Un calendario anclado en el mes de junio de 2012 en la sala del fisioterapeuta del Pavelló Menorca ejerce de testigo de lo que una vez fue y ya no es. La última prueba de actividad en una instalación en desuso, maquillada con motivo de la visita de los medios de comunicación gracias a la eficiente labor de Toni Pons Olivé, y que le cuesta al pueblo balear, que sin club ya no es aficionado, la friolera de 770.000 euros anuales repartidos entre el Consorcio que forma el Govern balear, el Consell insular y el Ajuntament de Maó. Herencia de tiempos de abundancia y derroche en el que los papeles se firmaban casi sin mirar, pensando en el hoy y olvidándose del mañana.
"El Pavelló Menorca está listo para acoger un evento deportivo si se disputara mañana mismo", afirma el conseller de Deportes, Juanjo Pons, que matiza que "el único punto que se debería resolver con la máxima celeridad es cambiar el titular de la licencia de actividad que sigue a nombre del Menorca Bàsquet y ponerla a título del Consorcio". En una exclusiva jornada de puertas abiertas más propia de la previa de una inauguración de obras que de una visita a un edificio huérfano de uso, un escalofrío recorre el cuerpo cuando uno se da cuenta de que parece como si el tiempo no hubiera pasado y las ilusiones de toda una isla siguieran intactas. En ACB o en LEB, pero intactas. Lo demuestra la última pancarta que colgó la Peña Forera Jaleo y que todavía hondea: "Menorca, don't stop! Let's go!".
El polvo se ha adueñado de los más de 4.500 asientos que escoltan una cancha siempre a punto. Con motivo de la visita demasiadas luces están encendidas invitando a pensar que no hay nada que esconder. Incluso los cuatro marcadores, aquellos que eran de última generación, lucieron ayer con el máximo esplendor aunque sin alineaciones que los nutrieran, demostrando que todavía siguen muy vivos. Como aquel 20 de noviembre de 2005 en el que el recién ascendido Llanera Menorca tumbaba contra pronóstico a todo un Barcelona para delirio de las más de 5.000 personas que allí se reunieron (82-70) en la primera actuación del particular teatro de los sueños.
De todo aquello ahora solo resta una pesadilla. Un monstruo carente de sentido en una isla cada vez más vacía de eventos deportivos de primer nivel que acoger y para el que el Consorcio destina una partida de 45.000 euros anuales para su mantenimiento. ¿Cuáles son las actuaciones habituales? "Las goteras que se filtran a través de los conductos del aire los días de mucho viento", explica Pons Olivé, que añade: "Y los sistemas de agua, las llaves de paso y todos los engranajes que hay que evitar que se oxiden". La estructura o nexoesqueleto guarda la mejor de las apariencias e invita a pensar en que guarda un buen estado de salud.
En una excursión sin obstrucciones, uno se da cuenta de que el vestuario que albergaba al Menorca Bàsquet todavía huele a ungüento antiinflamatorio, los nombres de los integrantes de la última plantilla cuelgan de las taquillas, igual que algunos mensajes motivadores, las fresas de las duchas siguen colgadas a unos dos metros y medio del suelo -lo habitual en las duchas de jugadores de baloncesto que normalmente miden más que la media-, y en el corcho, entre otras joyas para el recuerdo, reposa una hoja con las tarifas de las multas internas del club y algunos de los infractores. El gimnasio guarda un aspecto envidiable con máquinas para ejercitar todo el cuerpo con algunas directrices para Otegui, Arteaga, Coppenrath, Jiménez y compañía en su rutina diaria pegadas en la pared y que algunos han aprovechado para utilizar.
"El objetivo inmediato es conseguir que se le otorgue a la instalación la licencia de multiuso deportivo" explica el conseller, para lo que el principal problema son los palcos VIP. La 'zona Oro' roba un espacio muy importante y de seguridad a la cancha, que se recuperará cuando se aparten las sillas así como cuando se plieguen las gradas retráctiles, que normalmente reposan cerradas. Otro punto polémico es el local VIP. Su obra no se contempló de la forma adecuada y faltan algunos aspectos burocráticos que expliquen su existencia por lo que la medida más rápida para subsanarlos "es transformarla en un almacén".
Sorprende que los últimos vestigios del material de marketing que restan son una caricatura de Mario Stojic con la que los más pequeños se fotografiaban, dos camisetas de entrenamientos, unas zapatillas firmadas y tres camisetas que solamente los más afines a la entidad recordarán. El 55 de Rafa Molina, el 7 de Vladimir Boisa o el 23 de Alexis Montas, tres jugadores que pasaron con más pena que gloria por la nómina del club colegial.
La lógica intención del Consell Insular y de Juanjo Pons es encontrar una empresa privada que se encargue de la gestión de la instalación aunque todavía los requisitos y los informes se están redactando. Las puertas del Pavelló Menorca se han abierto otra vez aunque duele ver que donde antes había el clamor al unísono de una isla ahora solo resta un magnánimo mausoleo carente de vida, lleno de ilusiones rotas y a un coste de 770.000 euros anuales públicos hasta 2025.
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