Unos migrantes en la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Baleras, en Palma. | Isaac Hernández Rubio

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El pasado 1 de enero se cumplieron 18 años de la llegada de la primera patera a Baleares, que tuvo lugar en 2007. En concreto, arribo a la isla de Cabrera y las personas que iban a bordo fueron trasladados a Portocolom, como sigue sucediendo. En su momento este hecho tuvo mucha expectación mediática, pues era algo insólito; los protocolos eran mucho más largos y complicados a los actuales e incluso se trasladaba a los inmigrantes esposados.

Casi veinte años después, la situación ha cambiado drásticamente y las cifras de los extranjeros llegados a Baleares en patera son de récord: 5.860 en 2024. El recién estrenado 2025 también arranca fuerte, ya que sólo el 1 de enero arribaron al Archipiélago 98 nuevos extranjeros en cayuco. Con este inicio de año y el cierre de 2024 ya son casi 6.000 las personas que han llegado a las Islas en patera. Las calmas de invierno animan cada vez más a más migrantes que se lanzan a la mar con la esperanza de un futuro mejor, corriendo el riesgo de travesías difíciles y de rescates que se pueden complicar, como pasó esta semana.

El pasado martes 31 de diciembre Salvamento Marítimo recibía el aviso hacia las 19.00 horas de una patera con personas a bordo. Puesto que ya era de noche, costó mucho localizar la embarcación. Finalmente se encontró el cayuco mar adentro a la altura de Sa Coma y Cala Millor, al este de Mallorca. Una ubicación poco habitual en estos casos. Salvamento reconoció una luz que hacía señales de socorro. Hacia las 22.00 horas llegaron a su posición y la gente que iba a bordo fue rescatada. En total eran 26 migrantes de origen subsahariano, en aparente buen estado. Llegaron a las 23.15 horas al puerto de Portocolom, al muelle comercial convertido en base de operaciones, donde estaba la Guardia Civil para trasladarlos a Palma.

Mientras esta escena se repite casi a diario, las autoridades no dejan de insistir en que la situación es límite en los centros para menores, donde residen también los niños y adolescentes que cruzan el mar sin sus progenitores. De hecho, este viernes el IMAS ofrece un balance sobre la cuestión.