El centrocampista de la selección española, Koke (d), intenta llevarse el balón ante el jugador de Georgia, Okriashvili, durante el encuentro. EFE/Emilio Naranjo

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España 0-1 Georgia

España: De Gea; Juanfran (Bellerín, m.46), Piqué, Sergio Ramos (San José, m.46), Jordi Alba; Busquets (Pedro, m.76), Thiago (Koke, m.46), Cesc (Iniesta, m.46); Lucas Vázquez (Silva, m.61), Nolito y Aduriz.

Georgia: Revishvili (Kvaskhvadze, m.55); Lobzhanidze, Kashia, Amisulashvili, Kverkvelia; Abujarnia (Tsiskaridze, m.78), Kazaishvili (Chanturia, m.72), Okriashvili, Jigauri; Navalovsky (Kobakhidze, m.84) y Dvalishvili (Kvilitaia, m.72).

Goles: 0-1, m.39: Okriashvili.

Árbitro: Vilhjalmur Alvar (ISL). Amonestó a San José por España; y a Kverkvelia por Georgia.

Incidencias: encuentro amistoso disputado en el Coliseum Alfonso Pérez ante la presencia de 14.000 espectadores.

La selección española decepcionó en su último test antes de encarar el gran reto de defender por segunda vez el título europeo, sorprendido por la débil Georgia en un encuentro de dominio sin pegada, en el que solo Andrés Iniesta escapó del reencuentro con la imagen ramplona de antiguos amistosos.

De golpe España perdió el gol y la brillantez en su última cita antes de la Eurocopa. Un encuentro que se perfilaba de poca valía se convirtió en una advertencia para Francia. Ningún rival jugará a la Roja como hizo Georgia, encerrada en su terreno de juego, sin presionar ni querer la posesión, pero ni ante la 137 del ránking mundial FIFA hoy en día te puedes relajar.

El calor y el miedo a una lesión a seis días del estreno en la Eurocopa eran factores que condicionaban el arranque soporífero de España. Uno de esos días de dominio sin profundidad, errática en el pase, a expensas de un gesto de calidad aislado o la ilusión del debutante. Lucas Vázquez encontraba el premio a su temporada de inicio. Pegado al costado derecho lo intentó siempre.

España encontró a un rival que no quiso hablar su idioma sobre el césped, con una distancia hasta la portería rival que convertía en utopía incomodar a De Gea pero nadie desaprovecha un regalo y ante la incredulidad de todos, se marcharon al descanso con ventaja en el marcador y la supieron conservar.

Restaban seis minutos para el asueto cuando un desajuste defensivo dejó solo a Jigauri. Optó por asistir y a placer, en posición dudosa, marcaba a puerta vacía Okriashvili. Georgia venía de ser goleada por Eslovaquia y Rumanía. Firmaban no caer con estrépito en Getafe y se encontraban con una realidad distinta.

De nada había servido el dominio de la Roja. Nada más nacer el duelo acariciaba el gol Sergio Ramos con un escorzo para rematar acción a balón parado. Era un espejismo. España encerró pero no inquietó en exceso a su rival. Cesc disparó al lateral de la red en el segundo acercamiento y Lucas despertaba a todos del tedio con su velocidad pegada a banda y un centro medido que cabeceó fuera Aduriz con todo para marcar.

Faltó precisión para abrir el cerrojo. Cesc fue el más incisivo descolgándose del centro del campo hasta el área rival. Los puños de Revishvili salvaron su segundo intento. El poste repelió el disparo más ajustado. El de Thiago, con calidad, colocando el cuerpo para un toque sutil.

Los cambios para el segundo acto revolucionan a España. Iniesta apareció en escena y se echó a la selección a sus espaldas. Leyó bien el partido, aportando llegada y disparo cada vez que tuvo oportunidad, pero faltó acierto. No era el día y Aduriz sintió lo que en su día otros nueves de la Roja sin ningún protagonismo en el juego.

Rozó el poste en dos intentos seguidos. Iniesta con su derechazo y Nolito, rompiendo desde la izquierda hacia dentro. Georgia renunció a todo. Se encerró y levantó un muro que fue imposible de derribar. Pérdidas de tiempo continuas para conservar un triunfo histórico.

El orgullo empujó a España a intentarlo hasta el final, con más corazón que cabeza, en una noche que no puede dejar contento a ningún jugador y alimenta de dudas la llegada a la Eurocopa como una de las favoritas. Toque con velocidad y disparos sin acierto hasta el final. Más criterio y calidad con Koke al mando, Iniesta y Silva inventando. Perdonó Jordi Alba solo, rematando en carrera sin controlar ni dejar caer el balón. Nolito probó suerte por bajo, Piqué por alto. Nada de lo que se intentase daría resultado. España cosechaba una de las derrotas más sonrojantes de la 'era Del Bosque'.