Entrevista

Marko Lukovic: «El Bàsquet Menorca es el club más unido y cercano en el que he estado»

Tras haber compartido vestuario con estrellas mundiales como Musa oJokic, el serbio lidera ahora al Hestia Menorca

Marko Lukovic, tan sereno como siempre, con una pelota en las gradas del Pavelló Menorca. | Gemma Andreu

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El aparente carácter frío e introvertido de uno de los capitanes del Hestia Menorca, Marko Lukovic (Belgrado, 1992), es una simple fachada. El serbio es afable y cercano en las distancias cortas, dispuesto a hablar de su momento deportivo y familiar —un segundo bebé está en camino— con una naturalidad asombrosa.

Tímido a la hora de pronunciarse en castellano —pese a entender la mayoría de conversaciones—, está totalmente adaptado a una isla a la cual llegó «motivado por trabajar con Zamora» y en la que ahora disfruta de su gastronomía. «Adoro los mejillones y como estas semanas estaré solo, quiero aprovechar para descubrir nuevos restaurantes y recetas locales», adelanta. Antes de ponerse a ello, toca ganar a Cantabria.

¿Cómo se afronta la semana tras una derrota tan dura como la de Alicante?
—Esto puede pasar. Fue una derrota dura, sí, pero tenemos que pasar página.
Sabemos los errores que cometimos y debemos corregirlos trabajando duro, como hacemos siempre, de cara al partido de este sábado, que será mucho mejor para nosotros.

Siendo uno de los capitanes, ¿cuáles son sus responsabilidades a la hora de lidiar como grupo con estos momentos?
—Bueno, Diego (Alderete) es el capitán, pero yo soy el veterano (risas).
He pasado por estos momentos difíciles durante mi carrera y sé cómo manejarlos. Este equipo es muy joven y a veces es difícil, por eso debo transmitir buenos consejos y energía positiva. Debo ser un ejemplo para el resto.

Así pues, ¿diría que tiene madera de líder? ¿Nació con ello?
—Vengo de una familia de baloncesto. Mi hermano, que también es jugador de baloncesto, es tres años mayor que yo, por lo que siempre era más fuerte. Llevamos compitiendo toda la vida (risas).
Por eso es fácil para mí llegar a un equipo, luchar e intentar ser un líder. Es algo natural.

Al final, su padre también era jugador de baloncesto y su hermana pequeña, igual.
—¡Incluso mi madre! Jugaba en la selección de Serbia hasta que con 23 años se quedó embarazada de Uros (hermano de Marko).

Así, con más razón competía por ser el mejor.
—Y era especialmente difícil, a la vez que bonito, porque mi padre es de la vieja escuela. Si tu padre se había dedicado a ello, tú querías demostrar aún más. Eso me daba un extra de energía.

¿Ese extra de energía es lo que Zamora vio en usted?
—Sí. Y sinceramente, vine aquí por ‘Zamo’ porque entrenó en ACB a mis amigos Aleksa Avramovic y Nikola Jankovic. Cuando me llamó, hablé con ellos y me dijeron ‘tienes que ir porque es un gran entrenador y una gran persona’. No vine a Menorca para ser un simple líder, sino porque creo que puedo mejorar aún más con él.

¿Es la gran razón por la que está ahora en la Isla?
—Sí, porque antes no sabía nada de Menorca. Ahora es diferente porque empiezo a amar la Isla: el lugar, la gente...

¿Y preguntó a algún otro excompañero suyo como Clevin Hannah, con el que jugó en Murcia?
—Conozco a Clevin, pero no hablé con él. Sí que lo hice con Oliver Stevic y solo me dijo cosas buenas de la Isla.

De hecho, llegaba como su reemplazo. Por aquí también pasó Miskovic, que se formó en el Mega como usted. ¿Todos los serbios juegan siempre con esta pasión?
—Obviamente, es ADN balcánico (risas ). Desde nuestra infancia, el baloncesto se juega a vida o muerte. Así es como lo vemos, aunque tal vez suene algo exagerado.He jugado en ACB contra Madrid y Barça, pero no me importa quién tenga delante. Cuando acaba el partido, lo más importante para mí es poder decir ‘lo he dado todo’.

¿Es lo que el equipo quiere hacer llegar a la afición?
—Exacto. He estado en muchos equipos, pero es una locura ver cómo compite este. Está claro que no somos el equipo más talentoso de la liga, pero competimos cada partido como si fuera ese a vida o muerte del que hablábamos antes. Es lo que más me gusta. En el partido contra el Betis, que es mejor equipo que el nuestro, fue impactante ver cómo los aficionados se quedaron hasta el final apoyándonos como nunca he visto esta temporada.

Volviendo atrás en el tiempo, a su etapa de formación en el Mega, uno de los grandes equipos de Serbia, ¿de qué le sirvió ese periodo de cara a su futura carrera profesional?
—Qué gran pregunta. Estuve allí siete años y me parece la mejor experiencia posible para los jóvenes. Cada entrenamiento es una competición porque juegas con los mejores talentos de Europa. En mi última temporada jugué con Nikola Jokic, Vasilije Micic, Nemanja Dangubic, (todos ellos drafteados en 2014)... y también estuve con otros grandes jugadores como Nemanja Radovic, Novica Velickovic, Boban Marjanovic... Imagina tener que competir en cada entrenamiento contra estos tíos. Es como estar en el ejército: intentas sobrevivir cada día (risas).

