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Qué mal le sentó al Menorca Bàsquet el arranque del 2011. El equipo de Paco Olmos concedió un partido que todo la afición tenía marcado en rojo en el calendario y para el que sólo valía un resultado, ganar. La cita se le atragantó al conjunto menorquín, que tuvo que claudicar en un mal partido, con demasiadas pérdidas de balón y con una actuación arbitral lamentable, aunque sin llegar a justificar el 79-88 final. El Menorca perdió su identidad, se saltó el guión preestablecido y lo acabó pagando con una derrota que nunca se debería haber dado. El Fuenlabrada, que supo en todo momento por dónde atacar al equipo local, cimentó la victoria a partir del segundo cuarto, logrando una ventaja de 13 puntos al descanso.

A falta de que lleguen los Reyes Magos, el mejor regalo se lo llevó, de entrada, Iván Radenovic. Al serbio le tocó bailar con la más guapa, el gigante Esteban Batista. No se achantó el local ante las embestidas del visitante, tras una primera toma de contacto el electrónico lucía un 6-8 gracias al tiro exterior visitante.

El particular duelo entre Victor y Laviña espoleaba a un público que parecía todavía pendiente del reloj de la Puerta del Sol. Una antideportiva clara del jugador del Fuenlabrada al alero del Menorca le mandó al banco y le supuso un 'cariñoso' arrope del público menorquín. El equipo de Paco Olmos supo contener los primeros arreones de los de Maldonado, mejores en la pintura, aunque el guión no era el apropiado para los intereses blancos ya que el intercambio de puntos se iba a cotas demasiado altas, 21-21, tras los primeros diez minutos.

Maldonado le cedió el balón a Kus en la reanudación y Olmos mantuvo a Ciorciari en el banquillo. Entró el argentino, pero el Fuenlabrada logró una primera ventaja (0-9), que significaba el 23-32 a 6' 28'' para el descanso, que motivó un tiempo muerto por parte de Olmos. 5-0 para el Menorca, pero Ciorciari no terminaba de encontrar a Caio en la pintura. Además, al argentino le señalaban una falta en el tiro de Kus y casi de inmediato otra sobre Guardia, que protestó y le valió una técnica, que le llevó al banquillo con cuatro faltas y todo el segundo tiempo por disputar.

Sin Ciorciari, sin reacción

Con el guerrero abatido, al Menorca no le quedaba otra que levantar la cabeza ya que el +10 ya se había instaurado en el marcador (32-42) propiciado por las 11 pérdidas de balón que acumulaba el equipo hasta el momento. Se cerró el Menorca, pero un fallo de Donaldson en la última posesión permitió un triple cómodo y sobre la bocina de Cortaberría que daba la máxima ventaja para los naranjas (36-49).

Tres puntos de Limonad a la salida ilusionaron a las casi 4.000 personas que se citaron en el Pavelló, aderezados con una canasta de Donaldson, pero todos los intentos recibían respuesta madrileña. Olmos devolvió a Ciorciari a la pista, en su versión más descafeinada en defensa, con un mensaje claro: Prohibido tocar a nadie.

Lo cumplió a rajatabla el argentino hasta el final del cuarto y del partido y el equipo no fue capaz de recortar las diferencias para afrontar el último acto con un pesado 58-70.

Y más duro que se hizo cuando Rabaseda, la joven perla del FC Barcelona, se encargó de inau­gurar el cuarto con un triple. El 61-76 justificó el tiempo muerto de Olmos, en búsqueda de una reacción-milagro que resolviera todo lo que no se había hecho hasta el momento.

Pero ni por esas (79-88). Los colegiados siguieron mareando la perdiz con decisiones harto absurdas y el público no dejó de animar, pero ayer no dieron la cara los jugadores y al final todo se resumió en otra final que se escapa del Pavelló, la cuarta derrota consecutiva y el poderoso Real Madrid que espera a la vuelta de la esquina.