La globalización supuso la reducción de barreras económicas entre países, de forma que la división del trabajo, la especialización y el intercambio, se realizan a nivel mundial. Cada vez más empresas abandonan los países ricos con altos salarios por otros más pobres que les ofrecen mejores condiciones salariales, fiscales o tecnológicas. Es la deslocalización. También muchas empresas pueden demandar trabajo en el extranjero en condiciones mucho más favorables que las vigentes en su propio país. Una gran cantidad de trabajo rutinario de oficina puede realizarse en cualquier lugar sin necesidad de que la empresa se deslocalice, sino externalizando sus actividades. Ahora estamos iniciando la mayor Revolución Industrial de la historia, la Inteligencia Artificial (IA) que afectará a todas las actividades del ser humano e incluso a él mismo. Un cambio superior a todos los cambios anteriores de la humanidad.
Estados Unidos es la primera economía del mundo y es la primera en investigación. Es la segunda en exportaciones después de China y tiene la moneda global más importante (el dólar), pero importa más bienes y servicios de los que exporta. Esto tiene dos consecuencias. Una buena, que los americanos pueden tener un mayor nivel de vida (mayores bienes que los que producen) sin que nadie proteste porque aceptan sus dólares, que es la moneda global. Y otra mala ya que su endeudamiento mayor es con China, que con sus grandes reservas de dólares ha comprado multitud de empresas y edificios en Norteamérica y otros países occidentales. Además, China se convirtió en la fábrica del mundo y exporta casi un billón de dólares más de los que importa. China ha construido un sistema económico con tasas muy altas de inversión y con una política industrial masiva para avanzar muy rápido en tecnología punta, de forma que han llegado en poco tiempo a convertirse en una gran potencia tecnológica, lo que se considera un serio intento de desafío al poder global americano. De ahí la guerra comercial que se avecina con Trump. Elevados aranceles a los productos chinos, con respuesta que afectará a los agricultores e industrias americanas. Es decir, una guerra comercial y también una rivalidad estratégica reconfigurando las cadenas de suministros y limitando los conocimientos que pueda obtener China de Occidente en tecnologías avanzadas. China ya se estaba preparando para este choque que parecía inevitable, especialmente desde el punto de vista militar, ya que considera a Taiwán parte de China, aplicando ya políticas proteccionistas para evitar la dependencia que aún tiene de Occidente, creando mercados en Asia (con países de la antigua Ruta de la Seda), y formando parte de la alianza de los BRICS (China, Brasil, Rusia, India, Sudáfrica, Irán, Arabia Saudí, Emiratos, Egipto, Etiopía). Vamos hacia una fractura en dos bloques gobernados por dos Imperios, Norteamérica y China. ¿Como va a afectar toda esta política proteccionista y nacionalista a los ciudadanos americanos y chinos y que repercusiones tendrá en Europa, España, el sector servicios y nuestro turismo? Lo veremos en el próximo artículo.