El hombre, que se intenta tapar con una capucha, a su salida del juzgado de Manacor.

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La esperada declaración del abuelo de la bebé que murió olvidada en el coche el pasado 10 de agosto en Manacor no arrojó ninguna novedad significativa. Su encuentro con la jueza de Instrucción número 1 apenas duró unos segundos. El hombre ratificó en el juzgado, al que llegó acompañado de su abogado, Miguel Ángel Ordinas, la declaración del día de los hechos, en el que fue detenido acusado por homicidio imprudente. Todo se debió a un desgraciado «despiste».

A primera hora de la mañana del 10 de agosto, el varón se dirigió a la casa de su hijo, que residía en Son Maciá, para recoger a su nieta de diez meses y llevarla a la guardería. Algo que hacía una vez cada dos semanas.

Según declaró en su día, esa mañana no tomó café, y se equivocó de ruta cuando, en principio, tendría que haber llevado a la bebé al centro infantil. Ese fatal error propició que esa jornada se convirtiese en rutinaria para él, haciendo lo que hubiera hecho cualquier otro día. Pero su nieta estaba en su sillita de bebé en el asiento de atrás.

Sobre las 7.20 horas se detuvo en un bar. Aparcó el coche en una calle próxima y allí estuvo un cuarto de hora. Llegó a su casa sobre las 7.45 y se tumbó en el sofá. Ese día sabía que tenía que acompañar al hijo de su pareja a hacer unas gestiones en el ayuntamiento. Esa tarea la realizó pasadas las 11.30 horas.

Antes había estado comprando en un comercio cercano y tomando un refresco en un bar. Mientras, la bebé seguía en el coche sin que nadie se percatase de aquella circunstancia. No estuvo de vuelta en casa hasta casi las 14.00 horas. Dos horas después le llamó su hijo, que le comentó que su pareja, la madre de la bebé, había ido a recogerla a la guardería y le habían dicho que no estaba. No la habían dejado a la hora de siempre. Tras escuchar eso, la primera reacción del abuelo fue decir que la llevó al centro. Pero poco después rememoró que no fue así. Bajó rápidamente al coche y se encontró a la niña en el mismo lugar donde la había dejado a las 7.00 horas. No respiraba. Había fallecido debido a un golpe de calor y el abuelo empezó a gritar.

Ese día, en la Comisaría de Manacor tras ser arrestado, admitió que solía tener despistes en cosas como hacer la compra o en tomar el almuerzo. Semanas después fue sometido a un examen forense y se determinó que no sufría ninguna patología.