El año que en breve extingue no ha sido uno más en el exuberante trayecto de Sergio Llull. 2013, en que justo se ha cumplido un decenio desde que el base mahonés emigrara de Menorca para recalar en la factoría del Manresa ha contemplado su segundo título de la liga ACB con el Real Madrid, primero en el que contribuye con un protagonismo directo y real -dado que el obtenido en 2007 lo celebró a las pocas semanas de firmar por el equipo blanco contando una participación residual-, así como la medalla de bronce con la selección española en el Eurobasket de Eslovenia, cuarta que Llull se cuelga con la 'Roja' y tercera sucesiva en el concierto europeo (tras los oros de Varsovia '2009 y Kaunas '2011).
La victoria en la Supercopa disputada en septiembre pasado para inaugurar el curso 13/14 sobresale como un aderezo más en el fabuloso año de Llull, en sinergia al del colectivo merengue, todavía imbatido en la apertura del mismo (11/0) y dispuesto a reimplantar esa tiranía de la que hizo gala en lustros ancestrales en el territorio nacional.
2013 que ahora apaga se advierte el preludio de la reconquista blanca (que precisa para materializarse como tal un segundo triunfo ACB consecutivo, lo que no logra el Madrid desde el bienio 93-94) con Llull como uno de sus principales baluartes. Por todo ello, 2013 no ha sido uno más en el recorrido del mejor deportista insular de todos los tiempos. Desde una óptica meramente local ha sido 'su' año (como los previos, que no por reiterativo deja de ser significativo).
Pero 2013 también ha legado algún que otro claroscuro en la hoja de ruta de Llull, como la eliminación en cuartos de la Copa del Rey, ocurrida en febrero a manos del Barça (tras dos prórrogas) o la pérdida de la final de la Euroliga de Londres frente a Olympiacos en mayo -después de devolver el golpe copero al eterno rival azulgrana en la semifinal un par de días antes-.
Fue la primera gran final continental que Llull disputa a nivel de club -y el primer menorquín de siempre en conseguirlo-, mérito difuminado por la decepción de la derrota y por como esta se consumó (cediendo una renta de 17 puntos).
El gran repunte del año se produce en la victoria del Real Madrid en la final de la ACB '2013, que además de restablecer a los blancos en el palmarés de la competición, en ese sentido inéditos desde 2007 (y de la que con 31 títulos son máximos dominadores), valió para revertir la tendencia de las últimas temporadas, de notable hegemonía del Barcelona, su víctima en la referida final, definida en Madrid en el quinto juego (3-2). Para la historia queda esa, por encima de otras cuestiones y emociones, como la primera liga de Llull con notable protagonismo. Suficiente como para sustancialmente catalogar de histórico este 2013.
Pero la euforia del base no se contuvo a los límites estatales, fechando en septiembre en la antigua Yugoslavia (en concreto en Eslovenia) su cuarta presea con España en un torneo absoluto, tercera en una cita europea y primera de bronce que obtiene.
Algún problema físico y la extraña dirección de Orenga privaron a Llull de un rendimiento regular en el torneo, sin que ello fuera óbice para que el mahonés se erigiera en el hombre clave en la consecución del metal. 21 puntos ante Croacia en la final de consolación (92-66) portaron su firma y por extensión una ingente porción del destacado logro español.
La Supercopa en Vitoria pocos días después y la impoluta racha del Madrid en el primer tramo de la campaña 13/14 (líder ACB, 11/0) no hacen si no ejercer en una máxima que no acepta réplica: 2013, también, el año de Sergio Llull.
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