La III Cursa Lluna Plena, que empezó y terminó en el Pavelló Menorca tras 8,5 kilómetros.    | Gemma Andreu

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Durante la velada de ayer en la III Cursa Lluna Plena, más de 1.000 personas iluminaron una noche un tanto peculiar por el cambio meteorológico. El viento, que afortunadamente rebajó la intensidad a la hora de la salida y la bajada de las temperaturas de estos últimos días sorprendieron a los atletas, pero el deporte y la emoción no faltaron en uno de los eventos del verano. «Es la temperatura ideal para hacer deporte, no podía ir mejor. Se prefiere esto a la humedad de los días pasados», decía Richy Sintes, director de carreras de Elitechip, impulsor del club Menorca Atletisme- Maó e ideólogo de la Cursa Lluna Plena.

Pasadas las 21 horas empezó el movimiento. El punto de inicio, y final, era el Pavelló Menorca, lugar de disfrute para todos los asistentes. Los deportistas, algunos corriendo y otros a pie, pasaron por el Aeroclub, que estaba espectacularmente iluminado, igual que el Talaiot y el poblado de Trepucó, para dar una experiencia única al evento.

Además, en esta carrera no había cronómetro, dando especial hincapié al derroche de emociones positivas de todos los participantes y no al gen competitivo que tanto caracteriza un torneo de este tipo.

Multitud de deportistas apostaron por ejecutar el circuito a pie, sin prisa. Pasadas las 22 horas, muchos atletas contemplaban y disfrutaban de la batucada que realizaba su espectáculo en la pista del Aeroclub. En esta misma ubicación no se pudieron completar todas las instalaciones lumínicas que tenían preparadas a causa del viento, que podía provocar algún peligro para los corredores.

DJ en el Pavelló

Además, sobre las 22. Además, sobre las 2215 horas, DJ Kike Sastre empezó su actuación particular en el párquing del Pavelló Menorca, acompañado del júbilo y el buen ambiente de los deportistas, que muchos de ellos, aprovecharon para ducharse en las instalaciones que el propio Hestia Menorca facilitó.

Asimismo, el bar que se establece en el dicho párquing, el Time Out, abrió sus puertas para que los corredores pudiesen disfrutar de bebida y comida caliente tras el transcurso de la carrera. Con su particular camiseta, característica de la Cursa Lluna Plena, una marea de personas pintaron de naranja el Pavelló Menorca y sus alrededores. Aunque el año pasado hubo más gente inscrita, el amor por el deporte siguió muy de cerca a todos los participantes, y las ganas de pasarlo bien y disfrutar en reunión y compañía no se esfumaron. La luz de la luna iluminó a todos sus corredores otro año más, y ahora solo espera que el verano siguiente vuelva a ver más gente gozando con el deporte más antiguo del mundo.