José Ángel Moyano mantiene el carácter que tenía en el centro del campo del Sporting Mahonés en el banquillo del Sant Lluís. Con la gran diferencia que en apenas 365 días ha pasado de jugar en Segunda B a entrenar en Regional y coordinar toda la cantera en Ses Canaletes con 35 años y la condición de padre recién estrenada prácticamente. Honesto y defensor del juego de toque y práctico, este vitoriano al que todavía le pica el gusanillo estará cuatro años al frente del Sant Lluís mientras ambiciona con sacarse el carnet de entrenador nacional y ve posible una Regional más atractiva.
Hace un año jugaba en Segunda B y ahora entrena en Regional
Las sensaciones son contrarias pero buenas. Por un lado echas de menos entrenar cada día, que llegue el domingo y puedas competir, se nota que llevo toda la vida jugando pero gracias a que sigo ligado al fútbol dirigiendo, entrenando y compitiendo igual el fin de semana se sobrelleva. El gusanillo está pero no es tan visible como si lo hubiera dejado de golpe.
Los recuerdos de la etapa con el Sporting Mahonés siguen frescos, ¿no?
Recuerdo, sobre todo, el último día. No se pueden olvidar las cosas positivas como el ascenso logrado en Tenerife, los años en Segunda B, la afición… Pero por otro lado, a parte de todos los problemas que tuvimos, el último día en Sant Andreu es el más triste de mi carrera como futbolista.
¿Ha cambiado su perspectiva del fútbol?
No mucho. Ha cambiado en que ya no soy jugador sino que soy entrenador. Como técnico, soy lo más honesto posible teniendo en cuenta lo que he vivido en el fútbol. Intento explicar todas las cosas positivas que yo pueda haber aprendido. Creo que este año está siendo muy fructífero para mí.
¿Qué le pasó por la mente el primer día como entrenador?
Fue en el equipo cadete del Sporting. La verdad es que no pensé nada especial, simplemente lo vi todo desde el otro lado. Siempre he pensado como futbolista y dentro del campo he sido de los que han hablado mucho con los compañeros por lo que se trata de trasladar lo que hacía como jugador a al banquillo. No es algo nuevo, ni me ha supuesto ningún lastre, ni un cambio radical.
Ya lleva medio año en la Regional. ¿Qué le ha sorprendido de esta competición?
Hay cosas que yo daba por hechas que quizás son obvias para gente que ha jugado de forma más competitiva y que en realidad no lo son para los demás. Yo pasé casi toda mi etapa formativa en el Alavés y desde pequeño te enseñan unas pautas y a jugar de una manera. Entre los entrenadores debemos inculcárselo a los chavales en Menorca para que cuando lleguen a categorías adultas lo apliquen sin que nadie se lo tenga que explicar.
¿De qué cosas habla?
Son pequeños detalles como la orientación corporal, control y pase, hacer el juego sencillo, tener las cosas mentalmente claras, saber posicionarse… Son pequeñas cosas que sumadas pueden no ayudar al futbolista y que son más fáciles de trabajar desde pequeño que no en Regional.
A nivel global, ¿cree que se puede mejorar algo en la Regional?
No hablo por nadie más que por mi equipo. Veo que los chavales que llevo lo dan todo día a día y que aún así hay mucho margen de mejora pero para que se dé debe haber el compromiso del cuerpo técnico, del entrenador y de los jugadores. Estoy muy satisfecho con lo que tengo esta temporada y disfruto cada día. Cada uno sabe lo que tiene y en lo que puede ir a más.
¿Ve factible que los entrenadores exijan más, que los jugadores se entreguen más y alejar la Regional del fútbol popular, como algo más serio?
Estoy convencido. Es un trabajo importante del cuerpo técnico el convencer a los jugadores de que pueden trabajar, salvando las distancias, a nivel "profesional", que se sientan competitivos y que todo lo que entrenan les sirve para divertirse, mejorar y ganar. No queremos que sea una categoría más sino un sitio donde poder mejorar.
¿Con qué disfruta más, entrenando a la cantera o a los mayores?
Con los dos. Tengo la suerte de que mi trabajo como coordinador del fútbol en el Sant Lluís me permite estar en contacto con todos y me encanta. En el club intentamos que las categorías menores y el primer equipo vayan enlazados. Es el primer año que estoy aquí y quizás no se aprecie tanto pero la idea es subir al máximo de jugadores al primer equipo.
¿Se considera un técnico ambicioso?
Por supuesto, y sobre todo muy competitivo. Era mi carácter como jugador y se mantiene como técnico. Intento quedar lo mejor posible a partir de ciertas actitudes que son indispensables, porque no todo vale para ganar, y dar el mejor rendimiento.
¿Cuáles son sus objetivos como entrenador?
Seguir mejorando pero quiero sacarme pronto el nivel nacional. A partir de ahí ya me plantearé qué hago. Mi primer objetivo es que el equipo Regional y los chavales de la cantera mejoren en todos los aspectos.
¿Qué le pidió la nueva directiva del Sant Lluís?
Se pusieron en contacto conmigo para saber qué tenía pensado de cara al futuro. Me propusieron cambiar las cosas de cómo se habían hecho hasta el momento. No costó demasiado ponernos de acuerdo porque estoy trabajando con gente muy seria y que quiere lo mejor para el club. Yo pedí unas condiciones en cuanto a seriedad y trabajo que ellos aceptaron.
Firmar por cuatro años ofrece estabilidad. ¿Qué objetivo se marca?
Educar a través del deporte. A partir de aquí quiero mejorar todo lo que pueda las condiciones de los jugadores. Queremos que todos los equipos jueguen de una determinada manera, ir subiendo de categoría a chicos que pueden competir más arriba. Son aspectos que se empezarán a ver a partir del segundo año. No es fácil pero con las cosas claras y gracias a los buenos entrenadores que tenemos avanzaremos todos juntos.
A los 35 años, ¿qué queda del gusanillo como jugador?
Si por mí fuera me pondría los pantalones cortos y saldría a jugar. No se ha muerto la pasión porque gracias a Dios tengo la oportunidad de vivir el fútbol de otra manera. La desaparición del Sporting como equipo de élite, empezar algo desde cero en otro equipo a mi edad, que no hay garantías de cobro porque la economía está fatal y que se me presentó esta opción de hacer lo que me gusta durante cuatro años propicio que colgara las botas. El gusanillo lo mantengo, el ambiente en el vestuario, el competir, el acabar el entrenamiento destrozado o con un golpe, todo en general, no solo lo bueno. Alguna cosa me han dicho para jugar pero si quiero hacer las cosas bien no puedo compaginar el entrenamiento del Regional, la coordinación del club y jugar en un equipo, creo que si me divido no haré nada al máximo nivel. Lo más honrado de cara al club era que yo dejara de jugar.
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