Plantilla y técnicos del Sant Lluís posan para este diario en Ses Canaletes. | Javier Coll

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La crisis en la que se encuentra el baloncesto menorquín y balear sitúa a la sección del CCE Sant Lluís en un marco cuanto menos contradictorio. El conjunto de Ses Canaletes viene de suscribir la temporada más exuberante de su existencia, en la que obtuvo el pasado mayo el primer ascenso a Liga EBA de su historia, lo que por elevación le convierte, desde una óptica exclusivamente deportiva, en la primera fuerza del escenario menorquín.

Pero paradójicamente, el éxito logrado en cancha por el Sant Lluís no se ha materializado en el ingreso en una liga de pleno rango estatal, quedando inicialmente ubicado en una extraña competición, la nueva EBA balear, un híbrido entre la Primera conocida en el último decenio y pico y el bosquejo de gestar el grupo de carácter autonómico de la cuarta liga estatal. Solo con el estreno de 2015 el Sant Lluís conocerá el estadio competitivo al que realmente pertenece, al incursionar junto al Andratx -el otro equipo balear que sufre su misma problemática- y de modo directo, en la segunda fase de la conferencia valenciano-murciana.

La historia ha alcanzado al Sant Lluís en esta suerte de trance entre pasado y futuro, de difícil realidad estructural, lo cual arroja otra doble lectura. Pesimista por un lado, en tanto que el atractivo de la competición balear es escaso, y optimista por otro, pues indistintamente a cual sea su registro en la clasificación, el cuadro de Ses Canaletes no enturbiará bajo ningún concepto el estatus EBA para 2015/16