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El último en llegar se llama Markel, pesó 3.300 gramos y midió 56 centímetros. Es un bonachón, que invierte las 24 horas del día en dormir, comer y volver a dormir. Su 'aita', Urko Otegi, se ha visto obligado a hacer un curso acelerado de cambiar pañales, mientras la mamá, Susana Moreno, se recupera de un parto que fue más duro y largo de lo previsto.

"Es una experiencia única y una gran responsabilidad para ir educándolo lo mejor posible", explica emocionado y feliz el papá, al que nada le arrebata la sonrisa del rostro. "Se me da bien lo de cambiar pañales, me pilló por sorpresa porque la primera noche me tocó a mí ocuparme pero como todo se hace con cariño, lo hago con gusto", revela el pívot del Menorca Bàsquet, que cuenta que su día a día ha cambiado en cuanto hay que "estar atento, encima de él, que no le falte de nada".

La pareja no ha parado de recibir felicitaciones desde la llegada de la garganta más joven que animará al equipo, así como algunos consejos que a Urko le llegan desde dentro del vestuario. "Ciorciari y Paco, que han sido padres, bromeando me han dicho que se me han acabado las siestas pero que lo aproveche porque es una experiencia única, que pasa rápido y que todo el cariño que das lo recibes y te sientes realizado".

La llegada de Markel se retrasó dos semanas. "La fecha prevista era el 21 de enero y estaba un poco nervioso por si Susana se ponía de parto estando yo en Valladolid, pero esta semana me viene bien para cogerle el truco". De cara al futuro, Urko espera "educarle bien, que sea una buena persona y que tenga sus principios; que empiece a andar y poder jugar con él", mientras asegura que el pequeño "va a estar ligado siempre al Menorca Bàsquet, al entorno, a la Isla y al baloncesto".

alicante, "la final"
El capitán del Menorca asegura que el próximo partido en casa "es la final, si ganamos a Alicante nos enganchamos muy bien a la Liga y salimos del descenso, además de sacarle el average que al final es muy importante por lo que necesitamos el apoyo de todos" para que el Pavelló sea "un campo griego".

Sobre la falta de apoyo del último día, donde la gente se empezó a marchar al final del tercer cuarto, Urko aseguró que "la gente puede hacer lo que desee pero nosotros en este momento pedimos cariño, comprensión y ánimos, el equipo es muy profesional y lo da todo".

Antes de despedirse y volver con su pequeño, el bravo jugador vasco admitió que "hay que ser realista, no me gusta estar donde estamos pero no hemos cometido ninguna 'cagada' y dependemos de nosotros mismos porque dos rivales directos han de pasar por Menorca y es donde no podemos fallar".