No están siendo unas jornadas fáciles para el arbitraje menorquín en el fútbol. La polémica desatada a raíz de las declaraciones públicas del presidente del Atlético Villacarlos, Florencio Conde, contra la labor del trencilla que les dirigió ante el Ferreries, Mohamed Ouali, o las 14 tarjetas y cinco expulsados con los que saldó Juan González el Ferreries-Sami de este pasado domingo han vuelto a colocar al colectivo en el punto de mira. Da la cara su presidente en Menorca, Pau Carbonell, profesor de matemáticas y un colegiado dialogador, que no duda en alzar la voz antes que mostrar una amonestación y que admite que entre alguno de sus compañeros "falta talante. Cuatro o cinco de los 50 que somos en la Isla, que siempre son los mismos, están muy marcados". Con todo, considera que el nivel está a la altura del fútbol que le acompaña.
¿Qué le gusta más, enseñar o arbitrar?
Disfruto con las dos cosas. Me encanta enseñar las matemáticas, las otras materias no me gustan tanto, así como dirigir partidos de fútbol.
La presión debe ser diferente…
No creas. En el instituto los niños de entre 14 y 18 años son muy difíciles de llevar, no sé por qué, y acabas haciendo más de policía que de profesor porque muchos no quieren estudiar. Esos mismos alumnos respetan más a un árbitro que a un docente. En realidad no creo que sea problema de ellos en el campo sino de la gente de fuera. La presión de algunos padres, madres y entrenadores perjudica al fútbol sobre todo en las categorías más pequeñas como la benjamín. Los futbolistas no dicen nada. Es un problema para nosotros porque más de la mitad de los jóvenes que empiezan de 14 a 20 años, tiran la toalla porque no aguantan la presión.
¿Cómo ve el nivel del arbitraje en Menorca?
Este año estaba encantado. Todo el mundo nos había felicitado por la Copa Regional, por el trabajo hecho tanto en las semifinales como en la final. En la Liga ha sido distinto por culpa de partidos puntuales como el del Villacarlos-Ferreries o el del Ferreries-Sami. Creo que el nivel es bueno, está a la altura de los jugadores y de los entrenadores.
Se palpa un ambiente raro...
Desde el partido de Es Castell hay más tensión, más comentarios. Los árbitros tienen que ser los primeros en controlar las emociones. Hay faltas técnicas, que aunque parezcan una tontería son tarjeta porque así lo dice el reglamento, como entorpecer un saque de falta, y otras en las que manda el criterio del colegiado, como en una zancadilla.
¿Tienen en cuenta que cada tarjeta acumula un coste para el club que la recibe?
No. Ni para sacar más ni para sacar menos. Lo único que hacemos es aplicar el reglamento, pedimos que se saquen las necesarias manteniendo cierto criterio.
Los clubes, más que quejarse de persecuciones individuales como antaño, lo hacen del excesivo número de amonestaciones.
Repaso a fondo todas las actas y no me parece que sean tantas aunque es cierto que hay partidos puntuales. Hay colegiados que tienen más tendencia a sacar tarjetas. Un 25 por ciento son por protestar pero son necesarias para que no se le escape el partido de las manos y lo más importante son las formas, no se puede protestar gritando desde 30 metros. En mi caso a veces grito a los jugadores porque así no tengo que imponerme sacando una amarilla aunque no podemos faltar al respeto a nadie. Entre el colectivo, hay a quien le falta talante.
¿Qué dicen los informes que llegan al Comité sobre los árbitros?
No los tenemos de todos los partidos. Hay que diferenciar el informe federativo, que va a la Federación Balear, del que pueda hacer yo si voy a un campo y que sirve para mejorar al colegiado. El domingo en Ferreries no teníamos a ningún informador pero sí que lo había de la Balear. En función de lo que vemos se puede sancionar a un árbitro desde una semana hasta un mes. Hace seis años incluso se sancionó a dos colegiados durante seis meses. Todos tenemos derecho a equivocarnos, somos personas, yo por ejemplo lo hice hace unas semanas en el partido entre el Atlètic Ciutadella y la UD Mahón y no puedo hacer más que pedir perdón.
¿Han pensado en hacer algo para reconducir la situación?
El viernes nos reuniremos todos los árbitros de la Isla. Hablaremos de unificar el criterio, moderar acorde con la realidad el número de tarjetas y de las pruebas físicas que todos, a excepción de uno, superaron el pasado viernes ante el presidente balear de los árbitros y testados con una máquina.
¿El colectivo se siente perseguido?
No, estamos muy contentos. Este año todo marcha muy tranquilo a excepción de casos puntuales. Sé que cuatro o cinco árbitros, que siempre son los mismos, de los 50 que somos están muy marcados y señalados, igual que hay algunos campos en los que es más difícil pitar. Pero está claro que no vamos a ningún estadio con miedo, no nos quejamos de ninguno y nos tratan bien por todo.
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