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Justo ese año fue el mejor de su etapa en Mega, jugando con un joven Jokic. ¿Cómo era tenerlo al lado?
—Muy fácil. No he visto nada igual en mi vida (risas). Cuando él jugaba de pívot y yo iba al ‘4’, no necesitaba pensar. La pelota me iba a llegar sí o sí y muchas veces me quedaba sorprendido. Ahora lo veo haciendo lo mismo en la NBA y ya no me sorprende (risas). Y además, es una gran persona.

También compartió vestuario con su hermano Uros en su periplo en Macedonia. ¿Qué sentía al jugar junto al chico contra el cual competía de pequeño?
—Qué bueno. Somos totalmente diferentes. Él es más talentoso, pero menos trabajador que yo (risas). Nos retábamos en varios entrenos porque me decía ‘oye, no me toques, que soy el mayor’. Pero en los partidos era genial porque nos entendíamos a la perfección.

Tras pasar por muchos países, por fin llegó a España. ¿En cuál de todos ellos se ha sentido más a gusto?
—En España. Es el mejor país para jugar a baloncesto. Después de la NBA y la Euroliga, la ACB es la mejor liga: Real Madrid, Barcelona, Baskonia, Valencia, Unicaja...

En su etapa más brillante en nuestro país, en el Breogán, coincidó con otro gran jugador como Dzanan Musa.
—En esa primera temporada teníamos un equipazo: Tyler Kalinoski, Musa, Mahalbasic, Trae Bell-Haynes... el quinteto inicial era una locura. Jugamos los cuartos de final contra el Madrid.

Llegó a decir que se retiraría en Lugo. ¿Tan a gusto estaba?
—La ciudad vive por y para el baloncesto. El pabellón siempre está lleno, da igual qué partido sea. Para mí era perfecto. No obstante, el segundo año tuve lesiones y decidieron no seguir contando conmigo.

Justo esta campaña la empezó lesionado. ¿Cómo lo pasó?
—Fue un desastre. Creo que las lesiones pueden llegar por dos motivos: si no estás lo suficientemente preparado o si intentas ir más allá de tus capacidades. Y creo que me ocurrió lo segundo, jugué con fuego al ir más allá cuando no podía.

De hecho, Zamora dijo que llegó a jugar lesionado y que se notó mucho su ausencia. ¿Cómo se encuentra desde su regreso?
—Al principio es difícil porque quieres hacer lo mismo que antes de la lesión, pero es imposible. Eso hacía que me pusiera nervioso y no jugara bien, pero ahora siento que está volviendo el ‘viejo’ Marko.

Ahora repite dupla con Arteaga, como en el ‘Breo’. ¿Echaba de menos esa química con él?
—Víctor (Arteaga) es un gran tío. Es muy fácil jugar con él porque es muy inteligente. Es como si lleváramos jugando toda la vida juntos.

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¿Fue él quien le ayudó a adaptarse a la Isla?
—No solo Víctor. Mira, esta es la primera vez en mi carrera que siento que todo el club es una familia. Es un club pequeño, pero siento que es una gran familia.

¿Y cómo le va la vida en Menorca?
—Mi familia y yo estamos genial. La vida en Menorca es increíble salvo en diciembre y enero, que todo está cerrado (risas). Cuando formas una familia llevas una vida totalmente distinta.

Ahora llega un nuevo bebé. ¡Enhorabuena! ¿Su mujer y su hija se han marchado a Serbia?
—Muchas gracias. Sí, porque aquí estamos solos y queremos que tenga los mejores cuidados posibles. Es algo difícil para mí con tantos viajes y entrenamientos. Dicen que cuando eres padre, te cambia la vida y ves el básquet de forma distinta. En el aspecto personal, está claro que sí, pero no en el baloncesto: ‘bla bla bla’. Es la misma pasión: a vida o muerte. Tan solo han cambiado las horas de sueño (risas).

Estando en un club tan familiar, ¿se considera el padre del equipo? David Gómez dijo que le daba muchos consejos los primeros días.
—Un poquito (risas). Mira, cuando llegué aquí pensé ‘bueno, creo que me podré relajar un poco en los entrenos’. Pero la llegada de David me ha hecho tener que dar el máximo. Me ha hecho mejor jugador y se lo agradezco. Es un gran talento y muy joven. Es como un bebé, lo ves en su cara y en su cuerpo. Durante los próximos 2-3 años va a mejorar mucho, sobre todo en defensa. Es alguien totalmente distinto al de principio de temporada. He visto a muchos jugadores y con él lo tengo clarísimo. Si continúa trabajando con esta pasión y mejora su físico, va a llegar a la Euroliga o a la NBA. Basta con verle jugar diez minutos.

Por último. Marko, ¿qué quiere decirle a la afición antes del partido ante Cantabria?
—Apoyadnos y ayudadnos como siempre. El equipo va a dar lo mejor de sí, creedme.

El cuestionario

  • Un ídolo. Dejan Milojevic. Murió el año pasado. Fue mi entrenador y asistente en los Golden State Warriors.
  • Un recuerdo deportivo. No me puedo quedar con uno solo.
  • Un compañero. Nemanja Radovic.
  • Un entrenador. Todos los que he tenido.
  • Un plato de comida. Me encantaron los mejillones.
  • Una ciudad. Belgrado.
  • ¿Es cristiano practicante? Sí, ortodoxo. Creo en Dios.
  • ¿Tiene redes sociales? No, me las quité. Son tóxicas.
  • Una película. Un domingo cualquiera, con Al Pacino.
  • Un deseo. Soy feliz, tengo todo lo que necesito.