Maria Gibert, gerente de Habtur.

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Representa a un sector siempre en primera línea del debate turístico. Maria Gibert, gerente de la Asociación de Viviendas y Apartamentos Turísticos de Balears (HABTUR), se sienta en cuatro de los doce grupos de trabajo del Pacto por la Sostenibilidad para defender los intereses de unas 20.000 familias que viven del alquiler turístico en Baleares. Y subraya lo de defender, maniobra táctica prioritaria y obligada en un espacio de diálogo que es reflejo del discurso que deposita sobre los hombros del sector buena parte de la culpa del problema de la saturación.

¿Qué balance hace de la temporada para su sector?
La temporada ha sido buena, pero no tanto como preveíamos a principios de año. Estamos a niveles de 2019, que fue inferior a 2023, el mejor año de la historia.

¿Firmarían repetir una temporada como esta en 2025?
Sí, firmamos.

¿Es el alquiler vacacional el chivo expiatorio del sector hotelero para el problema de la masificación?
Nos sentimos el chivo expiatorio de todo el mundo, no solo de los hoteleros. Que se nos culpe a nosotros de la saturación es muy demagógico cuando sabemos que de los 18 millones de turistas que llegan hay solo dos millones y pico alojados en viviendas de alquiler, tres millones y pico de turismo residencial y unos 12 millones que duermen en hoteles. Y esta última cifra seguramente sea mayor, porque los menores de 12 años que duermen en camas supletorias no computan. Por cierto, si se cerrará un 15 % de los hoteles obsoletos que consienten turismo de borrachera no habría problemas de masificación.

Hace 15 años se les consideraba una pata esencial para el reparto del gasto turístico. ¿En qué momento se convirtieron en el malo de la película?
Hubo un giro en la anterior legislatura que fue multifactorial. La oferta ilegal no nos ha hecho ningún bien en términos de imagen. Y después hay un debate mal enfocado sobre el problema de acceso a la vivienda, una cuestión muy compleja que no se puede reducir a una actividad económica cuya oferta se basa en su mayor parte en casas unifamiliares aisladas, en fora vila, que no estarían en el mercado del alquiler residencial o lo estarían a un precio muy poco asequible.

¿Su actividad no forma parte del problema de la vivienda?
Es una conclusión reduccionista que puede perjudicar a muchas familias. Los problemas de acceso a la vivienda se tienen que atacar desde muchos lados. Por ejemplo, no se ha hecho nada en promoción de vivienda pública. El propio alcalde dijo que había 30.000 inmuebles vacíos en Palma...

La oferta complementaria debería ser su aliado natural ¿Se sienten solos?
Entiendo que tenemos todo el apoyo del sector de la restauración y del pequeño comercio. Ocurre que simplemente todo el mundo tiene problemas dentro de su propio sector. A lo mejor sí que haría falta un poco más de interlocución entre nosotros.

Muerto el alquiler turístico en plurifamiliares se acabaría la rabia.
Los plurifamiliares reglados dentro de toda nuestra oferta constituyen solo un 11 % o un 12 %. Es una porción mínima. Y además ya se necesita el permiso de la comunidad. La presidenta Marga Prohens anunció que no se concederían más plazas en plurifamiliares y entendemos por qué lo dijo, pero no entendemos que no se anuncie una medida igual de restrictiva para el sector hotelero.

¿Tal vez porque los problemas de convivencia no son tan acusados como en los plurifamiliares?
Los problemas de convivencia no existen desde el momento en que la comunidad de vecinos concede el permiso para comercializar el inmueble. Todos los plurifamiliares han tenido que obtener este permiso y del mismo modo que te lo dan te lo pueden quitar. Es decir, que la licencia está sometida a un escrutinio continuo de la propia comunidad. No entendemos la inquina y el reduccionismo hotelero. ¿Dicen que prohibiendo el alquiler turístico en plurifamiliares se acabará el problema de la vivienda? Bueno...

Mantienen que es uno de los factores que alimentan el problema.
Los hoteleros antiguamente alojaban a sus propios trabajadores, los que venían de fuera a hacer la temporada. Esta gente debe buscar ahora una vivienda y eso también contribuye a aumentar la presión.

¿Dejamos crecer tanto al monstruo de la oferta ilegal que ya se nos come?
La detección es muy difícil. La colaboración de las plataformas es clave porque es por este canal que la oferta ilegal llega a hacer su negocio. En realidad, la colaboración de todo el mundo, aunque muchos vecinos evitan denunciar porque no quieren problemas.

¿Cómo colaboran ustedes? ¿Se ha endurecido realmente el control?
Nosotros vamos avisando a la Administración y hacemos todo lo posible para ayudar en cuanto detectamos anuncios de oferta no reglada. Estamos totalmente a favor de que se endurezca la persecución porque la oferta ilegal nos ha dado muy mala imagen a todo el sector, pero no vemos que se haga nada para detectar la sobreocupación hotelera y otras irregularidades en este sector. No recuerdo ninguna noticia sobre sanciones por sobreocupación hotelera desde antes de la pandemia.

¿Cuál es la petición primordial de sus asociados?
Garantizar el intercambio de plazas (que una vez extinguida una licencia pase a otro particular para que haya una rotación y no se pierda) es una de las reivindicaciones principales. Pero la petición principal de la gente es básicamente que nos dejen vivir. Y que se nos dé seguridad jurídica, porque cada día salen noticias y no sabes nunca a qué atenerte. Vivimos en un estado de alerta permanente.