En 2021 se han contabilizado dos menores fallecidos por violencia vicaria.

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«No las vas a volver a ver». Fue la terrible advertencia de Tomás Gimeno a su exmujer antes de acabar con la vida de sus dos hijas. La última mano criminal de la violencia machista en España en su versión más cruel: la violencia vicaria. Aunque todavía es poco conocida socialmente, se trata del maltrato a las mujeres llevado al extremo, la más dolorosa. Consiste en dañar a la madre a través de sus propios hijos. Como en el caso de Tenerife, el maltratador no persigue matar a la mujer, sino producirle el mayor sufrimiento posible.

«La sociedad por desgracia desconoce nuestra realidad. Somos voces acalladas y silenciadas. Es necesario que se nos escuche, que se conozca la realidad de miles de madres y criaturas. Que se den cuenta que hablamos de una grave vulnerabilidad a los Derechos Humanos de madres, niños y niñas», denuncia Chelo Alvárez, presidenta de la Asociación Alanna, integrada por mujeres profesionales contra la violencia machista.

El término violencia vicaria lo acuñó la psicóloga española Sonia Vaccaro hace casi una década. Vaccaro defiende que se usa a los hijos porque «judicialmente un individuo sabe que no tiene derechos sobre su pareja, pero sí sabe que conserva (y conservará hasta la mayoría de edad) poder y derechos sobre las hijas y los hijos. Por lo mismo, los transforma en objetos para continuar el maltrato y la violencia».

Este no es un caso aislado la lacra de la violencia vicaria y de la violencia machista en su conjunto se ocupa de masacrarnos cotidianamente. En España en 2013 se comenzó a contabilizar la cifra de menores víctimas de la violencia machista: tanto aquellos que han sido asesinados por el padre como aquellos que quedan en situación de orfandad después de que la madre haya sido asesinada. Un total de 41 menores han sido asesinados en España por la violencia de género desde 2013, año en el que se empezaron a contabilizar de forma oficial estos datos. En lo que va de año, el Gobierno cuantifica oficialmente, 3 asesinatos, entre los que se incluye el de Olivia, una de las menores de Tenerife secuestradas por su padre hace más de un mes, y está a la espera de conocer el paradero de su hermana pequeña Ana.

Desde agosto de 2015, con la puesta en marcha la Ley de la Infancia y la Adolescencia, se comenzó a considerar a los menores expuestos a la violencia de género como víctimas de esta lacra. Para ello, la norma incluyó reformas en hasta una veintena de reformas que implicaban al Código Civil, la Ley de Seguridad Social o la Ley de Extranjería, entre otras.

A nivel legal, el Pacto de Estado contra la Violencia de Género también incluye varias líneas de actuación para luchar contra la violencia vicaria y otros tipos de violencia de género hacia los menores. «Tenemos un paraguas legal que debe ser utilizado y desarrollado. El problema es que nuestros problemas están a la cola. Hay recursos, pero están inconexos, muchos en manos privadas, los operadores judiciales nos hacen sentir las presuntas culpables y las instituciones no nos creen en demasiadas ocasiones. En muchos casos acaban criminalizándonos y arrancándonos lo que más queremos: nuestras hijas e hijos», asegura Alvárez.

Desde Alanna piden que se trata la violencia vicaria «como un problema gravisímo de Derechos Humanos, estructural, debe ser trabajado transversalmente y coordinadamente en todos y cada unos de los ministerios del Gobierno. Debe desarrollarse el Pacto de Estado. Debe haber dotación económica para se desarrolle, debe haber buenas actuaciones escolares en materia de prevención, deben sobretodo creernos, a nosotras y a nuestras criaturas. Se debe poner el foco en la víctima: él debe ser vigilado, apartado y castigado. Y sobre todo debe haber profesionales no sólo formados sino también sensibilizados para con nosotras. Las administraciones públicas deben contar con la voz de las víctimas y con las asociaciones especializadas».

Por su parte, desde Alana ofrecen una atención integral a mujeres y menores víctimas de la violencia vicaria. «Es una intervención holística, que abarca desde atención psicológica en terapia individual y de grupo, al acompañamiento legal, atención social, acciones deportivas, culturales y de ocio. La peculiaridad es que somos mujeres resilientes de la violencia vicaria las que las acompañamos en los procesos de salida. Trabajamos desde la individualidad de cada mujer, de cada criatura, pero también desde la creación de redes que fortalezca un grupo de referencia tan necesario para nosotras», explica Alvárez.

El caso de Olivia y Anna no es un hecho aislado, el mes de mayo de 2021 es el más 'negro' de la violencia de género en año y medio en España. Alvárez lo atribuye a que «durante la pandemia ha habido una contención que asustaba. El maltratador tenía el control casi absoluto. Una vez finalizado el estado de alarma, el maltratador ha visto cómo ese control iba atenuándose, el incremento en las denuncias era previsible».

Cabe recordar que el número de teléfono 016 atiende exclusivamente situaciones de posible violencia de género ofreciendo información y asesoramiento a las posibles víctimas de violencia de género, tal y como lo explica el Ministerio de Igualdad.