TW
0

El Menorca Bàsquet cerró ayer la primera vuelta de la Adecco LEB Oro cayendo ante el Grupo Iruña (72-82) y perdiendo por segunda vez consecutiva y de una manera nada deseable: defensa ineficiente, tiro exterior deficiente y sin dar nunca la sensación de que pudiera superar a un muy serio Iruña, bien gestionado por Ángel Jareño. Por cierto, de la Copa nadie se acordó.

El inicio del duelo mostró una línea clara de ir tanteándose, de estudio, lejos de un ritmo frenético. Diversos duelos también se dibujaban sobre el parquet, especialmente en la dirección de ambos equipos y, en la pintura, el de Arteaga y Starosta. No parecía el Iruña muy incómodo con este guión. El Menorca no andaba muy fino en el tiro exterior, y su defensa tampoco era excesivamente férrea. Se movían los banquillos, y la previsión era que esto iba para largo. El periodo finalizaría con un triple de Dani Pérez que "maquillaba" con el marcador (17-19) los dos ejercicios que habían de mejorar: defensa y tiro exterior.

Pero el partido era igualado. Berrocal estaba en la banda especialmente gesticulante. Matali y Moncasi, junto con Urko, le dieron más empaque al equipo. Dani y Romà Bas hacían la presión. Presión que también aumentó el poco público que se acercó al Pavelló ante alguna decisión arbitral. A 6:37 del descanso el electrónico reflejaba un 19-27 con un triple de un Rakocevic finísimo que obligó parar a Berrocal, pero el mismo jugador amplió con triple para el 19-30 poco después. Lo arregló Romà Bas con su respuesta en tiro de tres, dando trazas de lo que se espera de él y ayudando a que el Menorca recortara en base a casta debajo del aro hasta el 28-32 a 2:48, y llegándose al descanso con un 30-37 totalmente recuperable y un mensaje claro: mejorar. Por cierto, nadie preguntaba por el Burgos-Breogán.

Tras el paso por los vestuarios era necesario desmontar el juego coral, sin estridencias y serio del rival pamplonica. Podía hacerse, puesto que la clave se encontraba en apretar la defensa: el Iruña tampoco era un equipo tan extraordinario.

Morentin y Matali empezaron tirando del carro, ante un Starosta muy físico y un Rakocevic que ya no estaba tan puesto. Salió bien, empató a 39 tras tres minutos de juego. Quizá se había hecho lo más difícil, igualar, ponerse ahí, decir, "aquí estoy yo", apretando los dientes, obligando a pedir tiempo a Jareño.

Les fue bien. En un toma y daca, el Iruña volvió a ponerse por delante, apoyado ahora por Landford, y a 5:39 Rakocevic metió un triple sobre bocina para el 39-46. La defensa volvió a abrirse y entre Narros y Jorge García colocaban un 0-13 muy doloroso (39-52, a 4:44). Volvía a sonar la alarma. ¿Dónde se quedó el trabajo anterior? Berrocal se desgañitaba, buscaba soluciones, movía su banquillo.

Todo se agravaba porque el tiro exterior seguía siendo discretísimo. Narros seguía tomando la autopista hacia el cielo del aro menorquín y aquello era una sangría, 0-17 a 3:27. Una acción de César Bravo rompió esa terrible mecánica con un tiro forzado, pero pintaba mal: Sanz, el pamplonica más pequeño, pillaba rebotes debajo de la red. No solo varió la dinámica, sino que se amplió hasta 19 puntos en contra (43-62): seleccionando tiros fáciles, casi sin nadie encima.

Sinceramente, todo el mundo lo veía perdido. Ese cuarto fue terrible en el electrónico y en la mente. No salía nada, aunque Marc Blanc pillaba un balón saltarín en el aro y sobre bocina atinaba para el 47-62 con el que finalizaba el periodo.

La emoción del último cuarto se centraba en saber cómo iba a gestionar el Menorca Bàsquet esa desventaja. Si quería meterse como lo hizo tras el descanso. Misión complicadísima, pero no imposible a pesar de la losa en el marcador. Apretó Pitu y Moncasi con un parcial de 6-0 (53-62 a 8:25), suavizado por dos veces por los rojillos, porque el crono iba a su favor y nunca bajaba de los 10 puntos de ventaja.

Cada ataque menorquinista era una complicación, una espesura. No era capaz de recuperar atrás y marcar contras rápidas. Blanch puso la esperanza con un triple pero Iruña respondió. Se iba el partido a 3:35 con un 60-72. Era el camino hacia la segunda derrota consecutiva (72-82) ¿La Copa? Eso daba igual.