Los negros nubarrones que desde hace tanto tiempo tapan el futuro de este club siguen su curso. Su terrible curso, a no ser que todo dé un vuelco sustancial que nadie atisba.
Durante estos días, el técnico Mati Borsot recuerda cómo afecta a esta plantilla. Ayer hubo partido. Visitó Bintaufa el Gandía. Y volvió a flotar en el ambiente que casi era algo secundario. ¿Segarra y Cordella negocian, no negocian o qué hacen? Sinceramente, todo pinta fatal. Y el partido, por supuesto. El Sporting arrancó un punto de casta, de lucha ante un Gandía que no marcó todo lo que apretó para llevarse un 0-0.
El dibujo táctico de Borsot fue el mismo que ante el Llagostera, con los cambios obligados de Biel por Barber y de Moyano por Del Moral, y los "Baby Sporting" Marc en la portería y Ayala arriba.
Pocas cosas se vieron en el primer tiempo. Más iniciativa local y el Gandía, perro viejo, muy preocupado por ocupar espacios, por gestionar el tiempo porque sabe que los mahoneses tienen lo que tienen y deben acusar el desgaste.
No fue así de principio, pero sí hacia el final. Durante un buen rato incluso hubo cierta soltura, con Moyano y Berto muy concentrados, contagiados de la presencia detrás de Biel. Pero ofensivamente nadie ofrecía mucho. Goñi tocaba pocos balones y no podía proveer a los puntas como hizo ante el Llagostera. El bagaje fue una fina falta Berto bien tirada pero alta y un balón que se fabricó Corbella, sin consecuencias.
Poco a poco el Gandía iba apretando, con Dennis como máximo exponente y Loren estrellando un balón al poste en una falta lateral en el 33 que obligó a Marc, dando el susto por un golpe en la mano.
El duelo se reanudó en los siguientes cuarenta y cinco minutos con la inquietud de conocer cómo iba a responder el Sporting, cuántas energías le quedarían y si el Gandía iba a empezar a bombardear los dominios de Marc.
Y pintaba mal. Se mascaba el gol visitante. Nada más salir, Biel se jugó el físico para cortar un balón envenenado hacia Belda, y el balón merodeaba demasiado el área de un Sporting que, ahora sí, descaradamente, se defendía con lo que podía y tenía absolutas dificultades para salir de su cueva para intentar algo en el otro lado, donde muy de vez en cuando forzaba algún córner aislado.
La mejor noticia era que se conservaba el empate a cero. Hacia el cuarto de hora del segundo tiempo Marc demostró tener agallas en otra falta peligrosísima que forzó Carrillo en el borde del área. Tiró a romper, el balón dio en la barrera y el rechace lo paró con total seguridad.
Parecía que únicamente quedaba la resistencia, conservar el puntito. El Gandía agotó todos los cambios, Lamín salvó bajo palos un gol cantado de Aicart tras una contra y rozó la expulsión al parar en falta, de la única manera que podía, otra contra con veneno.
Al final, 0-0, punto, luchado, defendido, heroico. Deportivamente, matemáticamente, están vivos. Muy vivos. Pero... ¿Servirá de algo todo este sufrimiento entre tanta controversia?
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