Antònia Llabrés y Francisco Gordiola, técnicos de la Conselleria, son los responsables de la red. Explican que «la idea de Xarxa Forestal tiene su origen en el gran temporal del 11 de noviembre de 2001. Se calcula que abatió 5 millones de árboles sólo en Mallorca y cundió el temor de que todo ese material forestal iba a ser pasto de las llamas en incendios del año siguiente o posteriores. A fin de retirar esos restos en las zonas más críticas y minimizar el riesgo de incendios, se iniciaron contrataciones e incluso vino gente de fuera de las Islas para realizar los trabajos.
A nivel técnico se hizo una buena labor, pero había que ir más allá, pues existía una cierta alarma social. El entonces jefe del Servei de Gestió Forestal, Luis Berbiela, recientemente jubilado, propuso que había que explicar a los ciudadanos la realidad de nuestros bosques y no limitarse a algunas actividades de educación ambiental. A partir de ahí se fue creando Xarxa Forestal como enlace entre la información aportada por los técnicos y la ciudadanía».
Datos
Los datos son abrumadores. En 20 años, Xarxa Forestal ha organizado 870 salidas a los bosques, 1.460 charlas, 1.080 talleres, 360 reforestaciones y 16 concursos de dibujo. Llabrés y Gordiola señalan que «podría parecer que toda nuestra actividad va dirigida a los escolares. La concienciación de los más jóvenes es muy importante, pues son los ciudadanos del futuro, pero nuestro objetivo es llegar a toda la sociedad balear. Buscamos aliados y complicidades en todos los ámbitos, y contamos con la colaboración de los técnicos de cada ayuntamiento y con los agentes de Medi Ambient. No somos una organización cerrada ni tenemos un listado de socios, pero, en el conjunto de las Islas, tenemos unos 1.500 contactos».
La finca pública de Menut, en Escorca, es uno de los ejes de Xarxa Forestal. Allí es donde se realizan más actividades, pues se pueden explicar, a escolares y adultos, todos los procesos que afectan a los bosques. En la finca se encuentra el Viver Forestal de les Illes Balears. Los dos responsables indican que «en Menut podemos dar a conocer las semillas, las plantaciones, las reforestaciones y todos los ciclos forestales». Añaden que «los bosques de Balears han pasado de ser un espacio productivo y humanizado a estar abandonados. La sociedad actual está muy urbanizada y vive muy alejada de la naturaleza. Antes, los jóvenes de los pueblos tenían un mayor contacto con el medio natural. Actualmente, su conocimiento es muy similar al de los jóvenes residentes en las ciudades. Xarxa Forestal trata de redescubrir los bosques a la ciudadanía y hacer ver su sentido y su valor ambiental, social y paisajístico. Y al tener un valor paisajístico, también lo tiene económico».
Además de estos valores propios, Xarxa Forestal también instruye a los participantes en sus actividades sobre cómo comportase en un bosque. «Hemos pasado de explicar cuestiones más o menos científicas a destacar que no hay que pisar las setas, no hacer fuego, no dejar residuos o, simplemente, que no hay que gritar en el bosque para no espantar a la fauna. También es necesario decir que casi todos los espacios forestales son privados, pues impera la idea urbanita de que los bosques son de todos o no son de nadie, y que allí uno puede hacer lo que quiera».
Igualmente, se hace necesario incidir en los riesgos de las residencias en espacio forestal o en su límite con zonas urbanas. Llabrés y Gordiola indican que «últimamente tenemos charlas con jardineros o empresas de mantenimiento de casas para que la vegetación que rodea una residencia no suponga un riesgo para la misma en caso de incendio. Por ejemplo, no se pueden tener pinos pegados a una casa. En caso de incendio, va a ser muy difícil salvar el inmueble. Es el mismo caso que tener una casa en medio de un torrente o de una zona inundable».
El conocimiento de los bosques es una labor en la que queda mucho por hacer: «Enseñamos barraques de carboner y hay quien pregunta si son cabañas indias o prehistóricas. Hay escolares que se sienten muy inseguros al caminar por piedras e incluso hay docentes que no ven bien que los niños se sienten en la tierra. Sin embargo, al final disfrutan de la experiencia y quieren repetirla», aseguran.
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