En el último suspiro. El Villacarlos conservó un punto que le permite seguir siendo el tercero en la Liga - Gemma Andreu

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El Villacarlos sufrió de lo lindo para amarrar un empate a dos tantos lleno de épica en los minutos de descuento, con diez y con el portero Marc como héroe al rematar el 2-2, ante un Cide muy compacto que aguantó el dominio estéril de los amarillos en el primer tiempo y que castigó reiteradamente los puntos débiles locales: nerviosismo en el eje de la defensa, problemas en el juego aéreo y descompensación entre líneas, con un centro del campo debilitado por momentos.

Esa es la lectura negativa de un equipo al que globalmente, a nivel de clasificación, no hay que retraerle nada en absoluto. Una jornada más, pase lo que pase, seguirá en la tercera plaza con 38 puntos. Algo inimaginable al empezar.

Y la lectura positiva del mal partido de ayer es la encomiable capacidad de lucha de este equipo, que le arrancó un punto a un Cide que no demostró por qué es vicecolista. En unos minutos de descuento a base de coraje y rabia, en una serie que parecía interminable de saques de esquina, de faltas laterales, con el equipo jugando con diez por la expulsión de Bolopo y con el portero Marc convirtiéndose en el héroe de la fría tarde con un remate in extremis que significó el empate final a dos goles en el minuto 92.
Lo visto antes no fue muy bueno. Un primer tiempo sin apenas tiros a puerta, con el Villacarlos más impetuoso que certero y con el Cide muy compacto y luchador. Tras el descanso, el tanto de Lupon en el 46 se quería entender como el desatascador del partido para el Villacarlos, pero la igualada de Álex -extremo incordiante junto a Riad- en el 55 en un error de marca en el eje y el 1-2 de Toni en el 68, al rematar solitario una falta, lo complicaron todo.

Los de Bahamonde se vieron impotentes y el Cide no sentenció en un par de ocasiones clarísimas. Encima, Jandro se ganó la segunda amarilla y dejó al equipo con diez. Pero cuando la resignación se adueñaba del Municipal, llegó la épica que selló Marc. Estos chicos nunca se rinden.