ENTREVISTA

Rafael Dezcallar: «China aspira a un mundo en el que el único valor sea la fuerza»

El antiguo embajador español en Pekín publica ‘El ascenso de China’ en el que desgrana las claves del funcionamiento de la superpotencia oriental

Rafael Dezcallar representó a España ante el gobierno de Pekín entre 2018 y 2024. | Redacción Local

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Entre los muchos destinos del embajador Rafael Dezcallar, estuvo China. Representó a España en Pekín durante seis años, entre 2018 y 2024. De ahí surge el libro El ascenso de China. Una mirada a la otra gran potencia, que ahora publica y que presentará en Madrid el 4 de abril. La obra busca responder a los motivos y la evolución en las últimas décadas de la potencia oriental y también a sus raíces históricas.

Traza un paralelismo curioso entre China y la antigua Roma.
— La unidad política de China es del año 200 antes de Cristo y en la época de Marco Aurelio, China y Roma tenían una población y un peso económico similar. Más o menos en esa época a Roma y a China les pasan las mismas cosas: revueltas, catástrofes o invasiones, pero China sobrevive y Roma no. Eso me hizo pensar que había algo ahí que pudo mantener la unidad.

Define al presidente Deng Xiaoping como un genio, ¿por qué?
— Creo que lo que inventó Deng es algo fuera de lo común. Vio que los sistemas económicos comunistas no funcionaban y que China tenía que dejar de tener una economía comunista. Era algo que Lenin había pensado con la NEP pero no lo llegó a ejecutar porque se murió. Deng se atrevió pensando que tenía que crecer y dar de comer a la gente. Pero al mismo tiempo era un comunista y mantuvo el sistema político. Lo llamo capitalismo-leninismo, con elementos de confuncionismo que permiten mantenerlo unido todo.

¿Qué sorprende más, el éxito económico o la estabilidad política?
— Me sorprende la combinación. El capitalismo da libertad económico y la gente tiende a pedir libertades políticas. Sin embargo, el Partido Comunista de China es es una máquina implacable. Hay distintas versiones del mismo, Xi ha cerrado la mano y ha insistido más en el control. La combinación de ambos factores es lo que es fuera de lo normal.

¿Se explica por la represión?
— Se basa en que el Partido es una maquinaria de poder muy bien engrasada y han sabido dirigir el país. Cuando hace falta la represión lo aplican, pero no lo explica todo. El crecimiento legitima al partido ante la población.

¿Busca China ser una potencia hegemónica?
— Quiere no depender de EE.UU. No dice que quiera ser la potencia hegemónica sino que no haya una potencia por encima. Es algo parecido. Hay una rivalidad por el poder en muchos planos distintos, en el ideológico también, en el económico, el político. Vamos a convivir eon ella muchísimo tiempo y veremso como se desarrolla. Los chinos no tienen una política agresiva globalmente pero sí quieren forzar un cambio en algunas cosas: Taiwan, el control del mar del sur de China y el orden internacional basado en que existen valores universales. Quieren un mundo en que el único valor sea el de la fuerza. En occidente debemos de ser conscientes de que es una amenaza para nuestra visión de los derechos humanos.

«La defensa común europea exige una integración política mayor»

Con Trump de momento están en perfil bajo, ¿no?
— Más o menos están mirando a ver qué pasa. Creen que el segundo mandato de Trump es una señal del ascenso de chino y el descenso de occidente. Están esperando a que siga su curso y que fortalezca más su posición.

En 1992 publicó un libro, ‘La Europa dependiente’. ¿Estamos peor?
— Estamos igual, pero entonces no estaba Putin invadiendo ucrania ni Trump cuestionando la OTAN. La dependencia estaba plenamente vigente. Lo que pasa es que ahora, lo que parecía sostenible ya no es así. Europa tiene que comprender que el entorno ha cambiado y no puede seguir así.

¿Toca el rearme?
— No podemos andar negando la evidencia. Lo dijo bien Borrell: Europa es un herbívoro y el mundo está lleno de carnívoros. Solo con poder blando no se puede hacer frente a agresiones militares futuras. Se resuelve gastando dinero y gastándolo bien y poniéndolo a disposición de objetivos políticos. La defensa común exige una integración política mayor.