El neurocirujano Pere J. Cifre en Palma el día de la entrevista. | Jaume Morey

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Forma parte del equipo del doctor Andreu Gabarrós en el Hospital de Bellvitge e interviene en procesos de neurooncología y de neurocirugía funcional, que es la que se dedica a los trastornos del movimiento, como Parkinson, trastornos psicocompulsivos y epilepsia refractaria, entre otros.

El cerebro es el órgano más complejo y desconocido.
Se suma el hecho de que es muy desconocido a que el campo es muy extenso. Y a medida que avanzamos nos damos cuenta de todo lo que aún no sabemos. Tenemos más tecnología, más información de los procedimientos quirúrgicos y una mayor experiencia que nos permite ir mejorando, pero aún nos queda mucho por avanzar.

Uno de los grandes avances es poder operar al paciente despierto para preservar sus funciones.
Así es, la cirugía en paciente despierto se instauró en un principio para los tumores de bajo grado. Eran pacientes jóvenes, capacitados para soportar este tipo de cirugía y colaborar mientras se realizaba la resección. Ahora, estas técnicas también se han podido implantar en pacientes mayores y en tumores de más alto grado porque al final, aunque la supervivencia sea menor, siempre es importante preservar la función, para una mejor calidad de vida. El mapeo cerebral en paciente despierto nos da mucha información, nos permite mejorar y poder aplicar cada experiencia en más ámbitos y en más pacientes.

¿Cómo reacciona el paciente cuando se le propone este tipo de intervención consciente?
Una cirugía cerebral despierto es muy estresante, poco familiar y hay que lograr que el paciente se sienta bien. No es obligatorio hacer la cirugía despierto, es una propuesta que hacemos porque creemos que es la mejor opción para preservar la función y para poder hacer una resección lo más amplia y segura posible.

Pero debe haber un trabajo personal previo para estar despierto y mantener la calma.
Tenemos que ser lo más claros posibles para que el paciente sepa qué situación va a vivir en quirófano. Los anestesistas explican las técnicas y las posibilidades de experimentar una cosa u otra durante la intervención. Los pacientes también se preparan con neuropsicólogos y hacen todas las tareas que nosotros hacemos intreoperatoriamente, primero para entrenar y después para ver los resultados, antes y después de la intervención, para ver si hemos conseguido preservar la función.

Recientemente operaron a una persona que no quería perder su capacidad de jugar al ajedrez ¿Qué se le pidió que hiciera el paciente?
Se le plantearon dos tareas, una mas sencilla con reglas básicas del juego por la que tenía que responder si era posible o no determinada jugada. Y otra más compleja por la que tenía que valorar la posibilidad de hacer jaque mate en dos movimientos. Mientras el paciente respondía íbamos estimulando y tuvimos un par de hallazgos que nos decían que podían tener una implicación en esa función y que técnicamente podían ser preservados. Era un tumor de alto grado y se cumplieron los dos objetivos. Se pudo hacer una resección lo más extensa posible y preservar las habilidades.

¿Cómo preparan esas preguntas, o las pruebas necesarias?
Hay un trabajo previo en equipo muy importante que se prepara con ingenieros, con neuropsicólogos... Este paciente era además programador informático y teníamos que preservar también esta función. Para ello se le pidió que fuera leyendo en pantalla lenguaje de programación y que fuera valorando si era correcto o incorrecto mientras íbamos estimulando la superficie del cerebro. Cuanto más compleja es una función más difícil es buscar una tarea que sea reproducible y eficaz en quirófano.

¿Las habilidades humanas no ocupan el mismo lugar en el cerebro?
Hay muchos tipos de función pero sabemos que cuanto más primitivas y más puras son más constancia tienen. La función motora pura de contraer la mano es muy constante, la tenemos todos en el mismo sitio. Pero el lenguaje, por ejemplo, no es tan constante y varía de un individuo a otro. En este sentido, el hecho de estar en Barcelona, dónde muchos pacientes son bilingües, nos obliga a hacer las tareas en los dos idiomas y vemos que algunas áreas del cerebro se solapan pero otras no y en función de la edad de adquisición del lenguaje hay una conformación u otra.

¿Cada lengua ocupa un lugar?
No es lo mismo la distribución que tiene una lengua que has aprendido a los 10 años, o a una edad adulta, a la que has aprendido como lengua materna. Pueden ubicarse en distintos sitios y por eso se tienen que mapear las dos lenguas, o las tres, las que el paciente precise preservar y utilice en su día a día. Cuantas más lenguas, más se alarga la cirugía y más complicado es que el paciente puede colaborar durante tanto tiempo.

¿Un cerebro bilingüe es distinto?
Las personas bilingües tienen áreas para cambiar de un lenguaje a otro, son funciones extra que tienen los pacientes con más de una lengua y que hemos podido comprobar. Es una función específica para esta acción e intraoperatoriamente se puede encontrar la zona que se encarga de ello.

¿Y la creatividad?
Es muy difícil medir en la mesa de un quirófano la creatividad de un pintor, un arquitecto, un músico, con lo cual es importante perfeccionar tareas que nos puedan ayudar a medir estas capacidades.

¿Se podrá en un futuro?
Son funciones difíciles de categorizar. Se está hablando mucho de cirugía en el hemisferio relacionado con las emociones, con la empatía, con la capacidad de percibir en el paciente si está enfadado o triste. Para ello es importante trabajar con ingenieros y neuropsicólogos.

El apunte

Miembro del equipo del doctor Gabarrós

Tiene 30 años, es natural de Pollença y forma parte del equipo del prestigioso neurocirujano Andreu Gabarrós en el Hospital Universitario de Bellvitge.

Graduado en Medicina por la Universitat de Barcelona (2017). Se formó como MIR de neurocirugía entre 2018 y 2023 en el Hospital de Bellvitge y allí mismo accedió a la plaza con la que soñaba.

Se formó también en el Barrow Neurological Institute de Arizona (2022-2023) centro neuroquirúrgico referente a nivel mundial.