a Christensen por molestias e hizo debutar al joven central Pau Cubarsí, de 16 años. Poco después tuvo que recurrir a Pedri, Gundogan y Lewandowski en una inequívoca fotografía de la situación, alarmante, por Guiu, perseverante, y Fermín y Joao Félix, demasiado grises.
El Barcelona llevaba la iniciativa, pero, sin extremos puros, no sabía abrir el campo y no encontraba el camino al gol. Se lo acabó mostrando el menos pensado, Koundé, tan señalado en el primer tiempo: los locales jugaban demasiado atrás y el defensa francés armó la pierna en la media luna y batió al portero con un chut fuerte y ceñido al palo.
El gol tranquilizó y liberó a los hombres de Xavi. Cuatro minutos después encarrilaron la eliminatoria por mediación de Balde. Corrió desde tres cuartos de campo buscando espacios y su disparo, escorado, acabó en la red tras rebotar en el travesaño. Vitor Roque jugó diez minutos, sin poder estrenar su cuenta goleadora como azulgrana.
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