El presidente de la OCB, Antoni Llabrés, posa para esta entrevista en su despacho de Can Alcover. | Jaume Morey

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Antoni Llabrés (Palma, 1968) preside una Obra Cultural Balear (OCB) que jamás antes había crecido tanto en tan poco tiempo y que ya supera los 4.700 socios. El viernes presentaron un exhaustivo informe con 50 propuestas para revertir los efectos del turismo de masas sobre el catalán y la cultura de las Islas.

¿Desde el turismo se puede ayudar a potenciar la identidad propia?
—No solo proponemos que esté presente en la actividad turística, que abarca toda la Isla, también se tiene que aprovechar la proyección internacional del turismo para dar a conocer y potenciar nuestra realidad lingüística y convertirla en un valor del destino. Aun así, la sostenibilidad cultural y lingüística solo se producirá con medidas efectivas que permitan que el catalán sea usada por una mayoría social. Por eso insistimos tanto en la necesidad de una inclusión de los recién llegados. Se trata de ir hacia la cohesión social en una sociedad que percibimos fuertemente desestructurada. Tenemos comunidades que casi no tienen contacto entre ellas. ¿Qué tienen en común un sueco de Santa Catalina, un magrebí de Sa Pobla, un descendiente de peninsulares de Son Cladera o un mallorquín preturístico de Sant Joan? Lo único que tenemos en común es el certificado de residencia (ríe). Y los latinoamericanos podríamos fragmentarlos por nacionalidades, hasta ese punto llega la atomización.

Ahora que el Govern aspira a cambiar el modelo, ¿podría usarse la lengua y la cultura como un valor añadido del destino turístico?
—El turismo más consciente, que busca ir de excursión a la Serra y descubrir la autenticidad del destino, puede dejar de venir si continúa habiendo esta masificación desbocada. Y ese es el tipo de visitante que necesitamos. Hay que poner límites ya, no se puede esperar más. Recibir 17 millones de turistas es un despropósito y afortunadamente ya hay una mayoría social que comparte el diagnóstico, aunque haya costado asumirlo. Incluso ha habido voces de alarma entre los turoperadores y los propios turistas sobre esta situación. Aproximadamente entre un 5 y un 10 % de los turistas conocen la realidad lingüística antes de venir a Balears. Un 20 o 30 % lo adquiere in situ, y son los que se mueven por la isla y van a Sineu, por ejemplo. El resto pasa por aquí y ni se da cuenta. Es el segmento que forma parte del turismo de excesos en zonas maduras o que no sale de sus burbujas elitistas.

Esta semana, además, hemos sabido que el nivel de catalán entre los alumnos de cuarto de Primaria se ha desplomado 10 puntos desde el curso 2012-2013. En Castellano bajó cuatro puntos ¿Cómo lo ve?
—Demuestra que para conseguir el objetivo de que el alumnado tenga un dominio suficiente de las dos lenguas oficiales se debe reforzar el catalán en el sistema educativo. Se tiene que comprobar y asegurar que se cumplan los proyectos lingüísticos de centros, respetando el Decret de Mínims y hay que dotar a los centros con auxiliares de conversación y de dinamizaciones lingüísticos de patio para reforzar su uso. El plan de la Conselleria va en dirección contraria porque reduce las horas en catalán en los 11 centros concertados adheridos. Desde Educació, encima, harán campañas informativas para que en Infantil, al escoger la lengua de primera enseñanza, haya mayor preferencia por el castellano. Y hay que destacar que el PP ha mantenido el plan pese a la ruptura de Vox. Además, no estaba en su programa electoral.

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¿Os tranquiliza el mínimo interés suscitado entre los centros y las familias?
—Reconforta que la comunidad educativa haya reaccionado de esta manera. Han llegado a la conclusión de que pedagógicamente no tiene sentido y celebramos que un 83 % de las familias, además, hayan optado por el catalán en la primera enseñanza de sus hijos. Muchas familias que no tienen el catalán como primera lengua consideran que es mejor que la usen para alcanzar un dominio adecuado.

La ruptura de Vox con el PP ya ha supuesto que no se cree la Oficina Lingüística que exigían. ¿Cree que no habrá más modificaciones en materia lingüística?
—Querríamos que no se tomen más medias regresivas, pero no tenemos ninguna seguridad porque cada vez que han necesitado a box han estado dispuestos a sacrificar la lengua y otras cosas. Aun así, que no haya nuevas medidas regresivas no quiere decir que apliquen la política lingüística necesaria para este momento. No hacer política lingüística es una manera de hacer política lingüística. Las instituciones no deben ser pasivas porque tienen la obligación estatutaria de fomentarla. Tienen que estar a la altura para frenar la tendencia hacia la minoración y revertir la situación. Valoramos positivamente los pasos del Institut d’Estudis Baleàrics, dirigido por Llorenç Perelló, ¿pero qué plan de inclusión tiene el Govern para los recién llegados? Un centenar de cursos no basta para asumir toda la llegada de gente que se registra cada año.

El PP saca pecho de defender el catalán desde el Consell y mantienen la ayuda para la OCB.
—Han mantenido los 35.000 euros que fijaron tras rebajarlos casi un 30 %. Lo valoramos bien, pero Cort también ha rebajado la cantidad destinada a la lengua, en general, y eso que ya era irrisoria; ahora se queda en 18.000 euros. Este año era de 24.000 y en 2023, con el Pacte, alcanzaba los 200.000 euros.

Si el Pacte no os escuchó, ¿por qué lo iba a hacer Marga Prohens?
—Nunca se ha estado satisfecho desde la OCB con la política lingüística hecha por los diferentes gobiernos que ha habido porque siempre hemos creído que se debía ir más allá. Es verdad que en 40 años ha habido legislaturas donde se han dado pasos adelante importantes y otras en las que se ha retrocedido o no se ha hecho nada. Como sociedad civil organizada debemos exigir a los poderes públicos actuaciones.